Solo un capítulo más Solo un capítulo más

Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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El corazón del Océano: uno y no más

Suelo ver dos o tres episodios de cualquier serie antes de atreverme siquiera a sacar conclusiones sobre qué me parece y qué proyecta. Las excepciones existen en esta norma autoimpuesta, claro. Y es que, en ocasiones, con un solo capítulo basta para saber si algo apunta para bien o para mal, si tiene sentido o no, o simplemente, si tiene remedio o no. Más aún si es largo. Cor5

Es lo que ocurre con El corazón del océano. Solo he necesitado un episodio, el que se emitió anoche en Antena 3 y he vuelto a repasar esta mañana, para cerciorarme de que es una tontería más de la producción española. Directamente, no hay por donde cogerla. Intentar hacer un Titanic en el siglo que sirvió para descubrir (y aniquilar) América ya es un fracaso de antemano. Y sigo sin comprender por qué en España siguen intentando hacer algo novedoso empleando las mismas técnicas. Pero hay más razones.

Cor3La temática es una de ellas. En España se nos da muy bien hacer películas y series sobre los siglos XIX y XX (también es cierto que si repites mucho algo, al final te saldrá bien; pues eso ha pasado con las ficciones ambientadas en estas épocas, se han hecho innumerables y alguna tenía que salir bien), pero no ocurre lo mismo con los anteriores. Ahí tenemos Águila Roja: una ninja en el Siglo de Oro español. Con dos pelotas bien grandes.

El corazón del océano, basada en la novela homónima de Elvira Menéndez, se adentra en el S. XVI de manera torpe y atropellada. La historia sobre la primera caravana de mujeres de la historia, enviadas a América para casarse con los conquistadores españoles para frenar el mestizaje en la zona, no resulta atractiva en la televisión. En la novela no lo sé, pero los comentarios y reseñas que he leído al respecto no son muy halagüeños.Cor2

La culpa, por empezar, la tienen los recursos. No se puede mezclar en una ficción que aspire a ser de calidad doblaje y voces originales. Eso solo pasa en este país; somos de pandereta hasta en el estilo que le damos a las producciones. De hecho, no se debería doblar NADA. NUNCA, CACA. Pero así estamos. Que actores españoles pusieran voz a los extranjeros debería haberse erradicado hace ya mucho. Ya lo siento por los que se dediquen al doblaje, pero es una manera de destrozar a los personajes y su realismo en pantalla. Y lo de El corazón del océano ha superado todos los límites del buen gusto. Porque hasta el doblaje es malo y forzado.

Cor1Los actores tampoco están en los mejores roles para lucirse. Ni Hugo Silva, ni Álvaro Cervantes, ni Clara Lago; ninguno de ellos está bien. La que está mal de verdad es Ingrid Rubio: imprecisa, su voz no parece la suya, e inexpresiva. Y es una pena, porque todos han demostrado ser buenos intérpretes en el pasado. El problema es que si les obligan a declamar, es casi imposible que puedan hacer un buen papel. Porque no se les da bien, y aquí queda claro.

La ambientación se suma a la retahíla de fallos y no está lograda, mientras que el vestuario parece de carnaval. Sencillamente, no da la sensación en los decorados y los escenarios de que eso sea el siglo XVI. Ni te sumerge en una época distinta, y parece que está contando una historia del siglo XXI con gente mal vestidaCor4

En definitiva, un episodio y no más. Esta tontería que viene a sustituir a El Tiempo entre Costuras volverá a reventar las audiencias, seguro. Aunque sea mala, aquí el respaldo lo tiene asegurado. La audiencia española no es tonta: simplemente le vale cualquier cosa. Y es una pena.