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Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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Guillermo Zapata, las series y los límites del humor

El tema de la semana y del mes es sin duda la polémica que envuelve a Guillermo Zapata, concejal del Ayuntamiento de Madrid que ha dimitido por unos chistes de humor negro de hace cuatro años. No voy a entrar en cuestiones políticas, dado que este blog no es el sitio. Pero sí me parece interesante exponer unas cuantas reflexiones que me han venido a la cabeza sobre los límites de las gracietas y su relación con las series.

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Foto: EFE

Los paralelismos de lo que ha pasado con Zapata y el humor que se utiliza en algunas series están claros. Son muchas las ficciones que se valen del humor negro para hacer reír a sus espectadores. Los líderes en esto son los británicos, con los estadounidenses a la zaga. Pero en las islas hay una «sensibilidad» especial con este tipo de comedia.

Uno de los más brutos en este aspecto es uno de los actores más citados en estos días por lo que ha pasado: Ricky Gervais. En la The Office británica lo demostraba. También lo hace en Derek. Pero donde destaca es en sus monólogos. Gervais no se corta con nada ni con nadie. Eso mismo le costó dejar de presentar los Globos de Oro, ya que tiraba con bala a todos los invitados y a algunos no les gustó que se hiciera mofa de ellos. Pero dile tú a un tipo que lleva haciendo esto toda la vida que se corte y que el humor tiene límites. Sabiendo cómo es, seguramente el actor británico les diría «go fuck yourselves». El otro ejemplo de la comedia cruel y con la que se parten de risa millones de personas es Little Britain. En Estados Unidos, una de las que más ha sonado debido a la polémica es Sarah Silverman, que no ha tenido piedad del Holocausto en algunos de sus espectáculos. Encima, hace unos días publicó un tuit desternillante que mantiene su gran nivel. Otro que destacó fue Michael J. Fox, que se montó su propio show para reírse del Parkinson que padece.

Ya he dicho en alguna ocasión en este espacio que soy totalmente contrario a poner límites al humor. Estoy convencido de que se pueden hacer chistes con todo. Lo considero una manera de llevar mejor nuestras preocupaciones y un mecanismo para rechazar los totalitarismos y defender la libertad de expresión. Pero tampoco vale todo. Aunque el humor no tenga límites, sí tienes matices. Y son muy evidentes.5

Por ejemplo, no es lo mismo que haga un chiste sobre judíos alguien normal a que lo suelte un neonazi. O un chiste sobre gays hecho por un homosexual o por un homófobo. Tampoco todo lo que se vende como humor negro tiene gracia. Alguien puede intentar hacer un chiste de ese estilo y que en realidad lo que diga no tenga pase alguno, al quedarse en un comentario racista, xenófobo o que incita a la violencia. Ser gracioso no está al alcance de cualquiera. Y ahí es donde entran las series españolas.

Más de una vez he señalado que a mí no me parece humor lo que hacían en Aída o hacen en La que se avecina, Gym Tony, El chiringuito de Pepe Anclados. Es un intento de hacer chistes bastante tosco en el que se pone el foco siempre en los mismos colectivos. Pero que las considere basura televisiva no implica que quiera prohibirlas. No me ofende su supuesta comedia porque no me parece que se le pueda llamar así.

Nadie puede negar que, si te gustan esas series, estás a favor del humor negro. Entonces, ¿por qué hay gente que se ríe con las escenas de esas ficciones pero luego critica los chistes que citó Guillermo Zapata durante el lío que se montó con Nacho Vigalondo por sus coñas sobre el Holocausto? ¿Están bien y son aceptables las bromas sobre gays, gitanos, sudamericanos, parados o discapacitados pero no las que van sobre el genocidio que sufrió el pueblo judío?

Aida3Digo más, ¿por qué podemos reírnos del holocausto por lo que alguien dice en una escena de una serie pero no si alguien bromea sobre ello en una red social? ¿Hay que ir contra los creadores de Vaya Semanita por hacer mofa del terrorismo que tanto sufrimiento ha causado a este país? ¿Sería alguien capaz de mosquearse por una ficción en la se ríen de la gente con Parkinson aunque el protagonista tenga esa enfermedad y contribuya a las risas?

A mí el chiste que citó Zapata hace cuatro años no me hace gracia. Otros, sí. Porque son humor. Aunque es normal que lo que a mí me hace reír no despierte el mismo sentimiento en otros. Lo que nunca se me ocurriría es pedir la cabeza del que haga un chiste con un tema controvertido si su intención ha sido esa. Muy diferente es si lo dice en serio. Los matices son los que tienen la última palabra en este caso.

Por cierto, por lo que Guillermo Zapata sí debería disculparse es por algunos de sus guiones para Hospital Central. Eso sí que no tenía gracia. Al menos Lo que tú quieras oír compensa todo lo demás que haya hecho.

 

Otras lecturas

El caso de Guillermo Zapata‘, por Ángel Calleja

Teoría y práctica del humor cruel, por Juan Soto Ivars

Y unas viñetas sobre por qué el humor no tiene límites, por John Tones y Guitián

Horario infantil, La que se avecina y los insultos de Alberto Caballero

Tengo mis reservas hacia el horario infantil. Lo que vean los niños en la tele es una responsabilidad de los padres, y en esta época, donde existen los controles parentales, estar pendientes de todo lo que ven los pequeños es mucho más fácil. También comprendo que hay ciertos programas que no deberían emitirse a la misma hora que en otras cadenas están poniendo dibujos animados. A estos quizá habría que ponerles más límites, ya que tratan asuntos que pueden ser más serios o no, pero que al fin y al cabo son reales e incluso de mal gusto.

LAqueTelecinco y Antena 3 son expertos en cruzar esa línea con sus espacios matinales, cargados de sucesos y casquería con todo tipo de detalles, casi haciendo negocio con la muerte de menores. En Mediaset van más allá por las tardes, con esa bazofia llamada Sálvame, que cuenta historias que no interesarían a nadie de no ser por la vocación chismosa patente en España.

Lo que me parece fuera de lugar es trasladar un debate similar a la ficción. Más que nada porque no se puede comparar lo anterior con historias no reales contadas de una manera u otra. Productos que tienen unas calificaciones de edad que si los padres quieren han de tener en cuenta con el fin de que su hijo no vea algo inapropiado para su edad. Pero meter en el mismo saco a series y programas basura que hacen negocio con las miserias de los demás es injusto y manipulador.

Los insultos de Alberto Caballero tras las multas a Mediaset por incumplir el horario infantil por medio de su serie, La que se avecina, han protagonizado la polémica televisiva de la semana. Caballero no se cortó un pelo en su Twitter y llamó «panda de retrasados» e «hijos de puta» a los miembros del Ejecutivo tras esta sanción de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) provocada por la emisión en la cadena FDF de tres episodios de la serie en horario protegido.

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No me gusta La que se avecina. Me parece mala, innecesaria, sin gracia, y cargada de topicazos como que los españoles somos unos jetas o que siempre puteamos al vecino por el simple gustazo de hacerlo. Pero eso no quiere decir que haya que prohibirla, por muy chabacana o insulsa que sea. Sus audiencias entran dentro de la media, e incluso han aumentado en su nueva temporada***. Y si dicen palabrotas o hay escenas inadecuadas, son los padres los que han de valorar si les interesa que su hija descubra una ficción de ese tipo o no.

En lo que tiene toda la razón Caballero es en ésto que dice en uno de sus tuits.

Y es que es así. Internet permite a un chaval ver un episodio de cualquier serie a la hora que le dé la gana. Depende de sus progenitores controlar ese aspecto. Más aún cuando se sabe que el efecto disuasorio del horario infantil no está funcionando porque a las cadenas no les da la gana respetarlo.Caballero

No voy a apoyar las formas de Alberto Caballero. Se puede mostrar una posición discordante con un estilo u otro, y sobre todo con educación. Tuvo un calentón, y se pasó de frenada. Lo que sí hago es entender su postura, el fondo de lo que quería transmitir: las multas son injustas y absurdas. Si se fuese en serio con este sistema de protección de los menores con respecto a los contenidos televivisos, debería haber programas fuera de circulación desde hace bastante tiempo por acumular multas de millones de euros. Pero esto no ocurre, ni ocurrirá.

Otro ejemplo son las corridas de toros. ¿No ofrecen una tortura explícita de un animal? ¿Y además en horario infantil? ¿Se pueden equiparar a una serie? Claro que no, pero es que es cañí, y en la mayoría de casos son los propios padres los que incitan al crío a ver el sufrimiento de un pobre morlaco. En este caso el control de los contenidos es inexistente, aunque se emita por una cadena pública. En fin.

La que se avecina me parece penosa. Es otra serie española que va a lo fácil, que ha querido resucitar de una manera poco acertada una maravilla del humor patrio como fue Aquí no hay quien viva, y que tiene un hedor a marca españismo y anuncio de Campofrío que tira para atrás.

Aunque siempre será más nocivo un programa basura que habla sobre el semen que apareció en la ropa de una niña muerta o que da cuenta de los cuernos que el hermano de una cantante pone a su mujer que una serie soez y absurda.

***He corregido la referencia a las audiencias de La que se avecina. Manejaba unos datos que no eran correctos, y Chama en los comentarios me ha facilitado el share real de la serie. Os pido disculpas.

Isabel vs La que se avecina vs El Tiempo entre Costuras: ¿por qué esa lucha?

Lo de los lunes en la televisión española es inexplicable. La sempiterna refriega entre las cadenas para demostrar quién la tiene más grande ha llevado a competencias estúpidas en las que hay un único perjudicado: el espectador. Es lo que tiene no saber vender los productos. Y visto lo visto, no parece que se vaya a producir un reciclaje al respecto para cambiar la tendencia.Isabel1

Ayer se emitieron de forma simultánea Isabel (TVE), El Tiempo entre Costuras (Antena 3) y La que se avecina (Telecinco), que fue la última en incorporarse a esta lucha. No serían pocos los que querían ver el final de la segunda temporada de la serie histórica que protagonizan Michelle Jenner y Rodolfo Sancho. A lo mejor los mismos que tenían ganas del regreso de la ficción póstuma sobre Aquí no hay quien viva. E incluso puede que unos cuantos, o muchos, pretendiesen seguir el hilo de la miniserie basada en el best-seller de María Dueñas. Pues tuvieron que elegir.

LAqueQue quede claro que las teles son libres de hacer lo que les plazca, y que la competencia entre sus productos es inevitable e incluso necesaria. Pero si estamos hablando de, probablemente, sus productos más exitosos, ¿por qué emitirlos el mismo día que su competencia? ¿Cuál es el fin, si ya saben que de antemano la audiencia no será la misma por este choque televisivo?

Quizá el resto de días, a lo mejor, la televisión no está congestionada de series de estreno o películas aceptables. Sería un detalle planteárselo y pensar así en el bienestar de eso que sabes que va a tener éxito sí o sí en cualquier día que lo emitas.  Porque si estás solo y no tienes competencia de altura ese mismo día, lo petas. Aunque es cierto que aquí triunfan programas cuya nula calidad o rigor son patentes, como los del corazón o los especiales «»»informativos»»» sobre niños muertos. Y ante eso, en este país de pandereta, es fácil claudicar.

El tema del horario y de la duración es otra batalla perdida. Pero insisto: no puede ser que las cadenas y productoras españolas se marquen capítulos de más de una hora que luego son emitidos a las 22.30 horas. Porque ya sabemos a qué hora suelen acabar debido a las pausas publicitarias más o menos largas (cuando había publicidad en TVE, un capítulo de Cuéntame paraba dos veces para meter 20 minutos de anuncios en cada alto).Tiempo2

Y pensaréis, con mucha razón, que ahora todas las historias por capítulos se pueden ver en las webs de las cadenas. Pero, ¿y si el espectador, tras pasar todo el día trabajando o estudiando, solo le apetece ver la tele por las noches y no ponerse a buscar un enlace en Internet? Por no hablar de la gente, ya sean mayores o no, que no entiende el consumo televisivo así, o que directamente no ha tocado jamás un ordenador o es lego en la red. Esos son mayoría a la hora de cambiar de canal. Y se les sigue maltratando.

Isabel, La que se avecina y El Tiempo entre Costuras pueden ser más o menos buenas, tener mucha o poca calidad y gustar lo justo o lo máximo. Pero la gente las ve. Y las prefiero mil veces antes que los mercadeos con la vida de los demás o con asesinatos de menores desgranados hasta con dramatizaciones. Es más sano una ficción que llenar la mente de la gente de auténtica basura carente de honestidad y en la que solo se busca la carnaza.

Hay que pedirle a las cadenas que apuesten por sus series, y que las traten bien. Pero sobre todo que piensen en que el espectador pueda verlas. ¿O es que siempre vamos a dar audiencia a gente como esta?

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