Solo un capítulo más Solo un capítulo más

Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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Las peores series de 2013

No quería perder el tiempo en hacer una recopilación de lo que me ha aburrido o asqueado en este año más que aceptable de la ficción. Pero me veo en la obligación de advertiros sobre aquello con lo que no deberíais perder el tiempo. 

Esta lista la componen esas series a las que no sabes si darles o no una segunda oportunidad por absurdas que parecen. Aquellas que se hacen cuesta arriba aunque su duración sea exigua. Las mismas con las que piensas «bueno, será que el primer capítulo es el raro». Y no: si algo parece malo de primeras, puede ser mucho peor.Homeland4

Quizá a varios (o muchos) de vosotros os gusten algunas de las que componen mi lista de las peores de 2013. Pasará como con las mejores de todo el año y las noveles que a mi juicio más destacaron. Cuestión de gustos, como siempre. Por eso invité a varios expertos a que contasen sus preferencias, para que tuvieseis otra visión. Insisto en que esta lista es solamente mía. Y no, no me olvido de otras que al parecer han tenido despedidas desastrosas, como Dexter Skinssimplemente no las he visto aún.

Se puede disentir, por supuesto. Pero es que no puedo con ninguna de las que se mencionan a continuación.

The Following Following

Un psicópata que monta desde la cárcel una secta sobre su legado asesino, a la que arrastra a decenas de seguidores enfervorizados con sus métodos. Para detenerle, llaman al policía que le metió entre rejas. La idea era muy buena, a la vez que original. La realidad es que es una chapuza de serie, aunque se deja ver. Todas las críticas negativas sobre The Following se basan en que nos la vendieron como la serie que iba a marcar el año, lo que se tradujo en unas expectativas infladas sobre ella. Resultó que no era más que otra serie de policías, con el elenco de sospechosos habituales para este tipo de temática, y sin frescura alguna. Cualquier consecuencia a una trama se prevé cinco minutos antes. Y Kevin Bacon está mal. La segunda temporada llega en poco tiempo. Miedo me da.

Hello LadiesMerchant2

Sé que ha gustado, aunque no de forma mayoritaria. A mí no me provocó nada más que bostezos. Y eso que la idea era abrir la boca para reír, no para dejar claro el aburrimiento. No cuestiono que Stephen Merchant sea o no gracioso, ya que por lo que le conozco en otros ámbitos tengo claro que no es mal cómico. Pero aquí se ha metido demasiado en el papel. Tanto que su perdedor solterón que intenta ir de mujeriego se queda en el primer adjetivo por méritos propios. Merchant no hace gracia, sino que da pena. Como la serie.

Homeland (tercera temporada)

Crazy3

Matar la idea original y dejar a Brody de lado han matado Homeland. Todo lo que tenía que decir sobre ella está en este post sobre su tercera remesa de capítulos. Menudo síntoma pasar de la lista de las mejores a estar entre las peores (no soy el único que la considera acabada tras la nefasta entrega de este año). La cuarta temporada del próximo año da pereza máxima.

The Crazy Ones

Para un admirador de Robin Williams como el que suscribe esta supuesta comedia ha sido un auténtico varapalo. No le encuentro ese ‘aquel’ a los chistes que los guionistas disponen para el actor estadounidense y sus compañeros, entre ellos Sarah Michelle Gellar. Las vicisitudes de una agencia de publicidad en forma de humor me han decepcionado. Ni Buffy levantaría esto.

Vive CantandoVive1

Seguramente sea la favorita de los publicistas de Campofrío. Está entre las tres peores series que he visto en mi vida. Nada creíble, repleta de topicazos sobre la gente humilde y los barrios obreros, a los que pintan como chabacanos, además de poco cuidada en los decorados. Tal y como ocurre en otro producto patético como Aída, Vive Cantando es pura Marca España: los pobres son pobres porque les ha tocado ser así, y todos acaban cayendo en la espiral de decadencia por las malas decisiones que genera el entorno. De apelar a la justicia social nada de nada, no vaya a ser que se metan en líos, ¿no? Es otra más que insiste en que no hay que avergonzarse de vivir en un país de mierda, que aboga por el «nos ha tocado esto, qué le vamos a hacer», y que insiste en el manido y penoso argumento que rige la producción española: familia, drama con ínfulas de comedia, tragedia, llorera, luego carcajada, y así todo el rato. El reparto es peor aún, claro.

Mario Conde: los días de gloria

Foto: telecinco.es

Foto: telecinco.es

Siento aversión hacia ella. Solo de tener que volver a mencionarla se me revuelve el estómago. Es la mayor vergüenza televisiva que se ha emitido nunca en España. Ya no solo por lo que trata de contar, sino porque no hay ni una pizca de calidad. Hay gazapos, malas interpretaciones, su ritmo es tedioso, y encima no tiene lógica a la hora de presentar los hechos. Lo que más chirría es que la adaptación se hizo en base al libro que escribió un ladrón que fue condenado, y dos veces, por robar dinero del banco que presidía. Si Telecinco pretendía hacer un lavado de imagen y humanizar a un personaje como Mario Conde solo contando su versión de lo ocurrido, enhorabuena: consiguieron todo lo contrario. Lo peor fueron los programas previos y posteriores a la emisión de los dos capítulos, que son auténtica basura de por sí. Todo un ejercicio de peloteo mediático.

Hostages Hos2

La ‘nueva Homeland’, decían. Un auténtico despropósito, resultó. Que la idea de una familia secuestrada en su propia casa por un grupo que pretende obligarles a realizar determinadas acciones para no hacerles daño o matarles está bien. Eso no lo discute nadie. Lo malo es la ejecución de ésta, por medio de los guiones que han de asumir los actores. Y ninguno de los dos factores se ha alineado con el otro ni con el plan previsto. Hostages es lenta, aburrida y predecible. Tampoco aporta nada novedoso. Y Dylan McDermott como malo solo lo clava en American Horror Story; aquí está horroroso y no acojona. Si queréis echaros una siesta, probad con su piloto. Ni la dormidina.

Mario Conde: una vergüenza televisiva

Imagínate que te encargan hacer una serie sobre un personaje tremendamente antipático para cualquiera con un mínimo de sentido común. Menudo marrón, ¿no? Empiezas a buscar cómo plantear el biopic en cuestión, si deberías contarlo desde una visión, de otra o desde todas. Ya sabes de antemano que te van a dar hasta en el carné de identidad, puesto que vas a contar a través de la tele la vida de alguien peculiar. Tras tu brainstorming y las divagaciones que conlleva, tomas la decisión: escribirás el guión en base al libro del protagonista, en el que él se presenta a sí mismo como una persona encantadora y víctima de las conspiraciones de la oligarquía dominante.

Entonces ocurre lo previsible. Que haces una soberana basura de miniserie por tu mala cabeza, además de por haber elegido como documentación principal la historia que cuenta ese ser despreciable para una gran parte del público (con la excepción de los de su cuerda, claro). Y la culpa no es de nadie más: solo es tuya. Eres el único responsable de que te haya salido una hagiografía por optar por un guión que incluye la más sesgada de las visiones sobre tu estrella.

Foto: telecinco.es

Foto: telecinco.es

Antes de darte ese baño de realidad te toca preparar la serie en sí. Has de elegir a los actores, que deberán guardar un cierto parecido con los personajes de la historia real. Tu casting deberá ser extremadamente minucioso, ya que te dispones a relatar algo que estará bajo el paraguas de esa frase tan grandilocuente como es «basado en hechos reales».

¿Lo consigues? No. Porque algo mal planteado y con una concepción infame está condenado a tener unos intérpretes desastrosos.

Exceptuando a tu protagonista, que está correcto, te das cuenta de que el resto son un mondongo. En concreto, los elegidos para los roles de presidente del Gobierno, líder de la oposición y rey de España llegan a ser gloria pura. Inolvidables por lamentables, tanto por su caracterización como por su interpretación. Pero bueno, ya que vas a beatificar a tu personaje principal, que el resto parezcan tontos no supone mayor problema para ti. Aunque puede que solo te des cuenta tras ver lo que has hecho en la tele de plasma de tu salón.

También te tocará apostar por un ritmo u otro para las tramas, ya que el objetivo de toda ficción que aspire a gustar al público es lograr que éste no se pierda. Que pueda seguir con facilidad lo que pasa en un momento u otro. Dado que ya estás metido por completo en tu propio despropósito, no lo haces. No hay manera de engancharse a tu creación. Has conseguido todo lo contrario: es un suplicio. Es aburrida hasta poder llamarla coñazo. Es una mierda y una vergüenza, vamos.

Siempre se han llevado a la pequeña pantalla historias de villanos que generan auténtica pasión en el espectador. Gente que consideraríamos repugnante si nos hubiese tocado tratar con ellos, pero que en una adaptación televisiva gustan y atrapan. Incluso llegas a ponerte de su lado, por ese afán que tenemos de empatizar con el malo de la historia por el simple hecho de que nos gustaría ser como él. Y todo porque nos lo muestran como un ser auténtico, que no es tan malo, y que solo pretende defender lo suyo. Aunque eso conlleve cometer unos cuantos delitos.

Foto: telecinco.es

Foto: telecinco.es

El problema es que el protagonista de este post no entra ni por asomo en ese selecto grupo que acabo de describir. No entusiasma, sino que genera rechazo. Porque Mario Conde es un ladrón que se creyó más listo de lo que era y al que procesaron por robar fondos del banco que presidía. Que además tiene el honor de poseer dos condenas firmes, una del Tribunal Supremo y otra de la Audiencia Nacional. Y que encima según su serie es un ejemplo de cómo lograr el éxito, además de un damnificado por los poderosos.

En definitiva, un delincuente presentado como un héroe desde una historia televisiva. Y nada más. Pero eso no parece importar a Mediaset, que por mucho que se empeñe en lavar su imagen no lo va a conseguir. Aunque solo les haya faltado decir en la miniserie que obró la paz en el mundo.

Pero el hecho es incontestable. Y es que Mario Conde es un saqueador, por muchos libros que escriba y a pesar de todos los biopics y programas especiales que le quiera dedicar Telecinco.

Lo que pienso de la miniserie en sí creo que ha quedado bastante claro. Aunque lo más triste es que la ficción española sigue, y seguirá, zombi. Y para eso no hay antídoto a la vista.