A ‘Juno’ la han vendido como la Pequeña Miss Sushine de 2007, es decir una película indie, de bajo presupuesto, llena de talento, que triunfa en la taquilla estadounidense y se cuela en los Oscar, echándole un pulso a superproducciones como ‘Pozos de ambición’ o ‘Expiación’.
Fui a verla este fin de semana. Entre el tráiler que vi y todas las críticas y artículos que he leído sobre ella, tenía mucha curiosidad. Y me decepcionó. No porque la película sea mala, no lo es, ni mucho menos. Me reí, me entretuvo, escuché buena música y salí del cine con una sonrisa en los labios, pero con la sensación de haber visto una película hueca, una fast-comedy, de calidad, eso sí, como la comida rápida que empaqueta Ferrán Adriá en su franquicia.
Esperaba mucho más de ella. Mucho más que unos diálogos cortantes como cuchillos, ingeniosos y unos personajes entrañables (J.K. Simmons, Mac, el padre de Juno, es para llevárselo por ahí de vacaciones). Esperaba algo más de mala leche, de invitación a la reflexión, de realismo. A fin de cuentas Juno va de una chica de 16 años que se queda embarazada, trasmite la noticia a su familia y: ¡no pasa nada!. El buen rollo es generalizado. Va a entregar su hijo en adopción, no quiere abortar, pero nada de traumatizar a la audiencia, que estamos ante una comedia, la chica y su familia se toman el asunto con filosofía, es más, todo va como la seda porque Juno ha sido lo suficientemente valiente como para no abortar (no recuerdo si su madrastra se refiere a ella como vikinga, amazona o algo así, precisamente por haber tomado esta decisión). ¿No es ése un mensaje muy conservador?
Me encanta que se barnicen con humor los grandes problemas o dramas de la vida, pero, por favor, que en algún momento del camino, vislumbremos, aunque sean entre penumbras, la verdadera dimensión de lo que está pasando. Por eso me gustó tanto ‘Full Monty’. Es una comedia, se ríe del paro y sus consecuencias, te tronchas con ella, pero los personajes son reales, sufren el drama, a pesar de reírse de él. Salen ganando aunque el camino no ha sido fácil. Billy Wilder era un maestro en eso.
En Juno no hay nada de eso. Solo el contratiempo que surge con la familia de adopción (no adelanto nada para no desvelar la trama) pone una pequeña chinita, del tamaño de una juanola, en el dulce camino de Juno hacia la maternidad adolescente. Ni siquiera Frank Capra, el optimista oficial del cine de la época dorada de Hollywood, se hubiera atrevido a tanto. Lo siento, será muy indie, muy de moda, y la película revelación de 2007; pero para mí tiene la complejidad emocional de Bambi, con la diferencia de que ‘Juno’ tiene mejores diálogos .