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¿Cómo llegar a la mitad?

Por Violeta Assiego Violeta Assiego

Tres hombres encabezan la lista de las personas más poderosas del mundo: Vladimir Putin, presidente de Rusia; Barack Obama, de EEUU; y Xi Jinping, de China. La lista Forbes nombra cada año a los más poderosos, uno por cada 100.000 habitantes. Este año la forman 72 nombres entre los cuáles se encuentran los de 9 mujeres: Ángela Merkel (5), Dilma Roussef (20), Sonia Gandhi (21), Christine Lagarde (35), Park Geun-hye (52), Virginia Rometty (56), Margaret Chan (59), Jill Abramson (68) y Janet Yellen (72). La representación de mujeres en el 2014 (12 %) ha sido más alta de las hasta ahora publicadas. Una cifra significativamente superior a la del año 2009 cuando se publicó la primera lista y solo aparecían 4 mujeres, el 4 % de las personas que en aquella ocasión se mencionaron.

Victoria Kent tomando posesión de su puesto como Directora General de Prisiones en mayo de 1931. Fue la primera mujer nombrada directora.

Victoria Kent tomando posesión de su puesto como Directora General de Prisiones en mayo de 1931. Fue la primera mujer nombrada directora. Imagen del documental ‘Las maestras de la República’ www.lasmaestrasdelarepublica.com

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Este no es el único listado en el que la representación femenina no se corresponde al número de mujeres que hay en la población mundial. La primera semana de enero el periódico El Mundo dio a conocer su particular listado de los  personajes españoles más influyentes del año 2014. Entre los diez primeros nombres encontramos los de dos mujeres, y entre los cien primeros los de 20 representantes del género femenino. Un porcentaje (20 %) alejado de la llamada democracia paritaria que —en palabras del Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades— significa “una representación equilibrada de hombres y mujeres del 60%-40% o, lo que es lo mismo, que ninguno de los dos sexos supere en representación el 60%”.

Tampoco se alcanza la paridad entre los altos cargos de la Administración del Estado y sus órganos públicos. Y aunque el total de efectivos de la Administración General del Estado está formado por un 49 % de hombres y un 51 % de mujeres, estas no representan ni el 23 % de los altos cargos del Estado. El recién publicado informe de seguimiento al Plan de Igualdad dentro de la Administración del Estado —que fija la paridad laboral en el 40 % de presencia femenina— subraya este y otros datos como señales evidentes de las dificultades que tiene las mujeres para recibir un trato igual en el desarrollo de su carrera profesional en la función pública.

Aunque tampoco en el mundo empresarial se logran superar los obstáculos que frenan el desarrollo profesional de las mujeres. Por ejemplo, en las empresas que forman el Ibex 35  la presencia de las mujeres en los Consejos no representa ni el 13 %, datos del 2013 elaborados por IESE. Destaca especialmente el que haya cuatro compañías, de las 31 empresas, que no cuenten con ninguna mujer en sus máximos órganos de Administración: Endesa, Gas Natural Fenosa, Sacyr Vallehermoso y Técnicas Reunidas. La Comisión Europea recientemente ha propuesto que al menos el 40 % de los puestos no ejecutivos de los Consejos de Administración sean ocupados por mujeres para 2020. Parece que —aun quedando lejos la meta— no es imposible alcanzarla cuando hay mujeres cualificadas más que suficientes.

Prestar atención a este tipo de datos no es fruto de una inusitada ambición de las mujeres por ocupar los puestos de poder. La lectura es más bien la contraria. Este tipo de información refleja con claridad cuál es la estructura social en la que se asienta el papel de la mujer. Las mujeres –que representan más de la mitad de la población mundial- sufren habitualmente un trato discriminatorio y estereotipado que obstaculiza y traba –no solo su carrera profesional, a la que muchas no llegan ni a tener acceso- sino su desarrollo como persona, su acceso a los derechos humanos más básicos y su libertad. Ese trato desigual —impregnado de desequilibrios— tiene un origen cultural y social, el mismo que motiva que haya un número desproporcionado de mujeres que sufre violencia y pobreza. De ahí la importancia de que haya repuestas políticas y sociales que tengan incidencia en la esfera pública y en la privada y que velen por la igualdad en todos los ámbitos donde la mujer se puede, quiere y debe desarrollar, también en su carrera profesional.

Casi a modo de curiosidad pero no exento de preocupación, hay otro dato similar que confirma esa falta de paridad. La curiosidad está en que precisamente se da en la lista —del periódico El Mundo— sobre las 25 personas más influyentes del “Poder Alternativo”. Entre estas —pertenecientes a las ONG, asociaciones y entidades con fines sociales— solo encontramos a 7 mujeres. Un porcentaje (28 %) muy poco representativo de la verdadera presencia de la mujer en este ámbito de actuación, y que da motivos para pensar que también en un sector tan sensible a los más vulnerables se atribuye una mayor importancia a las características del hombre que a las de la mujer. Cuando menos da qué pensar y cuando más, para actuar. Hay mucho por hacer, eso está claro.

Violeta Assiego. Abogada y Activista. Especialista en Vulnerabilidad Social y Discriminación. Conferenciante, analista, docente y colaboradora en diferentes organizaciones desde una perspectiva de derechos