Agredir a una mujer en la violencia de género no es sólo atacar a su integridad física. El maltratador no sólo golpea y lesiona su cuerpo: atenta directamente a su integridad moral.
La agresión se enmarca en una actitud constante de control, dominio, posesión, como forma de consolidación de poder para afrentar a la independencia y a la libertad de la mujer. Además de golpear y lesionar su cuerpo, se afectan fundamentalmente otros derechos íntimos de la mujer.

Stop a la violencia contra la mujer. Imagen: Comisión de Investigación de Malos Tratos a Mujeres. www.malostratos.org
En modo alguno puede considerarse que la violencia de género sea tan solo una agresión a su cuerpo. Se atenta al cuerpo pero también al alma de la mujer. Es evidente que las lesiones físicas están unidas directamente a las lesiones psíquicas. Y es que las lesiones psíquicas mantienen su propia sustantividad independientes a los concretos actos o conducta de agresión física a la mujer.
Someter a humillaciones verbales en presencia de los hijos, marcar las relaciones de pareja para producir sumisión, acosos, prohibiciones, castigos morales, imposiciones físicas, psíquicas o sexuales, aislamiento, insultos, vejaciones, crear dependencias emocionales, económicas o afectivas, motivar inseguridad, o propiciar la vulnerabilidad en la mujer son actos tan deplorables como la violencia física y no pueden permanecer invisibles ante la violencia de genero.
Creer que la violencia de género es sólo la agresión física supone invisibilizar todas estas conductas que conviven, preceden a la agresión y son su germen.
Y lo sabemos. Es matemática pura. La violencia física a la mujer es posterior a la psíquica. Aparece al fallar los resortes de la violencia psíquica o cuando estos no son los adecuados por no ser ya suficientes al control y al domino. Pero ante todo sirven para la destrucción del ser.
Sometida la víctima, el siguiente paso es marcar con golpes la posesión acreditada previamente en la propiedad, la cual ya ha sido minuciosamente trabajada por el maltratador a través del control psíquico.
Marcar un cuerpo con golpes es negar la existencia de la mujer como única, como exclusiva titular de derechos. Son marcas que tienden a abolir el ser, encaminadas a cosificar su cuerpo y adecuarlo a esa posesión y pertenencia previamente trabajada psíquicamente. Porque ese cuerpo golpeado guarda la memoria de los atentados a su integridad moral.
La violencia de género es siempre instrumental, es el conducto de dominio y control de poder. Es además un innegable instrumento pero también es un fin en sí mismo. Control pero también destrucción.
Explicar el contenido de la violencia a la mujer solo como instrumento de control físico es dejar de llenar parte de su contenido. El maltratador destruye el cuerpo y el alma de la víctima. Aniquila derechos. Los que no sabe gestionar sin el uso y el abuso de la violencia y la fuerza.
Por tanto la violencia de género se enmarca en el sometimiento pero también en la destrucción de lo más íntimo que tiene una persona: Su ser. Inicialmente en su ser psíquico y cuando este no es suficiente es el ser físico.
Y la Constitución nos regala dos hermosos instrumentos. Dos bellos artículos: El 14 de la igualdad y el 15 que distingue la integridad física de la moral. Visibilicemos estas dos violencias de género que conviven.
Flor de Torres es Fiscal Delegada de la Comunidad Andaluza. Violencia a la mujer y contra la discriminacion sexual de género.