Por Maribel Maseda
Hace unos meses vi estupefacta una parte de una película de la década de los 50 en la que el marido de una señora la ponía sobre sus rodillas y la azotaba mientras ella sollozaba. El hijo pequeño le decía ‘¡mamá!, papá te está pegando!!’ a lo que el padre respondía con absoluta normalidad ‘claro, hijo’. Y el hijo replicaba mirando con fascinación la escena: ‘¡entonces es que papá te quiere, mamá!’ y a la madre se le iluminaba la cara y recibía entonces los azotes feliz, sin sollozos.

Ejemplo de campaña contra la violencia dirigida a las mujeres. Imagen: JSE
– ‘¿porqué no le deja?’. ‘Cómo puede seguir con él?’-
–’con toda la información que hay hoy en día, ¿cómo siguen metiéndose en relaciones así?’-
La única parte real de esta escena es la de que el maltratador realmente se cree en el derecho y el poder de pegar a su mujer, no porque la quiera, sino porque la cree ‘suya’. Nos preguntamos porqué la violencia contra la mujer continúa y lo hacemos sin tomar conciencia de la cantidad de mensajes contradictorios que se dictan y se consienten.