Dora: vocación humanitaria

Por Eloisa Molina

«Después de graduarme en 2001, me ofrecí voluntariamente como formadora en temáticas de conciencia de género y promotora de salud y nutrición en un campamento de desplazados internos durante dos años», dice Dora Wani. Entonces arrancó su pasión por la ayuda humanitaria, una pasión que se convirtió en trabajo durante 16 años. La cooperante nació y vivió en Jartum, Sudán, hasta que su familia, incluidos sus cuatro hermanos, se mudaron a Sudán del Sur en 1987, donde estudió educación secundaria. Sin embargo, el conflicto por la liberación del país estalló y tuvo que regresar a Jartum en 1990 como refugiada, un hecho que le marcó para el resto de su vida.

Para Dora Wani (con la niña en brazos), cooperante, celebra el trabajo de todos los trabajadores humanitarios que arriesgan sus vidas». @ World Vision.

“Después de que mi padre, Arkadio, renunciase al trabajo en una compañía farmacéutica debido a una enfermedad, la vida se volvió difícil para mi familia, y especialmente para mí. Temía que esa situación pusiera fin a mis estudios, pero mi madre, Mary, con el apoyo del Consejo de Iglesias de Sudán, consiguió mandarme a la Universidad de Ahfad para la Mujer”, cuenta orgullosa. Gracias a esa oportunidad y a la determinación de su progenitora, se graduó en Ciencias de la Familia.

Su primer viaje como trabajadora humanitaria comenzó en 2004 en Darfur, una crisis que se cobró miles de vidas. Para poder convencer a su familia, Dora les prometió que solo trabajaría en Darfur durante tres meses. De los tres candidatos ella fue la única que finalmente aceptó el desafío.»Mi familia estaba muy preocupada cuando conseguí trabajo allí. Mi padre no quería que fuera, pero una voz dentro de mí me recordaba que había personas que necesitaban mi ayuda y decidí aceptar el trabajo», recuerda. Desde entonces, enseñar a las madres sobre la nutrición adecuada para criar a sus bebés sanos se convirtió en su pasión. Es también su forma de ayudar a mejorar las condiciones de vida en su propio país.

Aquello era todo menos fácil: «Me asignaron en Darfur occidental, en la frontera con Chad, donde no existía red telefónica para comunicarme con mi familia. Me llevó unos meses acostumbrarme al entorno, ver a diario a hombres armados de camino al trabajo. A veces, esos mismos hombres nos amenazaban con matarnos, pero eso no me detuvo en mi propósito seguir ayudando a niños y niñas y mujeres».

Su trabajo en Darfur como nutricionista duró nueve años en diferentes organizaciones de ayuda. Cuando Sudán del Sur obtuvo su independencia, se mudé al área administrativa de Abyei, donde trabajó durante cuatro años más con una ONG como Coordinadora de Salud y Nutrición. Actualmente el trabajo de Dora para promover la nutrición le ha llevado a las comunidades más remotas de Sudán del Sur, donde se encuentran muchos de los niños más vulnerables del país.

Cuando le preguntas a Dora qué se necesita para desempeñar bien su trabajo, sorprende con su sencilla respuesta: “Se necesita amor y sacrificio para convertirse en una trabajadora humanitaria en Sudán del Sur. Te enfrentas a muchos riesgos. Algunas mujeres incluso tienen que elegir entre casarse o trabajar porque sus esposos no les permiten hacerlo». Ella sabía que desde el momento en que se comprometió con el trabajo, tenía que aceptar el peligro e inseguridad que conllevaba. “Es una realidad en este tipo de trabajo. Se necesita un fuerte compromiso y pasión para superar el miedo”.

En enero de 2018 se unió a la ONG World Vision como Coordinadora de Nutrición con sede en Juba, Sudán del Sur. “Me sentía muy feliz de trabajar en una organización tan importante para mi país, una entidad que me permite ver las carencias que existen y ayudar a superar las necesidades de salud de madres y niños y niñas en varias zonas remotas del país”.

Dora quiere poner el foco en todas las trabajadoras humanitarias que como ella se enfrentan a miles de desafíos en su día a día, especialmente por ser mujer. “Aplaudo a todos los trabajadores humanitarios de todo el mundo que ponen sus vidas en peligro para salvar vidas entre los más vulnerables. En particular, quiero enviar mi amor y mi fuerza a todas las mujeres que trabajan duro, poniéndose a ellas mismas las últimas en una larga lista de tareas pendientes».

Eloisa Molina es Coordinadora de Comunicación de World Vision.

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