Los monstruos existen

Por Laura Martínez Valero Laura Martínez Valero

Caperucita Roja se adentra en el bosque. En la maleza, el Lobo se relame sus puntiagudos dientes y babea. Quiere comérsela. Oh, sí, quiere devorarla. Está ansioso.

Seguramente, en nuestro final preferido el cazador mata al Lobo y salva a la asustada niña. Pero no nos engañemos, pese a que suene tópico, en estos casos la realidad suele superar a la ficción. ¿Quién es ese Lobo en realidad y qué quiere hacerle a la pobre Caperucita?

Aunque sea triste, en la vida real existe ese lobo. Es un Tony Alexander King o un falso shaolín. Los Lobos son monstruos que nos rodean. Son violadores, asesinos, psicópatas, estafadores… Basta con abrir el periódico. Un monstruo es el padrastro de la niña chilena que fue madre a los once años, tras ser violada desde los siete.

Entonces, yo me pregunto:  ¿qué sentido tiene este cuento? ¿Quiere asustar a la niñas? No, no, creo que va mucho más allá. Como nos cuenta Espido Freire en su libro  Los malos del cuento. Cómo sobrevivir entre personas tóxicas, la función del cuento es alertar y prevenir. Es pura enseñanza. El cuento ayuda a reconocer a esas personas malvadas presentes en nuestras vidas.

Los malos del cuento, libro de Espido Freire

Los malos del cuento, libro de Espido Freire

Durante generaciones miles de niñas hemos escuchado relatos como Blancanieves o La Cenicienta. Lo que no sabíamos es que ese hombre que se sienta a nuestro lado en el metro puede ser el Lobo o  la quiosquera, por ejemplo, una auténtica Madrastra. No quiero decir que haya que ir con miedo, no es eso. Pero debemos saber reconocerlos y para mí las claves que aporta Espido son fundamentales para poder hacerlo.

Éste no es un libro de psicología. No pretende crear perfiles o pautas de comportamiento de personas malvadas. En realidad, lo que la autora quiere es hacernos ver que, desgraciadamente, los monstruos (ogros, vampiros, brujas, dragones…) habitan más allá del papel y que en muchos casos las mujeres somos sus principales víctimas. Así, nos encontramos con el monstruo de Cleveland, que violó y mantuvo secuestradas a tres jóvenes durante diez años; el monstruo de Amstteten, que retuvo y violó a su hija durante 24 años… La sociedad los ha apodado con un curioso sobrenombre: monstruo. ¿Casualidad? No, no lo es.

Los monstruos existen y siempre han estado ahí, acechando. A veces se tratará de un vampiro, que nos absorberá hasta anularnos (el famoso Edward Cullen); o ese compañero que te roba las ideas en el trabajo (un envidioso Caín). Puede tratarse hasta de tu suegra. En algunos casos pueden ser muy peligrosos y dañinos, como los maltratadores o psicópatas.

Sin duda, el mejor repelente para estos bichos es desenmascararlos a tiempo. Si lo conseguimos, muchos se disolverán y desaparecerán de nuestras vidas como si nunca hubiera existido. El reconocimiento siempre es el primer paso. Seamos realistas, no podemos ni queremos creer que vamos a ser rescatadas por un caballero andante. Eso sí que es un cuento chino. Mi consejo es que no se dejen amargar por estas alimañas varias porque, como dice Espido, “un lobo no nos va a estropear el paseo por el bosque”.

 

Laura Martínez Valero es estudiante de Periodismo y Comunicación. Actualmente colabora con el equipo de comunicación de Intermón Oxfam.

5 comentarios

  1. Dice ser Lector

    Los monstruos existen pero también existen las bellas. La bestia y la bella: http://xurl.es/h2jx8

    18 julio 2013 | 10:14

  2. Dice ser Sunny

    Gracias por esta entrada. Para mí, que soy madre de dos niñas, esta perspectiva es terrible. Pero es verdad que tenemos que saber prepararlas para defenderse. Yo creo que la autoestima es básica para que sean capaces de distinguir quién les quiere y quién quiere aprovecharse de ellas.

    18 julio 2013 | 12:18

  3. Dice ser skalo75

    Se te olvida mencionar dos cosas …

    La primera es esa atracción patológica femenina por el lado oscuro que hace que muchas mujeres tengan parejas que las maltraten y a ellas les guste. He visto muchas féminas dejar a sus parejas que siempre las trataron bien por irse con auténticos cabrones.

    La segunda es la asombrosa capacidad que tienen los psicópatas de verdad de pasar, no solo desapercibidos, sino como gente «buena» y con cara de no haber matado una mosca; ejemplos:
    Ximo
    Ted Bundy
    Ed Kemper
    etc.
    Esa gente se gana vuestra confianza porque no parecen lobos.

    18 julio 2013 | 12:27

  4. Dice ser Brisha

    Y a veces el lobo somos nosotros mismos, que sin quererlo o incluso queriendolo nos ponemos en situaciones de verdadero peligro.

    Personalmente me fio mas de un lobo completo, de esos con sus orejas y sus dientes y su rabo que no de un lobo disfrazado de oveja (o de abuelita) porque esos lobos son los que de verdad son peligrosos.

    Soy tbm padre de dos niñas y siempre tienes el temor al lobo, pero seamos sinceros, en mis tiempos de adolescente me gustaba aparentar ser el malo, el machote, un verdadero lobo (o al menos la piel de uno de ellos). Porque eso atraia al genero femenino, me daba «cache» y eso realmente es culpa de las «caperucitas» que les gustaba tontear con el lobo.
    Por suerte casi todos los «lobos» o los que han pretendido serlo acaban siendo el papa de caperucita o el cazador.

    Nota: cuando hablo del lobo no quiero ni mucho menos decir monstruo (los verdaderos), a esos no los quiero/queria cerca ni por casualidad, y siempre he podido evitarlos.

    «El lobo feroz»

    18 julio 2013 | 13:19

  5. Dice ser Gato arrabalero

    Por supuesto, están en el congreso…..

    18 julio 2013 | 13:36

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