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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

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Patas arriba

Así pusieron los alemanes Beatsteaks a la madrileña sala Caracol la pasada noche. Un concierto memorable de un grupo que, aunque en nuestro país es sólo relativamente conocido, en tierras teutonas despierta pasiones al estilo de las que aquí generan El Canto del Loco (ejem). Prueba de ello es que la sala estuviera repleta de rubios y rubias de pálida piel que, mini de birra en mano, se lo pasaron teta entre conversaciones incomprensibles. Cómo molan los alemanes.

Fue el concierto de una de esas bandas que se ha hecho de rogar. Los de Berlín sólo se habían dejado ver en Madrid como teloneros de Pennywise hace una década, y desde entonces las cosas han cambiado: Han pasado de ser un destacado combo de punk melódico a convertirse en una banda capaz de tocar infinidad de palos distintos sin perder un ápice de fuerza y personalidad. Rock, punk, pop e incluso hip hop (con una apoteósica versión de Sabotage de Beastie Boys como cierre) han sonado en un set dinámico, participativo y vibrante.

Poco importa que su último disco, Limbo Messiah, sea sustancialmente más flojo que el sobresaliente Smack Smash. Porque Beatsteaks supieron llevar al directo lo mejor de éste y todos los anteriores. Hello Joe, Hand in Hand, Let me In, Panic… un hit tras otro fueron cayendo apoyados en un sonido más que aceptable y una ejecución de lujo. Algo más de hora y media en la que no faltaron los momentos graciosetes y participativos pero sin llegar a ese punto coñazo en el que a veces caen no pocas bandas.

La mecha la habían encendido los madrileños Nothink, que siguen paseando por los escenarios su insultante solvencia y descaro en formato de power trío demoledor, con un chorro de voz envidiable al frente y una base rítimica solida. Hay algo muy serio en la música de los de Majadahonda. Algo que dice que podrán llegar aún más lejos de lo que ya han llegado. Después de lo visto ayer, su híbrido de rock, emo, metal y grunge parece más que capaz de llenar y convencer en un escenario como el del Electric Weekend, donde compartirán cartel con Iggy & the Stooges, Rage Against the Machine o Queens of the Stone Age.

Da gusto rememorar aquellos felices años de adolescencia en conciertos tan sudorosos como el de ayer. Irrepetible.