Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

El coche de Emir Kusturica

“Kusturica”, me dice Gus, el productor. Y yo, como en aquella fantástica escena de The Wire en que el diálogo entre Dominic West y Wendell Pierce no pasa de un monosilábico y atónito fuck repetido hasta el paroxismo, le doy la razón: “Kusturica”.

Coche en granja de la provincia del Chaco, Argentina (captura vídeo de Hernán Zin para TVE).

Segunda semana de rodaje de mi nuevo documental para Televisión Española. Provincia del Chaco, Argentina. Treinta grados de calor aunque el calendario sostiene que estamos en invierno. Un coche que parece salido de Gato negro, gato blanco entra en escena y el equipo de rodaje se detiene fascinado para admirarlo. Avanza lentamente. Se convulsiona y muere. Sonido seseante de vapor que se escapa del motor.

Un coche que sorprende porque da la impresión de haberse amalgamado con el paisaje, de haber abandonado la forma definida de un automóvil para ser también vaca, estiércol, flor, camino de tierra henchido de sol al mediodía. O al menos eso me llevan a pensar la caja llena de plantas que yace sobre el techo, la chapa carcomida por el óxido y el interior atiborrado de ristras de ajo que se enhebran en el esqueleto metálico de unos asientos ausentes de tapizado.

El vendedor de ajos

Tampoco necesitamos decir demasiado para comprender que aquel coche debe formar parte de nuestro documental, así haya que encajarlo con forceps en el guión. Basta otro «Kusturica», nuestro espontáneo grito de guerra al estilo del «Maradona» de Gato Negro, Gato Blanco, para que nos lancemos sobre el conductor, que al tiempo en que baja nos pide que le facilitemos un teléfono ya que su coche ha dejado de funcionar. «Mire usted, dejarme aquí tirado, con lo bien que me anda siempre», se lamenta.

Hecha la llamada a un pariente que vendrá a ayudarlo con la reparación, se presenta, su nombre es Lautaro, y nos saluda con unas manos enormes, morenas, como lo es él, que también parece formar parte del mundo rural que lo rodea. Lodo, ganado, molino y ajo, sobre todo ajo, porque a eso se dedica ese hombre que acaba de irrumpir en nuestras vidas. Lautaro, el vendedor de ajos…

6 comentarios

  1. Dice ser sonrisa radiante

    Poetica entrada me ha encantado.Saludos:
    S.R.

    18 junio 2012 | 19:00

  2. Dice ser Laura

    Holaaa, en que parte de Chaco estás filmando y sobre que trata tu documental¿¿¿

    18 junio 2012 | 19:20

  3. Gracias por saltar de celda en celda de esta colmena y darnos a conocer esos otros mundos y vidas paralelas. ¡Qué personaje ese vendedor de ajos! Seguro que se merece una peli completa de Kusturica.

    18 junio 2012 | 21:09

  4. Dice ser laura

    Insistoo, en que partes estás? trabajo en un diario chaqueño y me gustaría poder entrevistarte

    18 junio 2012 | 21:18

  5. Dice ser ggiggi

    donde esta Larossa ?

    18 junio 2012 | 21:27

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