La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

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(nos vemos el miércoles)

En estos momentos estoy viajando de vuelta a Madrid.

He pasado una semana maravillosa en Formentera, desde donde he escrito cada mañana ésto…

… ésto que volveréis a leer el próximo miércoles 16.

Feliz puente a todos.

Thomas Bernhard… y yo

Uno nunca sabe quién es. Son los demás los que le dicen a uno quién y qué es ¿no? Y como esto uno lo oye millones de veces en su vida, por poco que ésta sea larga, acaba por no saber en absoluto quién es. Todos dicen algo distinto. Incluso uno mismo está siempre cambiando de parecer. Thomas Bernhard

En 1977 Javier Marías escribió un artículo en el que pedía que se tradujeran las obras de Bernhard al castellano y, desde su puesto en el consejo asesor de Alfaguara, presentó Trastorno para su publicación en español .

Marías descubrió a Bernhard para España y, más tarde, para su propia narrativa.

Javier Marías lleva reivindicando a Bernhard desde finales de los 70.

Imagino que se conocerían años más tarde, en los 80, cuando el autor austriaco fue a vivir una temporada a un hotel de Torremolinos.

Thomas Bernhard en Torremolinos. Toma ya.

Yo conocí a Javier Marías porque era vecino de un amigo mío. Y a veces lo espiábamos. De hecho, nos pasamos varios meses pegados a la mirilla de la puerta, durante una temporada en la que cada día veíamos aparecer a una famosa escritora, muy bien casada, en nuestro descansillo. Aparecer y desaparecer dentro de la casa de Marías.

Al principio, las primeras veces que observamos a través de la mirilla a la muy bien casada, pensamos que tenían un lío. Y la idea nos encantó. Además, ella nos parecía muy guapa (aún lo es) y estupenda para nuestro Javier.

Pero según pasaban las semanas, descubrimos que la biencasada no llegaba sola, sino que cargaba con papeles, un ordenador portátil, libros… y concluímos que él le estaba ayudando a escribir algo, ¿una novela?

Meses después leí esa novela que escribió ella: es buena. Y tiene pasajes TAN Marías. Y tan Bernhard. Y hasta aquí puedo escribir.

Grados: 2º

Ricardo de la Cierva… y yo

Ricardo de la Cierva es una mina. Una joya. Una lumbrera. Un partidazo. Un «humanista», tal y como se define él mismo. Un señor que fue Director general de Cultura Popular con Franco y ministro de UCD, con Suárez. Un señor que escribe libros. Grandes libros. De títulos memorables: “Francisco Franco, un siglo de España”, “Historia del franquismo”, ”Pro y contra Franco”, “El 18 de julio no fue un golpe militar fascista”. Puritito revisionismo histérico.

Ricardo de la Cierva es el autor de los libros que lee Franco muerto en el Infierno para recuperarse de los disgustos que le da su nieta Carmencita Martínez – Bordiú: Franco muerto coge un ¡Hola! , ve a su nieta, sufre un patatús post-mortem y de inmediato se lanza a leer algo de De la Cierva (huelga decir que en la bilioteca del Infierno están todos los libros de Ricardo de la Cierva, los de Pío Moa, los Juan Manuel de Prada, Jorge Bucay, Paulo Coelho, Gloria Méndez, …)

Ricardo de la Cierva lo flipa con los masones. Así. Literalmente. Lo flipa. De ahí que haya publicado «La palabra perdida.- El triple secreto de la masonería.» y recientemente, «La masonería invisible.- Una investigación por Internet.» ¡Una investigación por Internet! Lo dicho; Ricardo de la Cierva lo flipa con los masones. Y en cuanto puede, en cuanto le entrevista algún panfletillo de extrema derecha, él se despacha: que Zapatero es masón. Que Bono también. Que Fernández de la Vega lo mismo. Apasionante, ¿no? NO: un perezón.

Obviamente, Ricardo de la Cierva es colaborador de Radio Intereconomía (cuyas tertulias convierten a la COPE en un reducto de rojos izquierdistas) y columnista de Época (pero, ¿qué época? Me pregunto yo siempre que veo esa revista en los kioskos).

Hace algunos años (no sé exactamente cuántos ni me atrevo a escribirlos, que después algunos de mis lectores se ponen a echar cuentas y sufren derrames cerebrales), Ricardo de la Cierva fue pregonero de las fiestas de Villaviciosa de Odón. Cuando nadie se acordaba de él, la alcaldesa del PP recién llegada a ese pueblo lo llamó para que diese el pregón. Todo un detalle. Cosas de la vida, hoy esa alcaldesa, Pilar Martínez, es la concejala de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid, íntima de Gallardón. A quien De la Cierva acusa de ser «el máximo exponente de la derecha disfrazada». Qué feo, ¿no?

El historiador Ricardo de la Cierva, autor, entre otros libros, de El 18 de julio no fue un golpe militar fascista, asegura que se enteró de la muerte un día antes de que muriese. «Yo había quedado el 19 de noviembre a las nueve de la noche en el hotel Velázquez con varias personas, y entre ellos, Manuel Fraga Iribarne. Llegó a la cita el ministro José Solís, que venía del hospital de La Paz. Solís nos comunicó que desde las siete o las siete y cuarto de ese día, 19 de noviembre, el encefalograma de Franco ya era plano, que se le mantenía la respiración artificialmente y por tanto, se podía anunciar su muerte. Fraga determinó retrasar la noticia para controlar cualquier posible brote o disturbio».

¿Dónde estaba usted cuando murió Franco?, EL PAÍS DIGITAL

… y yo, hace sólo unas semanas, compartí mesa y tertulia con un sobrino de Fraga, que a las tantas de la madrugada fue tan amable de llevarnos en su coche a nuestro hotel.

Grados: 3º

Iñaki Gabilondo… y yo

Como Martirio,

Yo andaba naufragando por los treinta

sin el éxito que tanto deseaba

y entre mis labios, triste y macilenta

una colilla sin filtro se quemaba.

De éso hace casi un lustro. Fue tras siete años de relación de pareja (tal y como dictan los manuales, pues yo soy de aquéllos que se creen casi todo lo que leen, a excepción de las teorías conspiratorias de El Mundo y de La Biblia). Después de siete años de vivir al lado de un tipo que nunca me dijo que me quería…

[¡ATENCIÓN, LECTORES! Este post es de un porno emocional subidito, y no ha hecho más que empezar. Avisados quedáis.]

Después de siete años de vivir al lado de alguien que nunca me dijo que me quería – y que, por supuesto, no me quería. Tras un septenio de habitaciones separadas (nada que ver con el poemario de Luis García Montero), denterosos silencios, sexo aséptico, miradas reprobatorias. Entonces. Al final de todo aquéllo. De aquéllo y más, que hubo: de sufrir alguna humillación en público, de pagar yo sólo la hipoteca de un piso a nombre de los dos, y un coche que sólo él conducía, de verme rechazado y rebajado. Fue entonces cuando dije SE ACABÓ. Igualito que María Jiménez, pero sin tener que recurrir a pluma animal ajena (que me basta y me sobra con la propia).

Mas si dije SE ACABÓ no fue por todo lo anterior. La recapitulación vino más tarde. Si dije SE ACABÓ fue porque cuando todo era un desastre, pensaba que el desastre era yo. Hasta que llegaste tú.

Y de momento,

cuando ya nada aliviaba mi locura,

al borde mismo de las drogas duras,

llegaste tú…

Pero tú no eras un productor. Tú eras un fan de mi diario online. Y me contactaste por el messenger de MSN (que a veces tú llamabas SMS por error), aparentemente fascinado por mi vida, aunque quisiste dejar claro desde el principio que eras heterosexual. Desde el principio, que eras heterosexual. Hasta el final, que eras heterosexual. Cuando aquel domingo por la tarde yo salí de tu casa, después de que nos hubiéramos pasado toda la mañana follando.

Tú eras heterosexual.

Al final, «que eras heterosexual» fue la razón que me diste para que no nos volviésemos a ver. Tranquilo. A mí me parece bien. Y te agradezco muchísimo que, sin saberlo, me ayudaras a descubrir que yo no era el desastre, que sí había más remedio, que había incluso deseo. Y amor (que lo hay: hace más de tres años que lo tengo).

Por todo eso, me hizo tanta ilusión cuando, hace un par de años una mañana muy temprano, te escuché decir tu nombre con tu voz y dar la previsión meteorológica de tu ciudad en esa sección que tenía el «Hoy por Hoy» de Iñaki Gabilondo, en la que él hacía la ronda por las diferentes emisoras locales de la SER por toda España. Y me alegró saber que hacías lo que querías y habías vuelto a casa. Por fin.

Grados: 2º

Truman Capote… y yo

En los años 50, cuando Capote estaba escribiendo Desayuno en Tiffanys, conoció en Tánger a dos personajes excepcionales, íntimos amigos de Paul Bowles, y con quienes compartió juergas y fantasías moriscas:

Emilio Sanz de Soto (creador de la revista literaria Zero , publicación precursora del movimiento Beat en la que colaboraron Ginsberg, Kerouac y William Burrougs en sus tiempos africanos. Sanz de Soto, director artístico de algunas de las películas de Saura, historiador de cine, amigo de Buñuel y todo un personaje, que aparece en un espléndido documental de Rioyo y Lopez Linares titulado, «Tánger, esa vieja dama«, en el que también podréis descubrir a

Pepe Carleton, pintor, decorador y esteta que fue propietario de uno de los bares míticos de la época dorada de Marbella (en los años de Cocteau y compañía); el Cero, donde iban a emborracharse Conchita Montes y Edgar Neville, entre otros.

[INCISO: qué pena haber pasado del Zero y del Cero, a la Zero. Qué catástrofe para el mariconismo ilustrado español…]

En los años 60, Haro Tecqlen se integró en aquel grupo tangerino de Sanz de Soto, Carleton, Bowles

Hace dieciseis años, cuando yo trabajaba como jefe de prensa de una compañía de teatro que estrenó en Madrid «Pervertimento y otros gestos para nada» de José Sanchís Sinisterra, vino a vernos Eduardo Haro Tecqlen. Iba a acompañado de su mujer, Concha, y de Mauro Armiño (que es el autor de la mejor traducción de «En busca del tiempo perdido» de Proust al español. Con perdón de Salinas y sin el perdón de Manzano).

Esa noche cenamos con Mauro Armiño, con Haro Tecqlen (un detalle: ambos vestían una gabardina idéntica) y con Concha Barral (que entonces trabajaba en RTVE y nos contó, muy divertida, los absurdos planes de ahorro del «ente público»).

Ah,… la crítica que nos hizo Haro para El País fue buena.

(Yo era muy joven, y no supe que estaba cenando tan cerca de Capote…)

Grados: 3º

José María Aznar, Ana Botella,… y yo

Todos los caminos me llevan a Aznar – qué mal rollo:

– mi tía Conchita trabajó en el gabinete de prensa del PP en el Congreso de los Diputados. Y, por supuesto, conocía a Aznar. Mi tía Conchita fue despedida fulminantemente cuando se descubrió que pasaba información confidencial a las chicas del gabinete de prensa del PSOE. Mi tía nunca quiso ser espía; lo que pasó es que siempre tuvo una memoria tan mala que no era capaz de recordar quiénes eran sus compañeras de gabinete y quiénes no. Y le pasaba las informaciones a quien primero se las pedía. Así se lo explicó a Fraga cuando la despidió.

– mi tío Fernando tuvo un cargo en el PP de Andalucía. Y, por supuesto, conoció a Aznar.

– mi amiga C., que hace unos años se presentaba a ‘castings’ de pies, hoy se dedica a la diplomacia intenacional. Y, por supuesto, ha conocido a José María Aznar.

– mi amiga A. D. vive actualmente en la casa donde vivieron los Aznar Botella antes de mudarse al Palacio de la Moncloa. Yo he estado en esa casa y tengo algo que deciros: las paredes del dormitorio del matrimonio presidencial eran de color rojo bermellón. No os digo más. De un rojo muy parecido al color de fondo sobre el que mi amiga C. – esa que ha saludado a Aznar un par de veces en cumplimiento de sus tareas de diplomacia internacional – se fotografiaba los pies para sus ‘castings’:

Grados: 2º

Roberto Enríquez (el actor)… y yo

Hace casi cuatro años, el 17 de agosto de 2002, vi por primera vez a Roberto Enríquez de protagonista.

Lo escribí en mi diario:

«El sábado vi en el cine una película cuyo protagonista se llama y apellida igual que yo, tiene una edad similar a la mía y unos (a grandes) rasgos físicos que podrían coincidir con los míos (pelo negro, ojos oscuros, nariz pequeña…).

Ya había visto a ese actor en otras películas y en series de televisión, pero nunca antes como protagonista, y ver su nombre – mi nombre – en la pantalla grande me produjo una rara sensación divertida y a la vez me hizo pensar en la posibilidad de que algún antiguo compañero del colegio, alguien a quien hace veinte años que no veo (¡que veinte años son nada! ¡JA!) hubiera estado en ese mismo cine, viendo esa película y pensado tal vez que él era yo; se acordara de mi nombre, mi primer apellido (de tanto escuchar a los profesores pasar lista, crecemos con una cierta memoria de los nombres y apellidos de nuestros antiguos compañeros de escuela. O al menos yo me acuerdo…), mi afición por el teatro (y lo teatrero, para qué lo vamos a negar) y mi aspecto de niño (pelo negro, ojos oscuros, nariz pequeña…) que podría haber crecido hasta ese mismo rostro y ese cuerpo.

Hay alguien ahí afuera que cree que soy actor.

Acabo de leer un precioso relato de Henry James titulado «El rincón feliz» en el que un hombre maduro regresa a su ciudad, Nueva York, después de treinta años de ausencia. Una noche decide quedarse en la gran casa vacía que habría habitado de haber vivido allí todo el tiempo que estuvo fuera, para encontrarse con quien ocupa la casa, que no es otro que él mismo si nunca se hubiera marchado.

Hay alguien ahí afuera que piensa que ocupo otro rincón.»

Un par de años más tarde, imaginé un microcuento que envié a un concurso que no gané. Un relato en el que me aterraba ante la posibilidad de que Roberto Enríquez y yo muriéramos en el mismo avión:

«Siempre pensé que lo mejor era morir en un accidente aéreo o en cualquier otra catástrofe; así mi nombre aparecería en un listado de víctimas y ni los amigos ni los amantes ocasionales me dejarían mensajes en el contestador como si estuvieran hablando para un vivo. Aunque quizás sí lo hiciera la encargada del tinte, o el zapatero. Siempre preferí una lista a una esquela. Siempre, hasta hoy. Cuando he cruzado el avión hasta llegar a mi asiento y he visto, sentado en una de las primeras filas, a un actor que se llama y se apellida igual que yo.»

La verdad es que me preocupa que le pase algo malo a Roberto Enríquez, me asusta leer mi nombre en titulares trágicos algún día…

Una mañana llamó al teléfono de mi casa una periodista que quería entrevistarme, que había conseguido mi teléfono en la guía, y pensaba que yo era el actor. Todavía me estoy arrepintiendo de haberle dicho la verdad y no haber respondido a sus preguntas…

Roberto Enríquez y yo hemos coincidido varias veces en distintos restaurantes de Madrid, pero él no sabe que se llama como yo.

Grados: 1º

Bob Marley… y yo

Qué gracia, precisamente ahora, con la que hay montada en Gaza y está cayendo en el Líbano (con la que está montando/lanzando el gobierno israelí), vais y me preguntáis por mis grados de separación con Bob Marley, mítico músico y famosísimo rastafari jamaicano.

[INCISO: Para los que no lo sepáis, lectores de mis entretelas, la religión rastafari defiende la búsqueda de la Tierra Prometida (en su caso, Etiopía) y considera a los de su raza (negra) descendientes de los antiguos israelíes. Sin embargo, y probablemente debido a los efectos sedantes que tienen los porros de marihuana entre sus seguidores y a lo que se tarda en componer una buena melena rasta, los miembros de esta religión – de momento – no han decidido pasar a la acción y se conforman con promover el buen rollo, anunciar el fin de la opresión para los negros y ponernos de vuelta y media a los maricones en alguna de sus canciones. Y menos mal. Porque si no, además de Gaza y el Líbano, ahora estaríamos asistiendo a otra toma de posiciones en Etiopía por parte del gobierno rastafari radical.]

Bueno… pues el tal Bob, El Otro Bob, como todo el mundo sabe, estuvo casado con Rita Marley, que en el año 1995 grabó el disco «Spectacles for Tribuffalos» con el músico español Gregorio Paniagua, con quien yo cené una noche en su casa hace ya algunos – ¿diez? ¿ya? ¡COÑO! – años…

…¡ah, aquellos viejos malos tiempos en los que yo era agente de prensa, asistente personal (casi asistenta) y manager de una cantante de música contemporánea de tantas y tan prodigiosas cualidades vocales!

¡Ah, aquella cantante!

¡AH, qué LOCA estaba esa tía cabrona!

Grados: 3º

Matías Prats… y yo

  • Matías Prats para extranjeros:

    Matías Prats es el presentador del noticiero televisivo de máxima audiencia en España. Un noticiero vespertino de marcado carácter anti-gubernamental (ahora) que fue muy pro-gubernamental (entonces, cuando Aznar nos bronqueaba cada día por ser tan malos patriotas), y en el que se mezclan sin pudor matanzas internacionales con sobrecogedores descubrimientos científicos, tales como animales de dos cabezas, cerdos gigantes, norteamericanos comedores de hot-dogs o el bikini más caro del mundo. Cosas así. Cosas del mundo. Noticias del mundo. News of the world total.

    Matías Prats es hijo de Matías Prats, un periodista mítico en España durante el siglo pasado, un hombre que se hizo famoso por sus retransmisiones de fútbol y toros durante el franquismo, y que dirigió el NODO (informativo cinematográfico de propaganda franquista) entre 1947 y 1971. Ahí es nada.

    Matías Prats (Jr.) es además el rostro visible de la publicidad televisiva del banco de origen holandés ING Direct, un banco que ofrece a sus nuevos clientes depósitos con altos intereses y cero comisiones.

  • Matías Prats para ING Direct (Matías, el extranjero):

    Cuando ING Direct llegó a España, hace 7 años, su publicidad, protagonizada por Matías Prats, se dirigía a captar a los clientes más avanzados y «atrevidos»; usuarios de banca online, jóvenes profesionales… y para eso Matías Prats era un buen tipo: conocido por su primera etapa de periodista deportivo, afable, de confianza…

    Más adelante, ING Direct quiso ampliar su público objetivo y sustituyó a Matías Prats en los anuncios por ciudadanos anónimos (de toda edad y condición) que proclamaran las bondades del producto.

    Hasta que el escándalo de Afinsa y Fórum Filatélico les jodió la campaña. Porque la «gente de la calle» que anunciaba las virtudes de ING Direct se parecía demasiado a la «gente de la calle» que aparecía en los informativos televisivos (el de Matías Prats, entre otros), frente a las sedes de Afinsa y Fórum denunciando que habían sido estafados, llorando por sus ahorros perdidos y reclamando soluciones.

    Por eso, ING Direct decidió recuperar a Matías Prats para sus anuncios y mandarlo de viaje con su banco naranja a otras sedes de ING Direct en el mundo (Londres, Nueva York, Amsterdam), para que la gente viera que ING Direct no es un chiringuito, sino un banco serio, un banco internacional.

  • Matías Prats, ING Direct y yo:

    Al poco tiempo de llegar ING Direct a España, en la misma época en la que Matías Prats era el rostro visible de su publicidad, los directivos del banco decidieron hacer buen uso de internet para captar clientes. Y acabaron creando, en colaboración con Kelkoo España, un nuevo producto de pago online basado en su cuenta naranja. Yo era entonces el Director de Producto de Kelkoo España, y colaboré activamente en ese proceso, y hasta me reuní con el Director General de ING Direct España, César González-Bueno Mayer Von Wittgenstein. La única vez en mi vida que me he reunido con el Director General de un banco. Y la última, me temo.

    Grados: 2º

  • Elfriede Jelinek… y yo

    Kjell Espmark, responsable del Comité de Literatura de la Academia Nobel, presentó a José Saramago el 7 de diciembre de 1998 ante el rey Carlos Gustavo de Suecia como un narrador que ha producido «una ingeniosa versión de la historia que no se deja aprisionar«, que «ha creado un cosmos que no pretende ser una imagen coherente del universo» (y menos mal, queridos, menos mal…)

    El 17 de diciembre de 2004, Horace Engdahl, secretario de la Academia Nobel, en una ceremonia privada celebrada en la residencia de la embajadora sueca en Viena, ante Kjell Espmark y la embajadora de Suecia en Austria, Gabriella Lindholm, le dijo a Elfriede Jelinek, «usted ha ampliado el arte literario» (incluso lo ha desgarrado analmente, me atrevería a decir yo…)

    Así, entre una cosa y otra, entre Estocolmo y Viena, entre el trago de ver a la mujer de Saramago en la cena de los Nobel con un vestido que llevaba bordado uno de los párrafos de «El evangelio según Jesucristo»(Miraré a tu sombra si no quisieras que te mire. Quiero estar donde estará mi sombra, si allí estuvieran tus ojos) – suceso de corte y confección verídico, lo juro – , y el trago de viajar a compartir velada y cena breve con esa psicópata de la literatura – y el maquillaje – que es la Jelinek, yo escribía…

    1 de febrero de 2003,

    Ayer tarde, antes del masaje, entré en un bar a tomarme un vino y José Saramago se sentó detrás de mí. En la barra, dos camareros hablaron entre sí sobre él y uno dijo que su novela favorita había sido El año de la muerte de Ricardo Reis, porque le encantaba Pessoa. Una situación fantástica (en el más amplio sentido de la palabra).

    Entonces me acordé de los versos de Pessoa que pueden leerse en el Monasterio de los Jerónimos de Lisboa, donde descansan sus restos, unos versos que firmó Ricardo Reis:

    Para ser grande, sé entero; nada

    tuyo exagera o excluye.

    Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres

    en lo mínimo que hagas.

    Así en cada lago la luna toda

    brilla, porque alta vive.

    Jelinek Kjell EspmarkSaramago… y yo

    Grados: 3º