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Leona, Sonrisas de Bombay y Arquitectura sin Fronteras.

Construyendo un orfanato en Sierra Leona por WhatsApp, cuando se quiere se puede

Por Javier Gutiérrez, jefe de obra para Amigos de Sierra Leona.

Permitidme dos minutos de vuestro tiempo para que os cuente una historia.

Hoy en día creo no equivocarme si digo que la mayoría de las personas que vivimos en España tenemos la dichosa aplicación y que el 100% de las personas que la tienen forma parte de algún grupo: la familia, las madres del colegio, los colegas, el equipo de ciclismo etc.

Tampoco creo equivocarme mucho si afirmo que muchas veces estamos hartos de tener que revisar cientos de mensajes sin contenido de esos grupos y muchas veces nos envían amigos bien intencionados: pesados archivos molestos, que llenan la memoria de nuestros móviles, agotan la pila, nuestros megas y nuestra paciencia.

Os diré que yo soy de ese pequeño porcentaje que no tenía la famosa aplicación instalada; os diré también que llevo haciendo obras de construcción más de media vida y eso, contando los años que tengo, es bastante tiempo.

En todos estos años, todos los días he pasado por las obras en las que estaba de una u otra forma participando, he visto lo que se estaba haciendo, he hablado con los trabajadores y he dado mis opiniones o instrucciones. ¡Ah! Se me olvidaba, siempre en perfecto castellano, ya fueran los trabajadores españoles, rumanos, cubanos, marroquíes o de otras nacionalidades.

Pero… el pasado 31 de diciembre de 2016, instalé la aplicación esperando recibir y compartir con mis amigos y familiares la felicidad por un año terminado y os mejores deseos para el siguiente. Claro que recibí muchos vídeos e imágenes, pero también recibí un mensaje que cambiaría mi concepto de la famosa aplicación, el uso que hacía de ella y mi vida.

Uy, que dije dos minutos y se está haciendo largo. Acelero…

La segunda semana de enero de 2017, Concha me presentó a Susan, que me contó que la ONG que presidia tenía un sueño: construir un orfanato y una escuela y un consultorio médico y así ayudar a los huérfanos de una terrible enfermedad que en España nos tuvo pendientes de la televisión unos cuantos meses allá por el 2015: el ébola (decidlo bajito, que todavía asusta).

La cuarta semana de enero, tuve otra reunión con Amigos de Sierra Leona, esta vez para preparar mi viaje al país a la semana siguiente.

El día 3 de febrero estaba aterrizando en Freetown y pase los siguientes siete días en Ma-tindi: conocí a los trabajadores del sitio, replanteé los cimientos y colaboré en el diseño del nuevo proyecto, dada la dificultad de realizar en ese país el que estaba predefinido; aprendí todo lo que pude y enseñé lo poco que sabía; vi la pobreza, la necesidad de ayuda que tenían; hice buenos amigos y lloré, lloré mucho, en silencio. Cuando se secaron mis lágrimas, decidí que este nuevo amigo mío, necesitaba y merecía toda mi ayuda.


Desde el 8 de febrero, cuando envié a mi amiga Concha esta foto por WhatsApp, nunca he dejado de estar pendiente del teléfono. Con la famosa aplicación, antes odiada podía comunicarme con la obra, ver los avances y celebrar con los trabajadores cada paso dado. Estaba disfrutando y viendo crecer día a día el futuro de muchos niños.

Pero de repente la cosa cambió, la constructora encargada de las obras comenzó a demorarlas con la intención de conseguir más dinero de nuestra pobre caja, la calidad de los trabajos bajó y la cercanía de la temporada de lluvias, ponía en grave peligro nuestra intención de abrir la escuela en septiembre de este año. Los días pasaban inexorablemente y, a 5.300 kilómetros de casa, nuestra impotencia crecía, no encontrábamos la solución.

Miré mi teléfono una vez más, para ver las fotos de los trabajos realizados, calmar mi rabia y buscar consuelo.

Susan, Nacho, Concha, nuestro representante allí en Sierra Leona, tiene una wifi portátil y por lo tanto WhatsApp en el teléfono, puedo comunicarme con él, rápido volvemos a contratar a los trabajadores despedidos por la constructora, yo los conozco y sé que son buenos chicos, me comunicaré a diario con Mohamed y le daré instrucciones de como continuar los trabajos, no importa que él no sepa de construcción yo visitaré la obra todos los días aunque este a 5.300 kilómetros.  Mohamed su teléfono y el antes odiado WhatsApp, serán mis ojos y yo seré el jefe de obra que necesitan, no importa que no sepa inglés y que ellos no sepan español, traduciré con la aplicación todos y cada uno de los mensaje que me manden y los que yo les mande, revisaré las fotos una por una y mandare planos, croquis y dibujos de todos y cada uno de los procesos necesarios.

Desde entonces todas las tardes, dedico unas horas a dirigir mi mejor obra, a mis mejores trabajadores y a preparar el futuro de esos niños y niñas que tanto lo necesitan.

2.950 fotos y más de 5.000 mensajes de texto enviados por WhatsApp, la obra está terminada, los niños tienen su escuela y el orfanato está a punto de abrir sus puertas y acoger los primeros huérfanos.

Gracias a todos los trabajadores del sitio por su titánico esfuerzo, gracias a los Amigos de Sierra Leona por haber confiado en mí, gracias a todos los donantes que han facilitado los materiales y el dinero para poder hacer realidad este sueño. Gracias a mi familia por su apoyo y a mi mujer Amy por su paciencia.

P.D. hace unos días he podido viajar nuevamente a Ma-tindi y llorar al ver los edificios construidos. Como veréis, soy muy llorón, pero cuando se han secado las lágrimas, he contemplado unos magníficos edificios nacidos en medio de la selva, me he puesto mi casco de obra para trabajar y dar a los edificios una terminación del siglo XXI en un país en el que todavía por desgracia muchos de sus habitantes viven en el XIX, pero eso sí, tienen WhatsApp.

No volveré a mirar esta aplicación con odio y no me volverá a molestar oír su Tu tu turutú.

Javier Gutiérrez, Amigos de Sierra Leona,

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