Tom Holland, historiador: «El pasado es el pasado y no nos va a decir cómo será el futuro»

El historiador Tom Holland / AGENCIA EFE

Tom Holland (Wiltshire, Inglaterra, 1968) es uno de esos historiadores que acercan con éxito su materia al gran público: demuestra gran habilidad narrativa, sabe transmitir pasión, pero también enseña a hacer una lectura crítica y actual de la historia y sus fuentes. Lo hace con sus libros –Rubicón, Fuego Persa, Milenio, A la sombra de las Espadas…-, en la radio -es presentador del programa de radio Making History en BBC4-, en artículos en prensa, documentales o en su Twitter. Un verdadero historiador transmedia. Y de los buenos. Alegra, por tanto, que dejara de escribir novelas sobre vampiros.

Acaba de lanzar en España Dinastía (traducción de Joan Eloi Roca, Ático de los Libros, 2017) en donde, tras contar el auge y la caída de la República romana en su célebre Rubicón, narra la historia de la primera dinastía de emperadores: la Julio-Claudia. Es decir, la historia de Augusto y sus descendientes, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. 


En una República, las cosas fundamentales ocurren delante de muchas personas; pero en una corte, lo importante sucede en dormitorios y comedores


«Estamos a dos mil años de aquellos emperadores», explica Holland en un hotel de la Gran Vía madrileña,»pero incluso los historiadores que escribieron décadas después de ellos sabían que tenían un gran problema. Tácito ya lo decía en sus Anales: «Sus historias fueron falsificadas mientras estaban vivos por miedo, y luego tras sus muertes, fueron reescritas bajo la influencia del odio». Los romanos ya veían ese problema». Además, su propia forma de gobernar acucia el problema del historiador: «En una República, incluso en la romana, las cosas fundamentales ocurren delante de mucha gente; pero en una corte, lo importante sucede en dormitorios y comedores«.

Así pues, Holland se embarca en un proyecto que busca captar «el sentido completo de aquella época». «No podemos entender la historia del imperio solo con las historias individuales de cada emperador, porque faltaría el contexto que te da el concepto de dinastía», razona así su manera de trabajar con la que ha intentado ir más allá y narrar, a través de esa dinastía llena de «sadismo y glamour», ver «cómo los romanos se veían a sí mismos y cómo los romanos veían a los demás».

Así que por las páginas de Dinastía desfilan los Augusto, Nerón, Calígula (que quizá no estuviera loco, pero sí era malvado), Claudio (lejos del empático retrato que hiciera de él Robert Graves), sus esposas y mujeres… Y Holland, autor inteligente, sabe contarlo para el lector del siglo XXI: a Agusto le denomina «El Padrino» y otros términos mafiosos abundan en el texto. No hay mitificación, ni elogio gratuito en su retrato.


Los que escriben la historia pertenecen a las élites y por eso acaban criticando a los que se enfrentan a ellos como Nerón y Calígula. Es como ocurre hoy con Trump y ‘The New York Times’


Las comparaciones más jugosas y contemporáneas son las que pueden extraerse de  Nerón y Calígula con los populismos contemporáneos. «No es coincidencia que Nerón y Calígula fueran los emperadores que mejor entendieran al pueblo y a los que más criticaran los historiadores», asegura. «La gente que escribe la historia pertenece a las élites y estos emperadores se enfrentaron a la clase senatorial y buscaron la aclamación del público», narra y compara: «Es como ocurre hoy con Trump y The New York Times. Te puedo garantizar que ahí no vas a leer cosas buenas sobre él. Trump, en ese sentido, es equivalente a Nerón«.

Le gusta a Holland, y se le da bien, buscar conexiones entre el pasado y el presente de mayor actualidad, pero también sabe huir de lo obvio. El nombre del rubicundo presidente de EE UU lo sobrevuela todo, pero quizá no sea el mejor ejemplo si hablamos de emperadores romanos. «El paralelismo más interesante es con Putin«, reconoce, «es un líder que acumula poder sobre la infraestructura de la democracia y en nombre de ella». «Es lo mismo que hizo Augusto con una habilidad asombrosa: afirmaba restaurar la República pero estaba sustituyendo un régimen. Su gran logro era fingir que no estaba al cargo».


El único líder de la Europa democrática que admite comparación un emperador es Berlusconi: su combinación de populismo y autoritarismo era muy romana. Y él también se retiraba a una isla para tener sus fiestas bunga-bunga


Le pregunto si hay algún líder de la Europa democrática actual asimilable a algún emperador romano y asegura categórico que no, con una excepción: «El único que puede admitir comparación es Berlusconi; su combinación de populismo y autoritarismo era muy romana. Y él también se retiraba a una isla para tener sus fiestas bunga-bunga«. Se ríe y le digo que seguramente a Il Cavaliere no le habría disgustado esa comparación. «Probablemente», responde entre sonrisas.


Es casi imposible no estar interesado en la historia. Casi todo lo que nos rodea tiene que ver con ella


FOTO D. Y.

Para alguien que ha hecho de su vida el divulgar la historia, le inquiero, ¿de verdad cree que el público está realmente interesado en ella?  «Creo que es casi imposible no estar interesado en la historia», responde. «Casi todo lo que nos rodea tiene que ver con ella. James Joyce, el novelista irlandés, dijo a través de uno de sus personajes: «la historia es una pesadilla de la que intento despertar. Bueno, pues no vamos a despertar», responde.

«Fíjate», expone, «casi todos los debates políticos actuales hablan sobre de dónde venimos, de nuestra historia. Los convulsos referéndum en Escocia y el del brexit en Reino Unido. El debate sobre Cataluña aquí en España. Son debates sobre la historia. Y sobre geografía».


La historia no es una ciencia. Es un diálogo entre pasado y presente


Ya que lo saca él le pregunto sobre cómo un país que ha dado grandes historiadores sobre Europa y la Antigua Roma ha optado por abandonar la Unión Europea. «Honestamente, creo que la mayoría de historiadores eran partidarios del remain», responde socarrón. Pero no deja de entrar al trapo. «La gente que votó por el brexit no sienten que ellos fueron una vez parte del imperio romano,… A los británicos nos ha influido más nuestra geografía, el hecho de ser una isla separada del continente, y el que hemos resistido con éxito a la mayoría de superestados europeos: Felipe II, Napoleón y Hitler», opina.


El pasado es el pasado, y no nos va a decir cómo será el futuro


«La historia no es una ciencia», afirma este historiador, «es un diálogo entre pasado y presente, y las lecciones que la gente extrae de ella las vuelca en el presente». Y vuelve a su idea anterior de que todo es historia: «Las ficciones que se proyectan en el futuro o en mundos fantásticos son meditaciones sobre la historia: Star Wars es la caída de la República romana; Dune, Juego de Tronos… En política, las agendas nacionalistas se vuelcan siempre sobre el pasado: Le Pen, Wilders, Trump… Acuérdate de su Make America Great Again. Volver es la clave».

Así pues, le pregunto, ¿en la historia está nuestro futuro? «No», responde y asegura que, aunque en el presente volquemos las enseñanzas de la historia, «el pasado es el pasado y no nos va a decir cómo será el futuro«.

Le recuerdo el mítico diálogo de La vida de Brian sobre «qué han hecho los romanos por nosotros» y le pido que me diga qué es lo mejor y lo peor que nos legaron los romanos. «Lo mejor es la literatura y la poesía. Han pasado 2.000 años de los poetas romanos pero siguen siendo inspiradores hoy y son la mejor muestra para articular la experiencia de ser romano». Y duda algo para decir lo peor: «Seguramente el glamour y la seducción por el papel del conquistador que nos han provocado y de lo que, me temo, soy culpable también yo».

Antes de despedirme le pregunto por sus próximos proyectos. «Quiero escribir una historia completa del imperio romano hasta su caída en el Oeste», me explica, «ahora estoy escribiendo un libro que va desde la muerte de Nerón hasta Adriano».

¿Conocéis la obra de Holland? ¿Qué os parece?

¡Buenas lecturas!

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1 comentario

  1. Dice ser Contestataria

    Tiene toda la razón, Putin es un déspota, y, además, un mafioso. Reúne todas los defectos de Nerón, Calígula y compañía, y encima, con los medios actuales. Lo siento por los rusos: siguen siendo siervos, como lo han sido siempre.

    27 mayo 2017 | 22:53

Los comentarios están cerrados.