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Solas en la ciudad

Por Rosa Briales Rosa Briales

El verano es un momento de respiro y descanso para muchos de nosotros. Sin embargo, para muchas personas mayores en la ciudad de Madrid, en esta época del año los pocos familiares que tienen, los vecinos que les alegran los días con un saludo en la escalera, se han marchado de vacaciones, y el sentimiento de soledad con el que conviven se acrecienta.

Cuando Antonia cumplió 80 años, y aunque nunca lo hubiera imaginado, pasó el día sola, arropada solamente por su mesa camilla. Antonia es cordobesa, una mujer simpática y entrañable, le encanta charlar, socializar, el contacto con los demás. Fue educada en las labores del hogar, en particular se ha dedicado muchos años a la costura, y ha sido profesora de corte y confección. A los 25 años vino a vivir a Madrid. Estuvo casada y no tuvo hijos. Trabajó en casa de escritores, ayudándoles en la cocina y en las tareas del hogar. Muestra con orgullo los libros que le han dedicado.

Antonia cartel

Hace algunos años sufrió una caída. Desde entonces sale poco de casa y pasa sus días en un piso pequeño en el barrio de Argüelles. Pasa las horas leyendo, viendo la televisión y cosiendo. Escribe y habla por teléfono con sus amigas. Le gusta el teléfono fijo y la correspondencia, la comunicación “de toda la vida”, y de hecho, es una experta en la materia. Con su sonrisa y su alegría es capaz de transmitir y contagiar a los que la rodean el gusto y placer de vivir la vida. Le gustaría salir más, ir a visitar a sus amigas y organizar reuniones y meriendas en las casas, como solía hacer, pero con la edad todo se ha complicado. Ir a hacer la compra, sencillamente salir de casa se ha convertido en una experiencia ocasional, de la que disfruta cuando tiene visitas, y una mano amiga que pueda cogerle del brazo.

Antonia acompañada

Hace un par de años le hablaron de Amigos de los Mayores, una organización que se dedica a apoyar a las personas mayores que viven o se sienten solas, a través de voluntarios. Al principio tuvo sus dudas. Para Antonia, no fue sencillo aceptar que necesitaba ayuda, decidirse a solicitar un voluntario y abrir sus puertas a nuevas personas. Finalmente se animó a ponerse en contacto con la organización, y unos meses después conoció a Angel.

Angel es publicista, valenciano, de 30 años, y en ese momento acababa de instalarse en Madrid. Sentía que la vida le sonreía y tenía ganas de compartir su alegría con otras personas haciendo un voluntariado. Tenía muy presente la relación con su abuelo, y se puso en contacto con Amigos de los Mayores.

Antonia suele decir que tiene dos ángeles, uno arriba y otro abajo. Angel viene a visitarle todos los sábados, e intenta animarle para salir con ella a la calle, y que pueda tomar el aire. Cuando está ocupado el fin de semana sustituye la visita del sábado por una tarde entre semana. Sabe lo importante que es para Antonia esta visita semanal. También lo es para él, ambos se enriquecen mutuamente, y han ido construyendo una bonita amistad. Juntos van dos veces al año a las fiestas tradicionales de Amigos de los Mayores, en San Isidro y Navidad.

La vida de Antonia ha cambiado mucho desde entonces. El pasado verano pudo disfrutar también de un fin de semana de vacaciones en la sierra de Gredos, junto con otras personas mayores de la Fundación. Fue una experiencia inolvidable, hizo nuevas amigas, y este 83 cumpleaños tiene planeado hacer una comida en su casa, y preparar unas migas para todas, una de sus especialidades. Con un poco de ayuda, será una fiesta inolvidable, como las que solía organizar.

Como Antonia, en Madrid hay más de 150.000 personas mayores que viven solas, en España son más de 1.800.000 personas mayores, y este verano lo pasarán de nuevo en soledad.

Para visibilizar esta situación, Amigos de los Mayores ha creado la campaña de sensibilización multicanal #NoCumpleAñosFeliz con el objeto de traducir esa información en una acción directa como pueden ser nuevos voluntarios y voluntarias, socios o aportaciones económicas que ayuden a desarrollar los programas de acompañamiento de la entidad. Amigos de los Mayores lanza #NocumpleAñosFeliz en unos meses de verano donde la soledad se acrecienta para muchas personas mayores debido principalmente a la reducción de sus escasas redes sociales como consecuencia de factores como las vacaciones familiares y a las altas temperaturas que dificultan la posibilidad de salir de casa.

Este verano, ACOMPAÑA, COLABORA, IMPLICATE.

Rosa Briales es responsable de sensibilización de Amigos de los Mayores. Es posible hacer una aportación y regalar compañía para personas mayores llamando al teléfono 91 359 93 05, a través de la página web o enviando un mail a socios@amigosdelosmayores.org.

No sólo un día al año

Por Alejandra Luengo Alejandra Luengo

Hay días de los que todo el mundo se suele acordar; el día de la madre, el del padre, el de San Valentín, el de la mujer… Ahora que está cerca el primero, qué mejor momento para tener presente la maternidad.
Lo cierto es que frecuentemente cuando se piensa en las madres nos viene a la mente las que son jóvenes y dejamos de lado a aquellas que lo fueron primero, las mayores, que ahora además de madres incluso pueden ser abuelas.
La realidad es que ser madre es para toda la vida, no sólo cuando se es joven, vital, resolutiva, cuidadora, independiente o fuerte. Por eso este post va dedicado a las madres mayores, esas que frecuentemente están tan olvidadas por parte de la sociedad y de gran parte de sus familias, a muchas de ellas que viven solas, o en residencias, que pueden encontrarse con dolencias o enfermedades, pero que siguen siendo madres.

Imagen de promoción del Concurso de Fotografía Intergenracional de la Fundación Amigos de los Mayores.

Imagen de promoción del Concurso de Fotografía Intergenracional de la Fundación Amigos de los Mayores.

Son mujeres que experimentaron la maternidad hace cincuenta, sesenta o incluso setenta años cuando todavía no estaba ni siquiera presente la democracia en España y tuvieron que asumir, supuestamente sin rechistar, los condicionantes de una época histórica, social y política que las mantenía al margen.

Personas que han tenido que vivir e interiorizar cambios para los que nadie las preparó y han allanado el camino a las que hemos venido después. Mujeres que frecuentemente fueron educadas en un patriarcado que potenciaba la sumisión, la entrega incondicional y la dependencia de la mujer, pero que también lo cuestionaron o quisieron que sus hijas y nietas no viviesen lo mismo.

Al hilo de esto hace semanas una chica en la consulta me relataba como su abuela de más de ochenta años le aconsejaba, que no tuviese prisa por casarse y que disfrutase, experimentase y apreciase todo aquello que la vida le ofrecía sin tener como objetivo vital prioritario casarse y tener hijos. Esta mujer, que actualmente vive en una residencia de personas mayores, defendía la libertad, el aprendizaje, y la experimentación de la nieta; toda una apuesta por la vida en la vejez.

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Community manager a los 73 años

Por Pilar González Soriano la foto (4)

Su curiosidad se despertó un domingo, cuando todos nos juntamos para adorar la paella. En vez de alabar su sofrito alabábamos los videos de los sobrinos, las ultimas gracias en youtube y los memes mas divertidos… Y, claro, ella no podía ser menos. Nació para anfitriona, y se siente capaz de serlo por tierra, mar y aire. La curiosidad fue el primer paso. Pidió que ‘la enchufásemos  al cacharro ese donde estamos todos’. Era de justicia, ella también tenía derecho a enterarse de los últimos cotilleos familiares. Hicimos un fondo para comprarle lo último en móviles. Porque, claro, ella nos reúne para compartir los manjares mas exquisitos y nosotros teníamos que corresponderle con lo último de lo último (es decir, el 4G). Ése fue el segundo paso: la tecnología.

Primeros pasos en el uso de la tableta. Imagen de Pilar González Soriano.

Primeros pasos de Manoli 7.3 en el uso de la tableta. Imagen de Pilar González Soriano.

Llegó el momento de encender su ‘cacharro’, y le pusimos lo esencial: el whatsapp y un acceso a los contactos favoritos para que pudiese llamarnos para dudas y preguntas. Pero no hizo falta. Ella enseguida se puso sus gafas, cogió su lapicero táctil y nos saludó a todos en el grupo familiar. Nuestro miembro más veterano. Ése fue el tercer  paso: tomar las riendas de su público, hacerse con su comunidad natural.

Con el whatsapp organiza nuestros encuentros, exige fotos de unos y otros, y cuida de los niños de mis primos algún día que están enfermos y no pueden ir a la escuela. Comparte fotos con los padres que han dejado la criatura a su cuidado, para que estén tranquilos. Y les avisa oportunamente: ‘no vuelvas corriendo del trabajo, que la niña se ha dormido’. Usos tecnológicos útiles, sensatos y que se agradecen un montón.

Al regalarle el teléfono jamás pensamos que fuese capaz de llegar más allá de leer whatsapp y como mucho contestar brevemente. Pero no solo se hizo la reina de los grupos familiares, al poco aquello se le quedó pequeño y conquistó Facebook co total naturalidad. Su primer comentario  fue: ‘Os estoy vigilando’. Y sí, nos tiene controlados, pero no sólo a los más cercanos.

Ha tejido de nuevo la red con muchas personas con las que era difícil mantener el contacto. Desde la prima de  Canarias que hace años que no vemos (y cuyos ojos alaba en su foto de perfil); pasando por un amigo con el que iba a bañarse al río que hace fotos estupendas de Aranjuez. Ha encontrado y ‘fichado’ a la amiga peruana de mi prima que vino una vez a casa a comer paella. Y tiene comunicación constante con su sobrina nieta que está en Italia estudiando un trimestre. Tiene también un sobrino en la universidad en Alemania: aunque el joven ponga comentarios en alemán ella siempre dice ‘me gusta’, para que él sepa que lo sigue. La casa de mi madre siempre ha sido muy internacional y no hay idioma que se le resista -aunque no lo entienda-, así que esperamos en cualquier momento la eclosión en las  redes de tantas amigas japonesas que hemos ido conociendo a lo largo de los años.

Cuando se encuentra a las amigas de la infancia por el pueblo, lo primero que les pregunta Manoli es: ‘¿tú tienes facebook?’ Los primeros días se nos hacía raro, pero hay algunas que como ella han sucumbido a las redes y se cuentan sus recuerdos de cuando bailaban en la sección femenina. A través de Facebook,ha adoptado a uno de mis amigos, al que solo ha visto en foto, pero se han hecho inseparables recomendándose libros y películas.

El penúltimo paso de esta carrera natural es el ciberactivismo. Siempre ha sido muy guerrera, y comenta a los que dicen que no quieren soterrar el AVE en Murcia. Cuando ve injusticias las comparte en su muro, y se queja, y se ríe, y se emociona…

Y de vez en cuando nos asomamos a su muro para darle las buenas noches vía internet, y ella nos manda besos y abrazos que nos llegan igual que si nos los estuviese dando en persona, con esa misma calidez. Ésa es mi madre, Manoli 7.3, un ejemplo a seguir que ya nos está diciendo que Facebook se le queda pequeño.

Para quien es capaz de tejer a su alrededor y crear comunidad, no hay barreras tecnológicas. Sabemos cuál es el siguiente paso: ya tiene twitter. Y todos la seguimos.

Pilar González Soriano es tan buena administrativa como creativa. Amante de los buenos musicales y representante de un gato llamado Mateo. 

Magdalena y el Gordo de Navidad

Por Rosa Briales  Rosa Briales

Magdalena ha tenido una vida intensa y cargada de experiencias. Cuando repasa su juventud hay una de la que está especialmente orgullosa: haber repartido suerte por España durante años. Porque Magdalena fue durante mucho tiempo lotera en la conocida administración Doña Manolita de Madrid. Ella tuvo el honor de vender el Gordo de 1975. Aquella mañana de diciembre cuando llegó a su trabajo le llamó la atención la cantidad de fotógrafos y periodistas que había en la puerta. Su jefe le hizo pasar dentro y le contó que habían vendido ‘El Gordo’.

Magdalena con el recorte de la noticia del 'Gordo' de Navidad que vendió. Imagen de Amigos de los Mayores.

Magdalena con el recorte de la noticia del ‘Gordo’ de Navidad que vendió. Imagen de Amigos de los Mayores.

Magdalena ha vivido casi toda su vida en Madrid, trabajando en negocios de la Gran Vía: teatros, cafeterías y administraciones de loterías. Ha consagrado su vida a hacer felices a los demás. Cuidó de sus padres enfermos hasta que murieron, no tiene hijos, nunca se casó. Magdalena vive sola desde hace muchos años, en un piso pequeño, con una pequeña pensión. No se queja demasiado de su situación ni se arrepiente de las ocasiones perdidas, dice que intenta vivir ‘el aquí y el ahora’.

Sin embargo en ocasiones se siente sola, sobre todo cuando se acercan las Navidades. Como Magdalena cerca de 150.000 personas mayores viven solas en Madrid, son cerca de 1.800.000 en España,  y muchas también pasan estas fiestas en soledad. Cenan solas en Nochebuena, hace tiempo que han dejado de recibir regalos o tarjetas y ya no tienen cerca a alguien que simplemente les felicite el Año Nuevo. Para ellas la Navidad hace tiempo que dejó de ser una época bonita que compartir en  familia. Estos días los pasan espantando recuerdos. Algunos juegan a la Lotería, a casi todos les gustaría cambiar su suerte.

Magdalena, disfrutando del 'aquí y el ahora'. Imagen de Amigos de los Mayores.

Magdalena, disfrutando del ‘aquí y el ahora’. Imagen de Amigos de los Mayores.

Nosotros sí creemos que cambiar su suerte es posible, no sólo estas Navidades sino el resto del año. Tener amigos, esperar con ilusión un timbre que suena, volver a salir a la calle, olvidar esa silla vacía que te acompaña en Nochebuena… pensamos que estar acompañado no debería ser un premio que dependa del azar, como un décimo de Lotería. Hace 5 años, Magdalena entró a formar parte del programa de acompañamientos de Amigos de los Mayores, y conoció a Christiane. Llevan juntas desde entonces, suelen bajar a dar un paseo, a veces se quedan en casa y toman algo mientras hablan de todo lo inimaginable. A las dos les interesa el budismo y suelen intercambiar experiencias. Magdalena le cuenta cosas sobre su infancia en el pueblo y los animales para hacerla reir. Para ella Christiane ya es una amiga más.

En Amigos de los Mayores trabajamos cada año por intentar cambiar la situación de centenares de personas mayores que viven solas en Madrid. Hacemos acompañamientos a domicilio o al médico, posibilitamos que disfruten de vacaciones en verano, de visitas, actividades de ocio y fiestas en San Isidro y en Navidad. Intentamos que las personas mayores tengan una vida más digna y  lo conseguimos gracias a la ayuda de personas cientos de voluntarios: algunos donan su tiempo, otros aportan recursos económicos.

Magdalena no conoció nunca a la persona a la que vendió aquel décimo premiado, pero  escuchó  que era alguien humilde y que las cosas le fueron bien. Se alegra mucho de haber ayudado a cambiar su vida. Hoy tenemos la posibilidad de ayudar a mejorar la vida de Magdalena y la de muchas personas como ella, ayudarnos a que su compañía no sea sólo una cuestión de suerte.

Rosa Briales es responsable de sensibilización de Amigos de los Mayores. Es posible hacer una aportación y regalar compañía para 2015 llamando al teléfono 91 359 93 05, a través de la página web o enviando un mail a socios@amigosdelosmayores.org.

Una carta, una vida

Por Maribel Maseda Maribel Maseda 2

Conozco a María Ramírez desde hace tiempo, sus pasos son silenciosos, habla casi en susurros y es extremadamente discreta. Nadie conoce en realidad su historia; pasea por la noche sola, sin miedo, como si al dormir el mundo, ella pudiera recuperar todas las sensaciones que se obtienen cuando se sabe poseedor de él. Siempre me admiró su bondad y ella se ruboriza cuando se lo digo. Nunca pierde la esperanza, las ganas de vivir, la alegría de ser y estar.

María sostiene en su mano una foto de su juventud. Imagen: Maribel Maseda.

María sostiene en su mano una foto de su juventud. Imagen: Maribel Maseda.

Y un día sentadas juntas en un viejo banco, puntual a la cita que concertó conmigo, vestida con un pantalón azul, luciendo con orgullo su bonito bolso del mismo color, me regaló su historia, comprendiendo entonces el porqué de su aceptación en una vida que sin duda se le ha presentado dura y difícil.

Toda su infancia la pasó entre orfanatos y casas de familiares diversos que la acogían mientras esperaba anhelante que llegara el día de poder estar con su madre para siempre. Las veces que intentaban reunirse de nuevo, las vivía con la ilusión de que esa vez fuera la definitiva, apenas unos días en los que de nuevo, ante la carencia absoluta de recursos para cuidar de ella, la madre debía buscar un hogar donde alojarla. Recuerda como lloraban ambas con cada nueva separación. Hasta los 16 años, pedía cada día y cada noche que la vida cambiara para ellas. Y cuando pudo trabajar comenzaron por fin su vida juntas.

María, en una imagen antigua. Imagen: archivo personal.

María, en una imagen antigua. Imagen: archivo personal.

María se enamoró. Tardó en hacerlo, recuerda ella, pero lo hizo desde el alma. Tras 7 meses en España, su novio hubo de regresar a su país. Él le pide que regrese con él pero María no quiere dejar aquí a su madre. La pide en matrimonio y acepta. Durante 9 años no vuelven a verse nunca, ni una sola vez y se relacionan por cartas en las que van proyectando su boda. Los fines de semana los pasa entre sus  promesas, su  amor y su madre. Era absolutamente feliz.

Se acerca el momento de la boda y María cuida y elige su ajuar con la ilusión y la felicidad de quien solo es capaz de ver bondad y sinceridad porque su propio corazón está hecho de lo mismo. Y en medio de las calles y veredas que su imaginación dibuja sobre el país en el que vivirá en poco tiempo, de los planes de futuro entregada a la familia que siempre deseaba tener, entre el amor que hizo más llevadera la espera tantos años, se cuela una carta en su puerta de una mujer que le cuenta como allá en aquel país que María creía ya conocer tan bien, descubre  en su casa escondidas las fotos y cartas de María y entiende que no sabe que aquel hombre al que María llama novio, se casó con ella y nunca se lo dijo.

María lloró durante meses. Y nunca nadie pudo volver a ocupar su corazón.

En ese banco, escuchándola, creo ver todavía amor. Y cuando me mira con sus ojos claros, y me dice: ‘pero aquellos años no fueron baldíos. Pude estar con mi madre cada minuto de su vida. Tanto lo pedí, y me lo dieron. Y para mí fue la felicidad más grande durante sus 101 años, estar a su lado como quería cuando era niña’, entonces entiendo que María posee un don, el de su propia capacidad de sentir amor.

Ahora, cuando la veo pasear sola, veo su corazón lleno.  No llora la pérdida. Siente que el universo le regaló una oportunidad y cada día lo ha vivido como tal. Nunca más respondió las cartas de aquel hombre, pero el deseo cumplido de poder estar al lado de su madre y darle todo su amor  llenó demasiado hueco en su vida como para que quepa el más mínimo rastro de rencor. Hoy tiene 81 años, y continua incapaz de sentir rencor ante los regalos que siente que la vida le ha dado; ni siquiera cuando un vecino, amparado en el anonimato, le disparó hace unos días, porque sí. Y me pregunta en voz bajita, que porqué les molesta tanto su presencia, si ella solo tiene cariño para dar.

La vejez hace por sí misma una revisión de vida en la que sin ser del todo consciente, reorganiza las prioridades, recupera los recuerdos y les concede una valía diferente a la que le había otorgado en la juventud y en la madurez. Los objetivos alcanzados generan una satisfacción añadida, claro, sin embargo, regresan a algún punto de  la infancia donde no se podía desligar el instante de vida de la certeza de que estaba ahí para ser vivido. La vejez no es una involución, sino una recuperación de lo que hemos ido perdiendo por el camino. Hay una gran sabiduría en el anciano, al igual que en el niño. Pero mientras los adultos no dudamos en acercarnos a los pequeños, dudamos en hacerlo cuando se trata de los mayores. Claramente no sabemos comunicarnos con ellos. Y con esta idea, decidimos crear el movimiento #1vida1carta, en el que al conocer las historias del mayor, aparecen ante nosotros personas con entidad propia, identidad única, que sin querer habíamos invisibilizado al relegarlos al grupo de ‘ancianos’ en el que nadie es ya diferente.

Cerca de la última etapa de la vida, muchos de los mayores valoran sus vidas no por la cantidad de objetivos conseguidos, sino por la calidad de los afectos que han dado y recibido. Y de ellos se nutren, aunque sean amores y afectos pasados, como si  finalmente solo tuviese la capacidad de acompañarles  aquello que es capaz de vivirse desde el corazón.

Te hacen pensar: ¿cuanta porción de corazón podrías llenar mañana con lo que has conseguido cosechar a día de hoy?

Antes de despedirnos, pregunto:

–          ‘María, ¿eres feliz?

–          ‘Mucho, Maribel. Disfruté de lo que pedí cada día de mi vida. Y eso la llenó por completo. No necesito más para ser feliz’.

 

Maribel Maseda es Diplomada Universitaria en Enfermería, especialista en psiquiatría y experta en técnicas de autoconocimiento. Autora de obras como HáblameEl tablero iniciático, y La zona segura. Recientemente ha iniciado el movimiento #1carta1vida para dar valor a las vidas de las personas mayores.

Emilia y las rosas contra el olvido

Por Rosa Briales Rosa Briales

La soledad es un sentimiento que asola los países llamados desarrollados. Cada vez más expandido, afecta  especialmente a las personas mayores. Después de una larga vida vivida, con miles de historias para contar y compartir, muchas personas encuentran que no tienen con quien compartir sus historias pasadas y presentes. En Amigos de los Mayores movilizamos a personas sensibles a esta realidad, que acompañan un ratito a la semana a personas mayores que viven solas y con pocos recursos en Madrid. Para este Día de la Madre, queremos hacer un homenaje especial a todas las mujeres mayores, que han sido madres o han desempeñado este papel en nuestra sociedad. Hemos lanzado la campaña ‘Rosas contra el olvido‘ para apoyar su bienestar. Muchas de sus apasionantes historias están contadas en el blog Vidas Mayores.

Emilia, con uno de los libros de su biblioteca. Imagen: Proyecto Vidas Mayores.

Emilia, con uno de los libros de su biblioteca. Imagen: Proyecto Vidas Mayores.

Emilia vive en el centro  de Malasaña,  entre  ultramarinos chinos, tiendas de ropa vintage y locales de moda de repletos de veinteañeros. El barrio aún guarda espacio  para miles personas como ella, testigos privilegiados de su evolución durante los últimos ochenta años. Porque Emilia ha vivido en esta casa, su casa desde 1935, cuando llegó con apenas cuatro años en las vísperas de la Guerra Civil, ‘cuando los «pacos» se subían a los tejados del 2 de Mayo y tenías que tener cuidado para que no te disparasen’. Y aunque hace tres años que Emilia no sale a la calle, considera que el barrio no ha evolucionado precisamente para mejorar. ‘Antes las fiestas del barrio eran mucho más bonitas, llenas de majas y chisperos. Los últimos años esto se había llenado de coches, cuando era niña uno de los primeros coches que se vio por el barrio fue el de mi padre, un seiscientos  blanco muy bonito’.

Emilia es una persona cultivada y curiosa, en los rincones de su casa se amontonan los libros. Todo le interesa, conversar con ella es como un ejercicio de prestidigitación, manejando mil temas en el aire y saltando de uno a otro. Y así pasamos de la literatura al arte, y del arte los viajes y entonces Emilia enciende un pitillo. ‘Tengo 84 años y me fumo un paquete diario como he hecho desde que tenía 15. Hace poco vino a verme el médico, me inspeccionó los pulmones y me dijo que disfrutase, que lo mejor que podía hacer era disfrutar de los años que me quedasen de vida y fumar a gusto’. Dice exhalando el humo con una sonrisa. Bastan cinco minutos de charla con Emilia para saber que es una mujer de carácter.

Sólo hay dos cosas de las que se arrepiente en su vida; el no haber tenido hijos que la acompañen en su vejez y no estudiar medicina, su verdadera pasión. ‘En aquella época era muy infrecuente que las mujeres, sobre todo las de clase media, fuésemos a la Universidad, y en mi caso ante la falta de recursos mi padre optó por apoyar al varón, en concreto a mi hermano mayor. Pero Emilia ha seguido interesándose por la Medicina y poniendo a prueba su capacidad de diagnóstico en situaciones más cotidianas; como cuando el año pasado se cayó en casa y supo instantáneamente que se había roto la cadera o demostrando que es poco impresionable, como aquella vez en Colombia cuando intentaron robarle el reloj y ella se negó. Su agresor entonces le cortó de un tajo las venas de la muñeca y ella acudió a la Embajada ensangrentada. Tuvo la sangre fría suficiente para pedir una ambulancia mientras sus compañeros se desmayaban y ella agradecía mentalmente el que le hubiesen cortado las venas y no los tendones.

Porque sí, han oído bien, Emilia vivió en Colombia siete años y medio y lo mejor será empezar por el principio. Al no poder estudiar medicina se apuntó a una escuela oficial de secretariado en la Calle Fuencarral, su padre nunca quiso que trabajase pero cuando este falleció su primera experiencia laboral pareció caerle del cielo. Emilia tenía 34 años. El hijo de una amiga fue destinado a Bogotá como cónsul y necesitaba una secretaria particular. Emilia se presentó a la entrevista y en unos meses volaba con destino a Colombia previa escala de un mes de vacaciones en Miami. 

De sus años en Colombia guarda recuerdos imborrables. Un día Emilia encontró a su jefe hablando con un joven de unos treinta años con bigote y bastante guapo. Estuvieron hablando durante un buen rato y a ella le pareció muy agradable, al marcharse le regaló un libro dedicado. Aquel libro era Cien Años de Soledad y el joven se llamaba Gabriel García Márquez.

Hace apenas seis meses que conocimos a Emilia. Una vecina con la que tiene una relación muy estrecha descubrió lo que hacíamos en Amigos de los Mayores y le recomendó que nos llamase. Tras entrevistarse con nosotros, y como a veces se sentía un poco sola, decidió solicitar un voluntario. En pocas semanas Daniela comenzó a visitarla. Daniela es mexicana, tiene 25 años y estudia diseño en Madrid. Para ella Emilia se ha convertido en una amiga muy especial. Juntas charlan de mil cosas, a las dos les encanta leer y tras conocer la anécdota con García Márquez decidió regalarle ‘Crónica de una muerte anunciada‘ Está empeñada en que Emilia salga con ella a dar una vuelta ‘aunque sólo sea hasta la plaza del 2 de Mayo‘.

 

Rosa Briales es responsable de sensibilización de Amigos de los Mayores. Para este Día de la Madre, Amigos de los Mayores ha diseñado Rosas contra el olvido, un regalo solidario realizado artesanalmente por  personas con discapacidad intelectual de los centros especiales de empleo de APMIB. Con los beneficios se financian proyectos de acompañamiento afectivo para personas mayores. Más información en info@amigosdelosmayores o en el 913599305.