José Manuel Sala Martí: «El mundo de frontera mediterráneo del siglo XVI fue cruel, despiadado, sin ley»

José Manuel Sala (Cedida)

José Manuel Sala Martí irrumpió en 2022 en la novela histórica con su primera obra, Los cautivos de Castilnovo (HRM Ediciones) y sus frutos le están empezando a llegar, cuando hace unas semanas recogía el premio Escritores con la Historia de Pozuelo. «Valoramos un muy buen pulso narrativo y una intriga mantenida hasta el final, con el relato de uno de los hechos menos conocidos y trágicos de la gran frontera mediterránea clásica», aseguraba el jurado del galardón de esta novela que os he comentado recientemente, aquí en XX Siglos.

Pero, además de hablaros de la novela, también quise acercarme a este autor para conocerle mejor, lo que ha pretendido con esta obra y lo que podemos esperar de él en el futuro.

¿Cuándo se cruzó José Manuel Sala con la historia de los cautivos de Castelnovo?

Fue un encuentro fortuito, hace unos 8 años, mientras leía uno de tantos artículos divulgativos de historia que, imagino, son escritos por los académicos con la misma esperanza que un náufrago lanza un mensaje en una botella. Desde luego, cuando yo leí la historia de los cautivos de Castilnovo por primera vez, aluciné; y pensé: aquí hay una novela o una película de aventuras que no necesita de ficción y, encima, protagonizada por los «héroes gloriosos» (como los describió el poeta, Gutierre de Cetina) de Castilnovo. Y me quedé con la copla. Aunque nunca pensé que esa novela de aventuras la acabaría escribiendo yo mismo años después.

A pesar de ser relativamente conocida, no es una historia que haya generado demasiadas ficciones, ¿a qué cree que se debe?

Creo que, en general, la historia del Mediterráneo clásico es poco conocida. La mayoría conocemos el asedio de Malta, Lepanto, el cautiverio de Cervantes en Argel y poco más. Pero el conflicto Habsburgo-Otomano viene de mucho antes. Probablemente este desconocimiento se deba a que convive en el mismo periodo con algunos de los acontecimientos que, teniendo lugar en el continente, fueron más relevantes para la formación política contemporánea de Europa; y éstos son los que han atraído la atención de gran parte de la historiografía moderna (con grandes y honradas excepciones como la de Fernand Braudel). Al final la narrativa de ficción histórica se alimenta, o se debe alimentar, de la labor previa de los historiadores y la divulgación de sus trabajos.

Cuando se adentró en este historia, ¿Qué es lo que más le sorprendió?

En un primer momento, quizá fue la evasión que protagonizaron algunos de los cautivos desde Constantinopla. Si te lo cuentan, piensas que te están hablando del guion de una película. Pero no. Fue real, fue auténtico y fue impresionante.

Luego, según fui estudiando y documentándome para la novela, me quedé impresionado por el mundo de frontera mediterráneo del que sabía muy poco. Un Far West mucho más cercano que el americano, pero del que casi no recordamos nada. Un lugar cruel, despiadado, sin ley, donde friccionaron culturas que se odiaban y necesitaban a la vez; un lugar en el que los hombres de todo credo o nacionalidad luchaban, ante todo, por sobrevivir un día más.

El subtítulo de la novela es “un cuento del Mediterráneo”, ¿por qué?

Porque, para mí, el verdadero protagonista de esta historia es el Mediterráneo. Es el testigo silencioso de todos los acontecimientos que narra la novela. Un narrador omnisciente que nos cuenta de viva voce, como si de un cuento se tratase, lo que presenciaron sus aguas hace 500 años. Muchas cosas han podido cambiar desde 1545, pero el mar que contempló las proezas y bajezas de aquellos cautivos, corsarios, soldados de los tercios y agentes de frontera sigue siendo exactamente el mismo.

¿Qué ha sido lo más complicado de crear esta novela?

Quizá crear una historia que fuera capaz de hilar todos los acontecimientos históricos que quería recrear, metiendo mínimamente «las zarpas» de la ficción y la subjetividad propia del autor en los hechos históricos documentados. Y hacerlo con personajes históricos de los que no sabemos casi nada, pues no fueron reyes, ni generales, ni grandes gentilhombres de la época. Fueron gente corriente a los que les tocó vivir, sin saberlo, una época despiadada, durísima y fascinante.

Es su primera novela, si no estoy mal informado, pero no viene profesionalmente del sector editorial y cultural, ¿este era su gran sueño desde siempre?

Es cierto que no provengo del mundo editorial, pero, siendo abogado, siempre he trabajado con la palabra, por lo que conozco «el arma» y sus posibilidades. El proyecto de escribir una novela es un sueño relativamente reciente; desde niño me ha gustado escribir, pero nunca imaginé que sería capaz de dedicar tanto tiempo y esfuerzo a escribir algo. Ahora, haber podido escribir Los cautivos de Castilnovo, no lo negaré, ha sido una gran ilusión, pero me gustaría que fuera el principio de algo aún mayor.

¿Cuáles son sus referentes en el género de la novela histórica?

Uff… Esta pregunta me resulta muy complicada de contestar. Para mí, referentes son todos los autores que, con sus obras en prosa o verso, y de cualquier género, han logrado jugar con mis emociones y llevarme con ellos a su mundo interior, un lugar donde sólo se puede llegar a través de la lectura. Pero, si tuviera que citar a alguno de los que ha cultivado el género histórico creo que mencionaría a Robert Graves, Laszlo Passuth, Bernard Cornwell, Robert Harris, Robert Louis Stevenson, Stefan Zweig, Louis de Wohl o Colleen McCullough. Y en español: a José Luís Olaizola, Juan Eslava Galán, Arturo Pérez-Reverte, Eduardo Mendoza, Santiago Posteguillo, Almudena de Arteaga, Luis Zueco, Ildelfonso Falcones… Por mencionar algunos, aunque la lista podría ser interminable.

¿Cómo ha establecido el siempre difícil equilibrio entre historia y ficción en esta novela?

Como lector de novela histórica, siempre he primado la historia —la verdad— sobre la ficción. Mi interés en la novela histórica siempre ha sido el de revivir épocas pasadas con el mayor realismo posible, como si la novela fuera una suerte de máquina del tiempo. Y, por supuesto, aprender algo de historia.

La ficción, en cambio, era para mi como los eslabones necesarios para completar una secuencia genética incompleta (como el uso de ADN de rana para completar el ADN de dinosaurio, según la novela Jurassic Park, de Michael Crichton). Y como escritor he intentado complacer al lector que siempre he sido.


¿Qué le ha supuesto el haber ganado el premio Escritores con la Historia de Pozuelo?

Creo que todavía es pronto para responder a esa pregunta. Pero, de momento, es sin duda una inyección de moral importante; una confirmación de que el tiempo y el esfuerzo dedicados a escribir la novela han sido bien empleados; y una invitación sugerente para continuar soñando y escribiendo historias. Si supone el impulso para algo más, sólo el tiempo lo dirá.

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