Hacia la Solución Final: las oscuras y aterradoras raíces del racismo europeo y el nazismo

Miembros de las SA nazis ponen carteles racistas en el escaparate de un comercio judío en abril de 1933 (GETTY)

Diego Afonso Martínez (@DiegoAfonso_, en Twitter) es el editor de La Esfera de los Libros encargado de la edición de Hacia la Solución Final, de George L. Mosse, pionero y clásico ensayo sobre las raíces culturales y políticas del racismo impulsado por el nazismo. En el siguiente artículo, explica las claves de esta obra que llega este miércoles a las librerías españolas.

No importa cuántas películas hayamos visto o cuántos libros hayamos leído sobre el Holocausto. Nuestra reacción instintiva es preguntarnos cómo fue posible aquella «locura», y tranquilizamos rápidamente nuestra conciencia asegurando que aquello tuvo que ser un accidente de la historia, una demencia pasajera de los alemanes, infectados por el odio y el fanatismo de los nazis, esos grandes antagonistas, esos «otros» de la historia de Europa.

Sin embargo, es crucial para el siglo XXI preservar la memoria de aquella debacle asumiendo su profundo significado. Han contribuido a ello los historiadores que, a lo largo de las décadas, refutaron la idea de que el exterminio sistemático de los judíos europeos, los gitanos y otros enemigos raciales e ideológicos fuese un demente y excepcional paréntesis. En realidad, se trató de una desgraciada combinación de factores que —aquí está lo más doloroso y perturbador— tenían su origen en lo más hondo de la cultura, la ciencia y la sociedad europea, mucho antes de que Hitler y el nacionalsocialismo se hicieran con el poder.

La historiografía del racismo y el nazismo tiene como referencia ineludible al historiador George L. Mosse. Alemán de origen judío, homosexual y refugiado que recaló en Estados Unidos, su vida y oficio ejemplifican parte de lo que fue el siglo XX. Aunque pionero en explicar los movimientos políticos de masas, la influencia del nacionalismo en la sexualidad y las normas de género, o en investigar los orígenes ilustrados del racismo moderno, parte de su obra ha permanecido extrañamente velada en España y otros países. Ahora, La Esfera de los Libros recupera Hacia la Solución Final. Una historia del racismo europeo, que se une a otros libros del autor traducidos al castellano como La nacionalización de las masas o Soldados caídos.

George L. Mosse (CEDIDA POR LA ESFERA)

Tal y como clarifica en su prólogo Christopher R. Browning, autor de Aquellos hombres grises, la originalidad de Mosse estuvo tanto en su atención a los siglos XVIII y XIX para rastrear las ideas que confluyeron en el antisemitismo racial posterior, como en su análisis de los escritores, científicos y propagandistas secundarios, muchos de ellos olvidados, que no obstante tuvieron una enorme influencia en su época. El racismo, lejos de ser una aberración periférica de oscuros grupúsculos, fue una corriente cultural popular y ecléctica que se apropió de los hallazgos estéticos, los avances científicos, la moral y las virtudes de las florecientes clases medias en Francia, Reino Unido o Alemania.

Mosse describe cómo el ideal de belleza clásica que interpretaron Winckelmann y otros teóricos fijó criterios subjetivos y eurocéntricos de lo que era bello y lo que era feo. Estas valoraciones se utilizaron ampliamente en la tarea científica de racionalizar y clasificar la naturaleza y a los seres humanos. A esto se sumó el pietismo, un movimiento de renacimiento cristiano precursor del nacionalismo que ponía el énfasis en la comunidad y lo espiritual frente a la creciente secularización. Identificaba el alma con la apariencia física, y oponía la pretendida belleza superior del hombre europeo, su abnegación y espíritu de trabajo al supuesto exotismo estrafalario de los negros y otros extraños.

Los trasvases entre ciencia y arte, nacionalismo y misticismo alimentaron la cultura racista. Nuevas disciplinas como la antropología, la fisonomía o la frenología nutrieron su discurso. Arthur de Gobineau sintetizó una teoría racial de la historia, y el círculo de Wagner en Bayreuth la reinterpretó como una lucha de la nación alemana contra el arquetipo judío. Mientras, la teoría de la evolución de Darwin alentaba a los partidarios de la eugenesia anglosajones para proponer políticas en favor de los más «aptos». En un mundo de industrialización y urbanización, materialismo y lucha de clases, de cambios, velocidad e inestabilidad, el racismo parecía aportar orden y sentido, asignando a cada individuo y cada nación su lugar, su procedencia y su destino. Los judíos, la minoría étnica más abundante en la Europa de entonces, se convirtieron en los perfectos enemigos a los que atribuir contravalores y estereotipos profundamente enraizados. Si antes habían sido los verdugos de Cristo y adversarios de la fe cristiana, ahora eran los promotores del liberalismo, el socialismo y todos los males de la modernidad.

El paso del siglo XIX al XX fue el de la transición del racismo teórico al práctico. Como argumenta Mosse, y al contrario de lo que suele creerse, el racismo como movimiento político masivo no fue producto de las clases dirigentes conservadoras, sino más bien de corrientes populares y democráticas locales, contrarias al capitalismo financiero y el liberalismo. Mosse también se adelantó a sus colegas relacionando el asesinato en masa de la Primera Guerra Mundial y el Holocausto. Una auténtica escuela de violencia para toda una generación que glorificó la acción, el tribalismo de las trincheras y el hipernacionalismo.

Cuando los nazis tomaron el control del Estado en 1933, la tradición racista estaba ya más que asentada en Alemania y en buena parte de Europa. Fue la capacidad de un país industrializado y moderno, pero también ahogado en revoluciones, crisis económicas y violencia política el que hizo posible que el relato de lucha y superioridad racial llegara hasta sus últimas consecuencias. En puridad, el nazismo no inventó nada en lo que al racismo y el antisemitismo se refiere, si bien Hitler y sus colaboradores supieron poner en marcha un partido político que explicaba el mundo y prometía resolver sus problemas con una convicción y un radicalismo inéditos.

Browning señala que algunos postulados de Mosse han envejecido peor. La idea de la Solución Final como un plan predeterminado y bien organizado por Hitler y los suyos ha quedado desmentido por las conclusiones posteriores. Del mismo modo, el protagonismo que Mosse atribuyó a Alemania en la Shoá subestimaba la resolución de otros fascismos europeos en el genocidio de los judíos, caso de los ustachas croatas, los nacionalistas ucranianos, los colaboracionistas franceses y holandeses, la Rumanía de Antonescu o los fascistas húngaros.

El prestigio social y político del racismo no quedó enterrado en 1945. Mosse ejerció su magisterio en los Estados Unidos de la segregación racial, y el Apartheid estuvo en vigor hasta 1992. Son solo dos ejemplos. La obra de Mosse nos recuerda la persistencia, la ubicuidad y el peligro de los estereotipos.

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1 comentario

  1. Dice ser Louis Antoine Léon de Saint-Just

    « La dictadura económica del capitalismo, creada por los holandeses en el siglo XVI, perpetuada por el advenimiento de la industria en Inglaterra y monopolizada posteriormente por Estados Unidos, son los actores de la llegada al poder de teorías racistas, y xenófobas en el panorama europeo para contrarrestar cualquier intento de una sociedad justa con igualdad de derechos. Para el dogma de este sistema económico que no es una ciencia ni una filosofía, la repartición de bienes cualesquiera que sean, son insoportables para su expansión, el desequilibrio es un componente esencial de su tesis simplista que se basa en la capitalización de los bienes materiales por una minoría de personas para dominar todos los aspectos de la sociedad. Hoy se esconde tras el liberalismo económico y sociedades que aspiran a la Democracia, impidiendo la aplicación de su filosofía. ( Cualquier sistema político que abogue por compartir es su enemigo mortal. )

    15 febrero 2023 | 12:57

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