‘Victus’, o cómo tratar de adaptar al cómic el éxito de una novela histórica

Por Pablo Lozano es director del Festival Internacional de Cómic Europeo (en Facebook,  Twitter e Instagram) y colaborador especializado en cómic histórico en XX Siglos. Le podéis seguir en Twitter, Facebook e Instagram, y escuchar en el podcast de cómic La buhardilla de Venger.

El siglo XVIII y la Guerra de Sucesión Española (1701-17014) sea, quizás, uno de los momentos de la historia de España menos conocido por el público.

Se puede deber a que el contexto que rodeó al conflicto fue bastante complejo o que, a menudo, las clases de historia nos hicieron aborrecer esta contienda por la gran cantidad de nombres e intríngulis familiares que conllevaba. Pero esto es solo una teoría personal.

Yo empecé a entender mucho mejor este episodio por empeño personal y cuando mi afición por la recreación histórica hizo que investigara esa época, concretamente para recrear el Regimiento Jaén que participó en la contienda.

Todo este rollo que os estoy soltando es para indicar el motivo por el que me he decidido a comentar, en el artículo de esta semana, el cómic Victus. Una obra que ha recopilado en un tomo integral Norma Editorial la pasada Navidad.

Victus: la novela histórica

Hay que decir en primer lugar que el cómic se basa en una novela histórica escrita por el antropólogo y escritor Albert Sánchez Piñol del mismo título, Victus. De su éxito, nació otra continuación titulada Vae Victus (ambas han sido publicadas en castellano y catalán por La Campana).

He de avisar que los comentarios sobre la novela que uno encuentra en internet son bastante dispares. En muchas reseñas y opiniones acusan al autor de no ser muy riguroso y que existe una información sesgada en determinados aspectos. Pero no voy a dedicar hoy mi artículo a eso y el que quiera zambullirse en conflictos u opiniones con respecto a la novela tiene a su disposición las redes.

Victus nos traslada a la guerra de Sucesión española, un conflicto que puede considerarse como la primera de las contiendas mundiales y que termina el 11 de septiembre de 1714 con el apocalíptico asalto a Barcelona. También nos cuenta la tragedia de Martí Zuviría, un joven barcelonés, alumno aventajado del marqués de Vauban, que se convierte en un genio de la ingeniería militar.

La obra nos lleva de Francia a Barcelona pasando por Madrid, Toledo, Tortosa o las batallas de Brihuega y Almansa. Y es también una obra sobre la Barcelona irreductible de 1714, que sufrió un asedio desigual de trece meses y el bombardeo de más de treinta mil proyectiles.

egún el propio autor, la obra cuestiona las versiones oficiales de ambos bandos y cede la palabra a los auténticos protagonistas de la historia, desde la figura inmensa de Villarroel, el general que defendió la capital catalana con lágrimas en los ojos, hasta los civiles y soldados anónimos de las distintas naciones que lucharon a un lado y otro de las murallas.

La novela ha contado con reediciones y además ha sido una de las obras más vendidas en Sant Jordi tanto en su versión española como catalana. Quizás por ello se decidiera que la obra merecía ser llevada también al cómic. Es como si la intención fuera explotar el éxito, de la misma manera que estamos viendo con otras obras como el cómic que ha aparecido basado en La ruta infinita de José Calvo Poyato, también el caso que ya comentamos de La sombra del águila de Pérez Reverte o el futuro cómic sobre Africanus de Santiago Posteguillo, que saldrá en este marzo.

Tengo que decir que, en general, estas adaptaciones no suelen salir muy bien paradas entre los lectores habituales del 9º arte. Principalmente porque no están dirigidas a ellos, sino a los seguidores del autor como mucho. Generalmente suelen ser obras por encargo y eso se palpa y se nota a los ojos acostumbrados.

Victus: el cómic

Los encargados de llevar a viñetas la novela fueron Carles Santamaría y Cesc F. Dalmases.

La verdad es que intentar condesar una novela de 600 páginas en 130 no tiene que ser una tarea nada fácil. Por ello se agradece que los autores, en lugar de proponerse concentrar todo en un solo álbum, que hubiese sido lo habitual, lo desarrollen en tres.

Desde mi punto de vista, entre los elementos históricos interesantes que aparecen en el relato, está la figura del ingeniero Marqués de Vauvan. Fue mariscal de Francia y el principal ingeniero militar de su tiempo, afamado por su habilidad tanto en el diseño de fortificaciones como por sus conquistas. Su influencia en la arquitectura militar del siglo XVII fue asombrosa.

Una de sus creaciones más conocidas fue la utilización en asedios de un sistema completo de «paralelos», es decir, trincheras excavadas paralelas o concéntricas al perímetro de las defensas y conectadas por trincheras radicales en zig-zag que hacían el acceso comparativamente seguro del fuego de artillería de los defensores. Esto aparece muy bien reflejado y explicado en el cómic.

Personajes como el Duque de Berwick o el militar Antonio de Villarroel son también dos de los personajes históricos del momento que pasean por las páginas. Aunque hay aspectos como las tendencias homosexuales de Berwick que me han descolocado un poco.

La figura del protagonista navarro, Martí Zuviría, que se convierte en nuestro guía a lo largo de toda la obra, está basado en un personaje real. Pero el autor se permite ciertas licencias atribuyéndole conocimientos de ingeniería a pesar de que en la realidad no tenía ningún tipo de formación en ingeniería militar, ni tampoco era catalán como apunta la obra.

El cómic tiene un arranque y una presentación muy interesantes pero, en páginas sucesivas, poco a poco, va perdiendo interés por los notables saltos temporales, acontecimientos y situaciones precipitadas que dan la sensación de que los autores se han vistos forzados a reducir al máximo para poder encajarlo en el número de páginas del álbum. Lo cual produce, en muchos casos, que no entendamos ciertos aspectos o motivaciones de los personajes. Por ello vuelvo a incidir en el hecho de que el cómic es una explotación del éxito de la novela, buscando a su lector, ya que él sí cuenta con mucha información con la que rellenar los huecos que no llega a completar el cómic.

Por otro lado, en lo que respecta al apartado gráfico me parece bastante correcto. Un dibujo claro que encaja muy bien en la narración y que en algunos momentos sabe explotar las grandes escenas de batalla.

Creo que es fantástico que se escriba sobre dicho conflicto y ojalá más autores se animen a hacerlo. Pero desgraciadamente y como comentan muchas editoriales, el siglo XVIII en España resulta ser poco atractivo para el público y, por tanto, poco comercial.

Continuaré indagando para profundizar al respecto en otros artículos.

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