Del ‘vestir a la española’ a Inditex pasando por el Motín de Esquilache: una historia de la moda en España

«España ha sido, y sigue siendo, en cierta medida una potencia de la moda, como Francia». Lo dice Ana Velasco Molpeceres, Doctora en Español, licenciada en Periodismo y graduada en Historia del Arte e Historia, que ha publicado Historia de la moda en España (Catarata, 2021). Esta especialista en historia de la moda, los medios de comunicación y los cambios sociales repasa la historia de la vestimenta en nuestro país desde la Antigüedad hasta la actualidad. En su recorrido, salta de la Hispania romana y las influencias musulmanas medievales a cuando España impone la moda del poder, en época de los Austrias, con el vestir ‘a la española’. Un viaje que nos lleva a conocer el motín de Esquilache, a majos y castizos, el papel de influencer de Eugenia de Montijo o el devenir de la industria de la moda desde sus inicios hasta el imperio Inditex de Amancio Ortega, que, en palabras de la historiadora, «representa cosas muy buenas e interesantes», pero también «es un modelo de negocio con todos los vicios del XIX y el XX».

Para esta autora estudiar la moda no es ejercicio de frivolidad sino un elemento fundamental que nos permite «entender quiénes somos». Porque la moda y el vestir está íntimamente ligados a la política, a la sociedad y la cultura, a la economía.

Entrevisto a Velasco y me dejo guiar en su recorrido por la evolución de la moda española…

Estudiar la evolución de la moda en un país, como hace en su libro, ¿qué claves sociales y políticas puede aportar?

La historia de la moda es la de la sociabilidad y la de la sociedad. La moda permite entender quiénes somos a nivel colectivo: tanto en general, porque todo el mundo se viste, como segmentado por grupos (sexo, clase social, profesión, edad, etc.) y, por supuesto, individualmente. Todos vestimos bastante parecido, pero muy diferente, y aunque hay mucha gente que considera que la moda es frívola o incluso que a él o ella no le interesa y no la sigue es una afirmación absurda. Como esa frase de Salvador Dalí: «No se puede no ser moderno». Nosotros no vivimos en una burbuja, nos relacionamos con nuestro tiempo y con las mentalidades y eso se refleja, y se configura, con la moda y los modos. La moda es, por otra parte, indisociable de la política. Bien porque da cuenta del tipo de modelo económico y social o directamente porque se estipula qué se puede llevar (formal o informalmente). Es como los uniformes… al final todos llevamos un uniforme, fruto de nuestro tiempo, que no sitúa temporal, espacial y en rango. Otra cosa es nuestra capacidad de intervención en lo que llevamos pero incluso el que va a contracorriente, es en reacción a lo establecido (y está igualmente dentro del statu quo por ello).

¿Ha sido España, históricamente, un país generador de modas en el vestir?

España ha sido, y sigue siendo en cierta medida, una potencia de la moda, como Francia. De hecho, un artilugio, el verdugo, un ahuecador de la falda que se empezó a usar (aunque había precedentes mediterráneos) en el reino de Castilla en el siglo XV ha configurado la apariencia de las mujeres hasta casi la actualidad. Con los Austrias se difundió por todo el mundo el vestir ‘a la española’, que era una compleja indumentaria que fue cambiando con el tiempo pero que se identificaba con España en todo Occidente. Y antes también hubo tendencias importantes como por ejemplo el sago, una capa que se puso de moda en el Imperio Romano… Pero hay que tener en cuenta que en la Península Ibérica lo que hay es una cultura, muchas, de integración de otras y de combinación de lo propio con lo extranjero. Hay rasgos comunes con el Mediterráneo y elementos que llegan de más allá de los Pirineos o de ultramar y que se asimilan y se difunden desde aquí. Eso es, para mí, lo más interesante.

¿En la Edad Media la influencia musulmana fue el matiz que diferenció el vestir peninsular del resto de la Europa cristiana?

No solamente, pero sí fue un elemento que supuso una diferencia muy grande con el resto de la Europa cristiana. En primer lugar, porque la influencia musulmana fue más fuerte en la Península Ibérica, por motivos evidentes, que en el resto de Europa debido a la población hispanomusulmana. Sin embargo, hay muchos tópicos respecto al Al Ándalus, tanto en sentido positivo (el paraíso perdido de integración e inclusión) como en negativo (al identificarse mucho tiempo España con el proceso llamado ‘Reconquista’). Los musulmanes y los gustos musulmanes eran apreciados en toda Europa, también en las zonas con mayoría cristiana de la Península y los tejidos, sobre todo, pero también la cerámica, la orfebrería, etc. fueron muy admirados y adquiridos como objetos suntuarios y de prestigio. Si bien es cierto que, reinterpretados, fueron un elemento de diferencia en la Península.

«Vestir a la española era sinónimo de prestigio y de poder»

¿La edad de oro de la moda española se dio con los primeros Austrias?

Sin duda. Vestir a la española era sinónimo de prestigio y de poder. Aunque no hay que olvidar que no se trataba de un modo de vestir construido únicamente con lo hispano, porque el territorio de los Austrias era muy grande. También fue una indumentaria, tanto para hombre como para mujeres, que fue cambiando con el tiempo y que en cierta medida acabó desplazada por lo francés, que era más blando y más cómodo y también más femenino. El traje a la española tiene importantes conexiones con la mentalidad medieval y del primer renacimiento del caballero y lo militar, aunque también del cortesano. Cuando las mentalidades fueron cambiando, y las monarquías en paralelo, la moda a la española fue perdiendo primacía internacional, aunque no tanto en España.

Asegura que la moda española ha oscilado entre lo propio y lo extranjero de un modo particular, ¿en qué sentido?

A mí es lo que me parece más interesante de la Península Ibérica. ¿Es más española la Alhambra, el Escorial, el acueducto de Segovia o la catedral de León? No sé, todo lo que a nosotros nos parece un icono nacional es en buena medida fruto de un discurso histórico o de una mentalidad construida sobre la historia, pero falsa. No hay una moda española en el sentido de ‘hemos estado aquí desde siempre llevando esto’ y luego vino gente y hubo cambios: no, se ha ido construyendo una identidad colectiva basada en todas las influencias del exterior y tomando elementos que eran anteriores y se han ido reinterpretando. Y a su vez eso ha ido circulando por el extranjero y volviendo de nuevo a la Península. Por otra parte, siempre hubo una dicotomía: mucho prestigio de lo foráneo, rechazo a la vez, y la misma dinámica respecto a lo propio.

Un episodio del motín de Esquilache, una pintura de historia de José Martí y Monsó, que obtuvo mención honorífica en la Exposición Nacional de 1864.

¿Es el motín de Esquilache el suceso político más grave relacionado con la moda de la historia de España?

Bueno, hay varios episodios interesantes, como por ejemplo la problemática con las tapadas (mujeres que llevaban un manto que solo les dejaba las manos y un ojo a la vista) o la de los cuellos (para frenar el lujo) pero sí. El motín de Esquilache fue un evento muy importante en la historia de España, relacionado también con el estereotipo del valentón que se hacía a la calle embozado, con la capa larga y el sombrero de ala ancha, para hacer cosas poco convenientes. Debemos pensar que la calle como un espacio de socialización burgués es un concepto de la segunda mitad del XIX. El espacio público es un lugar que se conquista con las revoluciones liberales y, por ejemplo, las mujeres van a tener muchos problemas para estar en él… El motín escondía otras cosas, el hambre también, pero es un ejemplo de hasta qué punto la moda está relacionada con la identidad y con la idea de la sociedad que se quiere o no. Se prohibió la capa larga y el chambergo porque se quería una ciudad diferente a la de los Austrias.

La familia imperial fotografiada hacia 1858. De pie, a la izquierda, el emperador Napoleón III; sentada, a la derecha, la emperatriz Eugenia, y a su lado, su hijo, el príncipe Napoleón Eugenio Luis.

«La figura de Eugenia de Montijo sigue siendo maltratada por tópicos del siglo XIX»

Relata también el caso de Eugenia de Montijo y su popularización de la mantilla, ¿era una influencer de la época? ¿Fue comparable a los procesos actuales de viralización y popularización de la ropa?

Admiro muchísimo a Eugenia de Montijo y, lamentablemente, en especial en 2020 que se cumplió el centenario de su fallecimiento, su figura sigue siendo maltratada por tópicos del siglo XIX. Eugenia de Montijo fue fundamental para difundir el sistema francés de la Alta Costura, vinculada a Charles Frederick Worth, y fue, por supuesto, probablemente la mujer más famosa de mediados del siglo XIX. Sin duda fue una influencer de su época y creo que es justo decir, aunque usemos el término influencer un poco ligeramente, que su figura fue más importante que la de muchas influencers actuales. Primero, porque había menos gente famosa (en buena medida porque el concepto de celebridad era diferente y porque la fama no duraba quince minutos, o segundos, como definió Warhol) y segundo porque era un referente absoluto e incomparable. El II Imperio fue una época de gran prosperidad para Francia y la del desarrollo de la moda como se entendía hasta hace muy poco e incluso hoy pues Instagram es otro escaparate de las galerías comerciales del París reformado de Haussmann… Curiosamente, en España la mantilla fue perdiendo protagonismo mientras que en Francia, con Eugenia, gustaba por exótica. Sin duda, por influencia de la emperatriz que era una mujer admirable y muy elegante y consciente de la necesidad de hacer política con su apariencia. Se la tuvo por frívola en la época, muy erróneamente, pero es una etiqueta habitual para las mujeres y más para las que tenían poder, como Eugenia.

¿Qué papel cree que ha jugado la industria de la moda en el proceso de liberación y emancipación de la mujer?

Un papel ambiguo. Por un lado es una cuestión, la de la belleza y el estilo, que entronca con lo femenino y la feminidad entendida al modo tradicional y resulta difícil no ver que ciertos elementos: el corsé, la falda armada, el cabello largo y con complicados accesorios, la etiqueta severa, etc. no ayudaron precisamente a hacer de las mujeres, en una sociedad liberal o democrática, fueran parte de la vida activa. Sin embargo, también la moda y su industria ha sido un elemento clave de ocupación femenina. Por ejemplo, en España, Carlos III ya promovió que se ocupara a las mujeres en estos oficios por ser especialmente proclives a ellas, si bien se condenaba la moda y el lujo como una causa de la decadencia social (como se entendía). Y se entendía que era un oficio que les permitía ocuparse dignamente y que permitía el buen funcionamiento social. Por consiguiente, eso les daba independencia financiera y, una vez conseguida esta, un mayor protagonismo social.

«Lo castizo no fue querido por el franquismo»

Es curioso que tanto en la Segunda República como en el franquismo hubiera interés en lo regional, en lo español… aunque con muy diferentes motivaciones

Sí, venía de antes. Pero especialmente desde 1900, y por influencia del Desastre también, y con una sociedad muy cambiada fruto de las revoluciones industriales a nivel internacional surge o se desarrolla una preocupación doble: modernizarse a toda costa (esas famosas declaraciones de que hay que echar la llave al sepulcro del Cid) y por otra parte que hay que recuperar lo propio, la gloria nacional, lo castellano, lo quijotesco, lo español. Hay mucha reivindicación nacional en la Generación del 98, con diversos problemas y con no pocos apuntes inquietantes, desde mi punto de vista, relacionados con la deriva posterior internacional. Es como el cine de la II República: fascinado por la zarzuela, por las gitanas, por el folklore típico. Curiosamente se asocia al franquismo con eso, que no es cierto, al menos hasta bien entrados los años sesenta y como reclamo publicitario para el exterior, más bien, envuelto en una modernidad aparente y kitsch de bikinis y turistas, en fin. Lo castizo no fue querido por el franquismo. La raza española interesaba mucho a Franco, como concepto más allá de lo biológico, cómo olvidar su mítica película Raza, pero de una forma diferente. En Falange que había un interés por los coros y las danzas y todo lo de los trajes regionales y demás, eso no impedía que hubiera un gran deseo de modernidad. De hecho, se puede ver en la prensa femenina de Falange: se promovía una mujer de estética moderna para las clases altas. La Sección Femenina que sí tuvo mucho peso en la dictadura franquista, promovió un antifeminismo de clase muy interesante. De los bailes modernos, para el mundo rural, nada; para las chicas de ciudad y de clase alta: lo moderno y lo internacional. La dictadura franquista es un periodo negro de la historia de España en todo. Y se conoce bien poco. Como la II República, por otra parte. Incluso el tópico de los pantanos y Franco ya era anterior: la política hidráulica se promovió con Primo de Rivera. Las continuidades con la cultura de la II República y de los años veinte fueron muchas, si es que podemos decir que en el franquismo hubo políticas culturales (con algún matiz positivo, porque políticas culturales hubo, otra cosa es ver cuáles) siempre pervertidas y en clave represora.

Escribe que a pesar del interés por lo español del régimen franquista, en este campo los españoles no se diferenciaban tanto de los extranjeros, ¿por qué?

Sí, conectando un poco con lo que decía anteriormente, por ejemplo, la Cooperativa de la Alta Costura, que fue una iniciativa del fantástico Pedro Rodríguez, fue apoyada por la dictadura, para lavar la imagen de cara al exterior, sobre todo. ¿En qué se diferenciaban los trajes de Pedro Rodríguez o de Asun Bastida de los de otras firmas francesas o italianas? No en mucho, la verdad. Y la calidad de la costura española fue tal que las revistas tenían un enviado en España y aquí venían todos los compradores. La imagen de los españoles, por otra parte, se configuró con el cine y con los medios de masas. Sara Montiel, que a mí me apasiona, era una especie de Elizabeth Taylor patria; Concha Velasco fue una chica yeyé como las francesas; Marisol tiene películas vestida de Pertegaz con diseños como los que hacía Courrèges o Paco Rabanne… En Madrid, Barcelona, Ibiza y Marbella había un panorama muy moderno. No quiero decir, porque no me gustaría que lo pareciese, que los españoles en la dictadura eran libres y que todo el mundo oía a los Beatles y que había libertad sexual y demás. En absoluto. Pero Franco supo manejarse para generar una clase media que garantizase la pervivencia de la dictadura, así como para lograr la aceptación internacional y fundamentalmente de Estados Unidos, y parte de ello fueron las concesiones estéticas. Y la estética va vinculada a la política y la moralidad. El tema de las ‘camisas viejas’ y las ‘chaquetas nuevas’ no es una cuestión precisamente baladí… como el del bikini, las suecas y el desarrollismo. Mucha gente sigue creyendo en la contribución de la dictadura para modernizar la sociedad española, como en su papel en la economía. Y de hecho seguimos teniendo discursos políticos, por ejemplo de Vox, sobre ese tema. Es lamentable, cuando hubo racionamiento en España hasta los años cincuenta y no se alcanzó el PIB de antes de la guerra hasta ese momento. En las casetas de propaganda electoral ponen a Manolo Escobar y el ‘No me gusta que a los toros te pongas la minifalda’. El tema de la moralidad, la política y la apariencia va completamente unido. Es indisoluble. También hubo espacios underground y de resistencia en el franquismo, por fortuna, al margen de las convenciones sociales de la familia nacionalcatólica y de las manifestaciones en la Plaza de Oriente. El desarrollismo llega a España tras la crisis brutal de la dictadura en el 56, el Partido Comunista no dejó de hacer oposición, y culturalmente hubo movimientos… la rumba catalana, por ejemplo, ejemplifica bien también que en España había espacios alternativos y culturas de protesta como la hippie con usos como el consumo de marihuana y una estética alternativa.

¿Cómo valora el papel de Amancio Ortega e Inditex en un nivel histórico?

Creo que la fast fashion o el low cost o el anglicismo que se prefiera entronca con los inicios de las revoluciones industriales. Amancio Ortega es un eslabón de esa cadena y explica el multiculturalismo, la globalización y también la democratización de la Edad Contemporánea. Representa cosas muy buenas e interesantes y es un modelo de negocio con todos los vicios del XIX y el XX: el colonialismo, la contaminación, el consumo irresponsable, el identitarismo y el buenismo (lo digo por las polémicas sobre apropiación cultural, copia, etc.), el paso del arte al diseño, el fin de las clases sociales y al mismo tiempo su absoluta reafirmación y pervivencia… Es una figura interesantísima y la politización que hay sobre su persona me parece también fascinante.

«La historia y los historiadores no están para dar consuelo o tranquilidad o sentido de pertenencia»

En este siglo XXI global, ¿es posible crear modas nacionales? ¿O el mundo occidental ya está muy estandarizado?

Todos vestimos igual, eso me parece bonito, pero también es una cuestión delicada. Pensemos en el hiyab, el burka… y en la cultura de la ‘operación bikini’ y también en los problemas de identidad, generismo, apropiación cultural, todas las discusiones sobre el género. Occidente está muy estandarizado, porque la idea de Occidente en sí misma también es un tópico… Yo creo que las modas nacionales no existen, existe la historia de la moda y las tradiciones e influencias en un espacio. Eso es lo bonito de la historia. Te conecta con todo el mundo, o debería hacerlo, y con todos los tiempos. Todo el mundo se viste o se adorna y/o atribuye simbolismo a esas actividades… eso nos hace humanos y nos hermana a todos. Luego hay particularidades y también elementos comunes. A mí eso me emociona. Todos estamos estandarizados porque somos seres humanos y nos guiamos por un ADN común que está en nuestro ser y al mismo tiempo somos únicos porque podemos hacer lo que queramos. Creo que debemos valorar más la moda, también la historia, pero no con un sentido nostálgico. La historia y los historiadores no están para dar consuelo o tranquilidad o sentido de pertenencia. ¿Qué es una nación? Lo que decía: ¿es más español la Alhambra o el acueducto? El traje a la española, que privilegió el tinte negro traído de América, ¿es americano o es menos español o es apropiación cultural? Somos muy cerrados de mente, la verdad.

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2 comentarios

  1. Dice ser Coffee Lover

    Muy interesante el artículo, es cierto que vestir a la Española en mi humilde opinión era sinónimo de calidad, de hecho hasta principios de los 90 las pequeñas industrias textiles Españolas fueron prósperas gracias a su gran calidad. Con la llegada de las grandes marcas poco a poco se fueron apagando hasta llegar hasta su extinción absoluta, salvo alguna excepción.

    17 junio 2021 | 11:02

  2. Dice ser Marisa

    … un modelo de negocios que funciona y que sirve para privados y públicos … pero que esta generación que quiere inventar la pólvora y la respiración y quiere cambiar para quitar «los vicios del XIX y el XX» (entre los que ella mete de siglos anteriores y mezcla todo, política, sociedad, etc. sin tener en cuenta la tecnología de la época y las costumbres porque sabe muchas cosas de marketing y management pero tiene la misma cultura que un botijo) para poner los nuevos vicios del siglo XXI y XXy siguientes aunque no estén ni probados ni se sepa que leches van a dar como resultado ni siquiera negociados con los demás, decide el líder(‘).
    Quitar, hundir al otro, eliminar, cambiar, renovar, usar palabras del pasado que ni entienden para insultar, para humillar … una lastima que una época tan difícil como la pasada de guerras de verdad (no de juego de tronos) con victimas en los dos bandos y tan complicada socialmente sea vejada por niñatos modernos y progres que deberían callarse y aprender en el mejor de los casos. La montaña a parido un ratón. Todos hemos pasado por la juventud, pero hay que llegar a la madures con decencia y terminar donde sea son dignidad.
    Les deseo buen camino y, con esa actitud, buena suerte!!!

    17 junio 2021 | 13:01

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