Francotiradores amerindios en la Primera Guerra Mundial: el terror de las trincheras alemanas

Por Pablo Lozano es director del Festival Internacional de Cómic Europeo (en Facebook,  Twitter e Instagram) y colaborador especializado en cómic histórico en XX Siglos. Le podéis seguir en Twitter, Facebook e Instagram, y escuchar en el podcast de cómic La buhardilla de Venger.

Hoy nos vamos a las trincheras de la Primera Guerra Mundial y al papel olvidado de los nativos americanos en ellas gracias a una novedad de cómic histórico. El otro día pensando sobre el recorrido que llevamos en nuestra sección me di cuenta de que desde el mes de enero que arrancamos hasta este comienzo de junio hemos viajado por muchas épocas y contextos. Lo cual está muy bien pensando en vosotros, los lectores.

Momentos como la Edad Media o la Antigua Roma, que podían haber sido más recurrentes, no están apareciendo muchas novedades al respecto o quizás estoy siendo muy selectivo intentando repartir.

Lo que más veces nos ha aparecido es el western. He contado hasta tres artículos en exclusiva y también suele estar constantemente en nuestra lista de novedades. Voy a intentar llevar una estadística para al final de año poder comentarla y así evaluar lo que más tocamos. ¿Qué os parece?

Entre las novedades que acaban de aparecer en el mes de mayo hay un título al que hoy quiero dedicarle una especial atención, no solamente porque el contexto en que transcurre la historia me atrae mucho, sino también porque el argumento me pareció un buen punto de partida: nativos americanos o amerindios en el frente occidental en la Primera Guerra Mundial.

Automáticamente me vinieron a la cabeza películas como Leyendas de Pasión (1994) del director Edward Zwick, o también, aunque en otro contexto histórico, la película Windtalkers (2002) de John Woo.

Ambas películas son bastante recomendables y si encontráis un hueco cinematográfico no deberíais de perdéroslas.

El Argumento de La balada del soldado Odawaa

Como decía, la película Leyendas de Pasión me vino rápidamente a la cabeza, ya que en el cómic realizado por el guionista Cédric Apikian y el dibujante Christian Rossi pueden recordarnos al paso de Tristan Ludlow (Brad Pitt) por la Gran Guerra. Viendo el argumento de La balada del soldado Odawaa vais a ver rápidamente las similitudes.

El capitán Ernest Keating del contingente canadiense, desplegado en suelo francés en febrero de 1915, forma un comando de francotiradores amerindios que incluye al famoso soldado Odawaa, apodado Tomahawk. Rápidamente, sus hazañas de guerra, sobrehumanas y de una violencia inaudita, siembran el pánico en las líneas enemigas.

Este argumento, junto con una portada bastante sugerente de un casco que puede ser prusiano con un tomahawk indio clavado, nos invita a adentrarnos en una “temprana” Primera Guerra Mundial.

De entrada nos presenta, en poco más de cinco páginas, el temor que sentían las tropas de uno y otro bando a los francotiradores. Aunque desde el siglo XVI y XVII ya parece que empieza a surgir este tipo de figuras más o menos especializadas, será, sobre todo, en los siglos XVIII y XIX y en conflictos como la Guerra de Secesión en los que irán obteniendo una mayor presencia. Se considera que su explosión ocurre durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Este conflicto favoreció el auge de estos tiradores expertos, que en la característica guerra de trincheras, donde había gran cantidad de tropas inmóviles a pocos metros entre ella, obtenían gran cantidad de dianas sobre las que hacer blanco.

En nuestra historia es el soldado Odawaa, francotirador amerindio de la tribu Cree, perteneciente al ejército canadiense, es el encargado de sumergirnos en los campos de batalla de Europa de 1915.

Aunque este personaje no existió, va a servir para que los autores den visibilidad a una de las muchas historias desconocidas de la guerra.

Los amerindios en el ejército canadiense en la Gran Guerra

A partir de la lectura del cómic me interesé por el tema y quise saber un poco más sobre la situación de los nativos en el ejército canadiense.

Durante la Primera Guerra Mundial, miles de indígenas se alistaron voluntariamente en el ejército canadiense. Aunque se desconoce el número exacto de alistamientos, se estima que más de 4.000 indígenas prestaron servicios en las fuerzas canadienses durante el conflicto.

Los soldados indígenas sirvieron en unidades con otros canadienses, aunque en algunos momentos y, sobre todo al principio, se quisieron crear unidades exclusivamente conformadas por ellos. Sirvieron en todos los escenarios principales de la guerra y participaron en todas las batallas importantes en las que lucharon las tropas canadienses.

Alistarse significaba que los pueblos indígenas podían usar sus habilidades tradicionales como explorar, rastrear, cazar y navegar. Hubo varias razones por las que los pueblos indígenas se alistaron, entre ellas: la atracción de un salario regular, sus amigos o familiares se habían alistado, para satisfacer su sentido de la aventura, viajar por el mundo y por razones patrióticas.

Como la mayoría de los canadienses, muchos hombres indígenas sirvieron en la infantería de la Fuerza Expedicionaria Canadiense (CEF). Las funciones militares de los pueblos indígenas se vieron influidas por sus habilidades militares y de caza tradicionales combinadas con los estereotipos raciales de los oficiales de reclutamiento y los oficiales militares. Muchos hombres indígenas sirvieron como francotiradores o exploradores de reconocimiento, algunos de los roles más peligrosos en el ejército.

Otros sirvieron en unidades de apoyo en el CEF, incluidas tropas ferroviarias, compañías de túneles y unidades forestales.

Las leyes militares a veces entraban en conflicto con algunas tradiciones indígenas, lo que dificultaba bastante en algunos momentos el manejo de estas tropas. Por ejemplo, algunos soldados indígenas fueron dados de baja del ejército por negarse a cortarse el pelo.

También tenían un enfoque diferente a la hora de tratar a los mandos. En sus tribus no existían por ejemplo distinciones claras entre jefes de guerra y guerreros. Las relaciones entre ellos eran de familiaridad e igualdad. Por lo que a un guerrero se le permitía cuestionar los planes de un jefe de guerra y, si no estaba de acuerdo con ellos, se le permitía abandonar el combate. Cosa que en la férrea estructura del ejército canadiense era algo impensable.

Francis Pegahmagabow, el francotirador más letal

Tras investigar y leer un poco de donde puede brotar la inspiración de los autores para la realización de este cómic, apareció un personaje que nos vinculaba con toda esta historia.

Francis Pegahmagabow nació en 1889 en la Reserva India de la Isla Parry, una comunidad ojibwa cerca de Parry Sound, Ontario. Cuando tiene 25 años y se declara la guerra en Europa, se alista en la Fuerza Expedicionaria Canadiense.

Pegahmagabow es asignado a dos de los trabajos más mortíferos de la guerra: trabajar como explorador enviando mensajes desde el cuartel general a las líneas del frente, y como francotirador. Después de pasar gran parte de su juventud de caza, Pegahmagabow resulta ser un francotirador excepcionalmente hábil. Se cuela en la tierra de nadie bajo la oscuridad, se entierra a cubierto y espera pacientemente hasta que un casco alemán llena su alcance. Es esta mezcla de paciencia y puntería infalible lo que lo convierte en el francotirador más mortífero a ambos lados de la guerra, con 378 muertes confirmadas.

También sobrevivirá al primer ataque de gas cloro en la Segunda Batalla de Ypres – aunque la exposición al gas causa daños irreparables a sus pulmones – y pelea en el Somme, Passchendaele y Amiens. En 1919, Pegahmagabow es el soldado más condecorado en la historia de Canadá.

Pero a diferencia de sus compañeros soldados, la lucha de Pegahmagabow no termina con el Armisticio. Es un veterano condecorado, pero cuando regresa a Canadá, sigue siendo un indio, un «pupilo del Estado», que tiene denegados los derechos de un ciudadano canadiense. Él no puede votar, y – como es el caso con todos los pueblos de las Primeras Naciones en el momento – casi todos los aspectos de su vida, desde su capacidad de dejar la reserva a su pensión militar, está controlado por un agente indio, un poderoso burócrata blanco asignado para supervisar a todos los indígenas en su jurisdicción.

Tras la guerra Pegahmagabow comienza a abogar por el cambio y los derechos civiles de los nativos de Canadá.

En la década de 1950, las heridas de guerra de Pegahmagabow le están alcanzando. Sus pulmones están tan debilitados por la exposición al gas que duerme sentado para evitar que se llenen de líquido. Muere de un ataque al corazón en 1952. El legado de Pegahmagabow sigue siendo un ejemplo de vida de servicio y determinación, reconocido tanto por su valentía como soldado en la Primera Guerra Mundial como por su lucha incesante por los derechos de su pueblo.

Opinión del cómic

La verdad es que haciendo el artículo y por el contenido de lo que aparece en el cómic se podían haber comentado infinidad de cosas: las tropas Ulanas, la Batalla de Ypres, el Cuerpo expedicionario canadiense, las automutilaciones, el sufrimiento de la población civil. Pero al final he preferido comentar un aspecto más novedoso como es el tema de los amerindios canadienses que no suelen aparecer mucho en los libros de historia ni en los cómics.

El dibujo y la forma de mostrar las escenas durante la noche son fantásticos. Casi que uno se encuentra escudriñando la oscuridad para ver si ve algo extraño. Además, se ve un trabajo meticuloso en cómo representar la acción, la uniformidad, los escenarios… Según iba avanzando en la historia más me iba entusiasmando.

Ambientación, colores, diálogos y trama también buenos. Quizá, y por redondear, le hubiera añadido al final un pequeño anexo con información contando lo que hemos comentado en el artículo. Pero para nada es algo imprescindible.

Gran trabajo el de los autores y, por el momento, yo lo situaría entre las mejores obras que se han publicado en lo que va de año 2021.

Espero que aquellos que leáis esta obra publicada por Norma Editorial la disfrutéis tanto como yo.

¡Nos vemos la semana que viene!

Si te ha gustado esta entrada, quizá te interese…

Los comentarios están cerrados.