Patxi Irurzun: «La presencia negra en la España de los siglos XV y XVI es una realidad silenciada»

Patxi Irurzun (FOTO: MIren Lacalle, cedida por el autor)

Patxi Irurzun (Pamplona, 1969) regresa a la novela histórica poco tiempo después de su debut en el género con Los dueños del viento,. Lo hace con Diez mil heridas (Harper Collins Ibérica, 2019) una historia de aventuras, con buenos toques de humor, que visibiliza las historias de negros y mulatos en la España y América de los siglos XV y XVI. Irurzun, como quien no quiere la cosa, se está haciendo un saludable hueco en el género nacional…

Una saga familiar de hombres negros y libres en las Españas y las Américas de los siglos XV y XVI, ¿seguimos teniendo un imaginario muy blanqueado de nuestra historia?

Nunca mejor dicho en este caso, si se permite la broma, lo de blanqueado. La presencia negra entre nosotros es una realidad silenciada y desconocida, yo mismo la descubrí casualmente, a pesar de que los datos hablan de que hubo momentos en que en ciudades como Cádiz o Sevilla, durante los siglos XV o XVI, llegó a haber un 10% de población compuesta por negros y mulatos. ¿Cómo es posible que se haya perdido ese rastro, por qué, como se diluyó la negritud? Eran algunos de los interrogantes que yo me planteé cuando decidí escribir esta novela. Muchos no los he resuelto, pero al menos me he permitido la pequeña justicia poética de visibilizar a algunos de aquellos hombres y mujeres e incluso de concederles una libertad de la que la mayoría no dispusieron. En cuanto al blanqueamiento de la historia, es curioso, porque muchas veces para justificar o contrarrestar la Leyenda Negra se ha utilizado el “y tú más”, acusando a otros países de esclavistas, negreros… Pues bien, entre nosotros también hubo esclavos y no de un modo anecdótico, y desde puertos como el de Sevilla se comerció con personas humanas, entre otras cosas porque Sevilla era entonces el centro del mundo.

Da la impresión leyendo su novela de que si algo no ha cambiado con el tiempo, es que el diferente siempre sufre, siempre tiene que pelear más…

Sí, y es algo a lo que alude el título, Diez mil heridas, que son las que yo calculo, de un modo metafórico, que a lo largo de su vida reciben aquellos que quedan excluidos del sistema, por su condición social, o racial o sexual… Heridas de todo tipo, físicas, pero también humillaciones, desprecios, injusticias… Siempre me han atraído ese tipo de personajes, piratas, brujas, en la anterior novela, y en esta pícaros, bandidos, locas… Todos aquellos que en los libros de historia no aparecen o son solo apuntes a pie de página (curiosamente en la literatura, por el contrario, es más fácil encontrarlos, ahí está la literatura picaresca, o alusiones a esclavos negros en obras como el Lazarillo, los Naufragios de Cabeza de Vaca, que son las dos principales referencias de mi novela, pero también en otras como Las Cantigas de Alfonso X o El conde Lucanor). A propósito del título ahora pienso que igual debería haber titulado la novela Diez mil y una heridas, porque nacer pobre, o diferente, es una especie de condena o de pecado original, que efectivamente obliga a pelear más, antes y ahora.

Mikipons  / WIKIMEDIA

Esta novela es una saga familiar, pero son tres novelas en una, ¿cómo nacieron?

Sí, la novela la componen tres libros, cada uno de ellos además que con tonos y personas narrativas diferentes. Inicialmente mi idea era escribir una novela sobre bandidos navarros en el desierto de Las Bardenas de Navarra, y en concreto sobre Sanchicorrota, un bandido que existió realmente y que era una especie de Robin Hood navarro. Ya anteriormente había escrito un cuento infantil sobre él, y en el mismo a este bandido le inventé un lugarteniente, Pedro Guinea, que Sanchicorrota había liberado de la corte del Príncipe de Viana en Olite. Ese fue el punto de partida, y de hecho el primer libro cuenta esta historia, pero Pedro Guinea fue ganando protagonismo en mi mente, hasta tal punto que acabé por inventarle una descendencia, en la que confluyeron otros personajes secundarios de la literatura clásica española, como el padrastro o el hermanastro negros de Lázaro de Tormes. Eso fue lo que determinó la idea de que el segundo libro fuera una novela picaresca, algo que me atraía mucho y que creo que he escrito con bastante fluidez, a lo que le he pillado muy bien el tono y que me ha permitido introducir lances cómicos. En cuanto a la tercera parte, en la que seguimos a Cabeza de Vaca y el viaje que hizo por el sur de Estados Unidos durante diez años, Naufragios ha sido siempre una de mis lecturas favoritas y recordé que uno de los supervivientes de su expedición era Estebanico, otro esclavo negro, pero es que además al releerlo vi que Cabeza de Vaca citaba muy brevemente a algún negro más en la expedición, y que además había desaparecido acompañado de un griego llamado Doroteo Teodoro, así que pensé que por qué no utilizar esta peripecia y ligarlos con mi saga familiar.

Las Bardenas, la Sevilla que hace de puente de América y el propio continente al otro lado del Altántico en los primeros tiempos de la Conquista. Son tres grandes escenarios…

Sí, y además hay una especie de círculo porque la novela se inicia en Las Bardenas y acaba en Sinaloa, con escenarios desérticos muy similares. Y por medio no solo Sevilla, que como digo era en aquel momento el ombligo del mundo y tenía su propio microcosmos de pícaros, ladronzuelos, comerciantes, aventureros, galeotes, sino otras ciudades que se recorren a lo largo de la novela, Alcalá de Henares, Salamanca, Valladolid… Y tampoco hay que olvidarse de Olite, en donde estaba la corte del príncipe de Viana en todo su esplendor, con sus artistas, sus fosos con animales exóticos, sus jornadas de caza, todo ello ajeno a una situación de pobreza y pre-guerra civil en Navarra… Me interesaba mucho además contraponer la figura del príncipe con la de su padre, Juan II de Aragón, esa tensión entre ambos y sus caracteres tan distinto, melancólico y sensible, artístico el de Carlos de Viana y guerrero y ambicioso el de su padre.

En esta novela el humor parece un elemento esencial, en Los Dueños del viento no lo recuerdo tan claramente…

No, porque Los dueños del viento me salió muy seria, creo que la historia lo exigía así, suelen ser las propias novelas las que te piden el registro que necesitan. Pero es verdad que en ella eché de menos algo que yo creo que es bastante recurrente en mis libros, como es el humor y que a veces incluso no llegaba a reconocerme a mí mismo como autor (aunque también es cierto que todo mi recorrido anterior no tenía nada que ver con el género histórico). Me apetecía resarcirme de esa herida en esta nueva novela, y además en un género como este en el que no es fácil encontrar historias divertidas. Pero no tuve que forzarlo, porque las referencias que usé ya me daban pie a utilizar el humor, la picaresca, en la que son frecuentes los episodios chuscos o incluso escatológicos, o el libro de Cabeza de Vaca, que aunque es una crónica tiene episodios realmente alucinantes y que me permitían a mí mismo introducir otros, así como elementos fantásticos o creencias mágicas que estaban en la mentalidad de la época (los hombres pez, por ejemplo). De todos modos creo que esta no es una novela de humor, ni una parodia, sino que el humor va entrando progresivamente, con algunos toques que sobre todo en los dos últimos libros van siendo más intensos hasta transformar el libro.

Igual hay que reírse un poco del pasado…

Reírse yo creo que está bien siempre. La gente en aquella época se reía mucho, además, no solo se dedicaban a abrirse las cabezas o quemarse unos a otros en hogueras.

¡Y los guiños literarios y musicales! Viendo la nota final muchos saltan, acabas diciendo ¡cómo no me di cuenta! De hecho, algunos sorprenden que tengan cabida en una novela histórica.

En Los dueños del viento ya hice cameos, aparecían rockeros, referencias a otras obras literarias, pero no los mencioné y muchos pasaron desapercibidos. En este he escrito una pequeña guía al final, en el que se mencionan guiños a García Márquez, Monterroso, pero también a La Polla Records o La vida de Brian. Todo eso forma parte de mi formación cultural y a veces mientras escribo algunas frases me evocan, no sé, letras de canciones, Kiko Veneno, Tijuana in blue, que decido aprovechar creo que con bastante naturalidad.

La última parte, la de Cabeza de Vaca, escribir sobre la Conquista de América en este tiempo de ese tema que hasta provoca disputas diplomáticas entre México y España, ¿es meterse en un jardín?

La figura de Cabeza de Vaca a mí me interesaba porque es un conquistador un tanto excepcional, una especie de anticonquistador, probablemente obligado por las circunstancias, pero el caso es que él tuvo que convivir con las diferentes naciones indias, fue esclavo con algunas de ellas, vivía como ellos, iba desnudo… Se convirtió en un indio más y eso le hizo desarrollar cierta empatía hacia ellos. En cuanto a esa polémica, personalmente tampoco me parece descabellado ni que resulte una humillación pedir perdón por algo que, aunque tengamos que contextualizarlo en una época determinada, efectivamente provocó mucho daño y muchas muertes.

La novela histórica, novelar el pasado, si tuviera más función que la literaria y la de entretenimiento, ¿cuál sería?

Yo creo que despertar la curiosidad, servir un poco como chispa para que quien quiera interesarse por la Historia acuda a los libros que cuentan esta desde otro punto de vista más riguroso o académico, nosotros solo somos escritores y no hay que buscar un análisis científico en nuestros libros. Eso y constatar que nuestras preocupaciones fundamentales, la muerte, el paso del tiempo, el amor, la soledad, permanecen a lo largo de los siglos.

Segunda novela histórica, ¿se queda en el género para la próxima?

Cuando acabé la anterior dije que no iba a volver otra novela histórica, es un género muy exigente, hay que documentarse mucho, te encuentras con dificultades a cada paso… Pero volví a caer y escribí Diez mil heridas, así que ahora no me atrevo a decir que no, de hecho tengo alguna idea, pero sí me gustaría volver antes a alguna historia más actual, tomarme un pequeño descanso en el género. En broma he comentado también que escribiré otra novela histórica si hacen película de esta, de hecho hasta me otorgué una pequeña aparición en la novela, por si se animan a darme un papelito.

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