Luis Roso: «La novela negra te permite todo, incluido contar la historia de un país»

El escritor Luis Roso. (FOTO CEDIDA)

Con solo dos novelas (Aguacero, en 2016, y Primavera cruel, en 2018, ambas en Ediciones B), el inspector Trevejo  ha logrado erigirse como uno de esos personajes imperdibles en la novela negra ambientada en el pasado en nuestro país. En este caso, en la gris España franquista de los años 50.

Tras este policía literario está su creador Luis Roso (Moraleja, Cáceres, 1988), un licenciado en Filología Hispánica e inglesa, actualmente profesor de Secundaria, que se deja caer por XXSiglos para hablarnos de su creación…

La historia de cualquier país, la de España, se puede contar como una novela negra…

Más que eso, creo que la novela negra es un género que te permite todo, incluida la historia de un país. No es más que un molde con elementos comunes que te permite contar lo que quieras, meter crítica social, entretenimiento o que tenga un componente histórico importante.

Y en su serie sobre el inspector Trevejo, ¿cómo clasificaría el componente histórico?

No sé si decir que es el componente principal, pero si no, uno de los principales. Y lo he hecho con libros de historia, que cuentan lo que pasó pero no como era el día a día, como veían ellos el mundo… Así que lo complemento con novelas de la época: Delibes, Laforet, Cela… y con un cuaderno iba apuntandos expresiones, guiños, cualquier cosa que me pudiera servir. Al final, la historia de España está en Wikipedia. Mi documentación tenía que partir de otro lugar. También he usado hemerotecas, o he comprado objetos antiguos por eBay. No soy historiador, soy filólogo, así que entiendo la parte de investigar en la literatura.

Te he leído que escribes con un esquemas que haces saltar por los aires…

Escribo con brújula, pero sin mapa. Sé cuál es el final que quiero, conozco algunos personajes y escenas, pero más allá, no sé cómo se van a unir… Esto te permite que sea una novela más viva, más dinámica… El problema es que muchas veces tengo que volver a atrás para corregir o encajar todas las piezas. Es el mismo método de Unamuno o Cervantes, que no me comparo con ellos, pero es el que me ha funcionado. Yo no sirvo para planificar, me aburre, prefiero que la novela vaya a su aire.

Si Aguacero era más rural, esta Primavera cruel es más urbana…

He intentado equilibrar un poco, aquí también hay un pequeño componente rural que ocurre en Cataluña. Sigue siendo importante, pero he intentando conjugar el ambiente urbano de Madrid y Barcelona.

¿Cómo ha cambiado Trevejo de una novela a otra?

Yo creo que ha cambiado, pero poco. El que ha cambiado soy yo como escritor. Ha pasado un año en las novelas, no ha podido cambiar él tanto como yo. Escribí Aguacero a ver cómo reaccionaba la gente, Primavera Cruel ha sido distinta. Esta ha sido una liberación una prisión: ya se que a la gente le gusta el personaje y mi forma de escribir. Puedo ahondar más en él. He sido yo más consciente de lo que podía dar.

Aprendió algo de Aguacero y lo ha puesto en práctica en esta nueva novela…

Lo que he aprendido es que las buenas y las malas críticas y el aprecio de los lectores no sirve de nada cuando estás escribiendo. Mantengo elementos de la novela y he metido otros elementos que no estaban: el ambiente urbano, el comunismo, Cataluña, hay más acción y tiroteos. Me he quedado con los mejores elmentos de Aguacero y he añadido más para hacer algo difernete.

Has metido Cataluña en esta novela, ¿algo buscado con la que está cayendo?

No, no estaba buscado. La novela la acabé hace un año, cuando el tema estaba candente pero no tanto. Fue por afinidad personal, tengo lazos personales, paso un mes al año allí… Después de Extremadura, Salamanca o Madrid, Cataluña es el sitio que más conozco. Tenía que elegir un lugar para sacar a Trevejo de su zona de confort. Pero muestro el conflicto que había con Cataluña hace 50 años y me parecía bueno para meter a Trevejo.

La resistencia antifranquista que aparece en la novela, ¿homenaje a un movimiento poco valorado?

No sé si homenaje, porque un homenaje es un homenaje, y esto es una novela. Pero sí quería hacer recuerdo. El problema de la resistencia es que en cuanto Franco se murió quedó diluido, no se convirtió en un partido político. Cuando Franco vivía, parecía que había una red de comunistas perfectamente organizados y cuando se acabó el franquismo había cuatro gatos, no había un aparato. Era como una hormiga contra un elefante. Era más el misticismo y el romanticismo que lo que había de verdad. No era más que una china en el zapato del régimen, los resultados del PCE después lo demostraron. Hay que reconocer el valor que tuvieron, pero no sé si eran valientes o inconscientes.

Este año leí a James Ellroy  en Bacerlona y decía que él escribía sobre el pasado sin querer buscar conexión con el presente. Me resulta difícil de creer incluso en las novelas del propio Ellroy…

Podría decir como Ellroy y decir que no, pero es una tontería. Yo escribo ahora. Es imposible escribir  una novela negra de los años 50 y no hablar del hoy. Lo comparas con una novela en esa época escrita entonces es totalmente diferente. Yo parto con mucha ventaja, sé muchas cosas sobre cómo va a resultar la historia. El tema de la resistencia antifranquista, yo puedo presentarlo así porque ya sé cómo fue en realidad. Las novelas están escritas hoy y tienen referencias al tiempo en el que vivimos.

Decía que esta novela tiene más acción y tiroteos… Muchos autores recurren al cine cuando escriben esos pasajes…

Yo casi te diría que los pasajes de acción vinieron primero, antes que la trama. Son novelas muy visuales, las tengo en mi cabeza. Son mis escenas claves, de las que voy hilando la trama. Creo que es un 50%. Soy literario y parto de ella, por documentación e inspiración, pero las dos novelas son muy visuales, no sé si decir cinematográficas. Los lectores van a tener en mente la película. Se sale de la tónica de novela negra tradicional, que es más pausada, con diálogos del detective hablando con el mayordomo o la vecina. Lo mío es más thriller y, claro, es más cinematográfico.

Es profesor de Secundaria. En esta sociedad, donde se dan menos importancia a las humanidades pero se habla tanto de memoria histórica… ¿Novelas como esta, entretenidas pero sobre el pasado, pueden servir para llenar vacíos?

Sí, creo que sí, al final cualquier documento de ficción que nos lleve a comprender la historia es positivo. Soy bastante optimista, gracias a Internet tenemos más acceso a artículos sobre historia o memoria histórica. No hay que ser tan pesimista con la lectura o la memoria, yo creo que la memoria histórica está más viva hoy que hace veinte años. Bueno, los tuiteros andan la gresca cada conmemoración. No sé si es bueno o malo, pero mantiene viva la memoria. Se sigue hablando.

¿Tienen sus novelas poder didáctico?

Soy profesor y me gustaría pensar que sí. Yo he aprendido mucho de las libros, las novelas, las películas. Quiero pensar que quien me lea aprenderá algo sobre cómo se vivía entonces, algún hecho, algo. No es su misión primordial pero si pueden enseñar algo, bienvenida.

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