Manuel Pinomontano: «Las mujeres piratas jugaron con la idea de género sin saber que lo hacían»

El escritor Manuel Pinomontano (cedida por el autor)

Gregoria Salazar, gitana, indiana y pirata, protagonista de El secreto de la Tritona (Ediciones B, 2018). Novela de piratas, pero de los de verdad, con base histórica, que nos lleva, siguiendo las memorias de Salazar por todo el orbe del siglo XVIII.

Charlo con el padre de la creación, Manuel Pinomontano (Huelva, 1966), que debuta en la literatura con esta novela. Y el autor es de los que da guerra: promete rigor histórico sí, pero sin ser una clase de Historia, «porque son muy aburridas»; habla de mujeres que se hicieron oír en la historia, porque en España lo han sabido hacer; y piratas, lejos de los tópicos de Stevenson y Disney.

¿Cuándo empezó la relación de Manuel Pinomontano con las historias de piratas? ¿Fue un lector de siempre de estos personajes?

El primer libro que me regaló mi padre fue La Isla del Tesoro de R.L. Stevenson, era del Círculo de Lectores y aún lo conservo, yo tenía como unos ocho años. He leído en temas relacionados con piratas a Salgari, a Byron, Espronceda, pero no ha sido hasta hace unos años cuando decidí escribir sobre Gregoria Salazar que empecé a documentarme intensamente sobre piratas y a leer más libros históricos que literarios sobre los piratas de Campeche, ingleses, corsarios, etc.

¿Y cuándo el personaje de Gregoria Salazar entró en su vida?

Gregoria entró en mi vida cuando decidí buscar un personaje cuyos deseos más íntimos de libertad no tuviesen etiqueta, no fuesen deseos típicamente masculinos o femeninos, porque Gregoria es una mujer cuyos deseos de vivir y de ser libre podrían ser también los de un hombre.

Son conocidos los casos de mujeres piratas y mujeres que se travistieron para ejercer aquella vida. ¿Por qué decidió hacer protagonista a una mujer pirata?

Sí, son mujeres ya conocidas; entre las mas famosas están Anne Bonny, Mary Read, Sadie Farrell o Grace O´Malley, pero sus historias se han distorsionado bastante por el romanticismo de Hollywood y las ideas preconcebidas que tenemos del mundo de la piratería, que no necesariamente son ciertas. Decidí escribir sobre una mujer pirata porque me parece fascinante desentrañar las aspiraciones y la personalidad del ser humano sin tener que estar constreñido a una idea de género y estas mujeres piratas jugaron con esa idea de género sin saber que lo hacían, la usaron de parapeto, y se sirvieron de los estereotipos sociales al respecto para alcanzar sus más recónditas esperanzas de libertad.

No es sólo una El secreto de la Tritona una novela protagonizada por una mujer, sino contada por ella misma y para ser ‘leída’ por otra…

Sí, he querido darle un tono íntimo, un tono de confidencias, de secretos familiares, y para ello nada mejor que la complicidad entre mujeres, entre abuelas y nietas. Los abuelos son muy importantes en nuestras vidas, a ellos uno se acerca con complicidad, con benevolencia, buscamos una relación libre del juicio de los padres pero que a la vez sea familiar, cercana, son aire fresco donde se nos permite respirarnos a nosotros mismos, y nadie mejor como ellos para entendernos y entender nuestros deseos de libertad, a ellos los vemos como amigos a la vez que familiares.

El tono de la novela es el flujo de conciencia de los llamados escritos del yo, un genero epistolar que se da en el siglo XVIII y que Rousseau imbuye de valor literario a partir de sus Confesiones. Es un tono que se presta a esta cercanía, que por ósmosis permea al lector y lo hace establecer una relación íntima con las protagonistas de la novela, casi como si fueran sus propias abuelas.

¿Es tiempo de rescatar el papel tantas veces silenciado de las mujeres en la historia a través de la ficción histórica?

En la historia de España la mujer ha sabido hacerse oír, afortunadamente. Aunque -no lo dudo- hay que rescatar el papel de la mujer, tantas veces opacado por una sociedad patriarcal, tampoco me cabe duda que en España hemos tenido mujeres con rasgos feministas muy marcados desde siempre. Me da mucha pena que al hablar de feminismo tengamos que recurrir a mujeres extranjeras, como si los españoles tuviésemos un pequeño complejo que a mi parecer es infundado. En nuestro país hemos tenido una reina, Isabel I de Castilla, que estableció unas capitulaciones matrimoniales con su marido el rey Fernando que ninguna otra reina de la época supo hacer, la prueba es que su homónima Isabel I de Inglaterra tuvo que renunciar a casarse para evitar lo que Isabel de Castilla logró sin renunciar a eso, ella se puso a la misma altura que Fernando con una lucidez y una fuerza de temperamento única, ¿no es este el mejor ejemplo de feminismo que tenemos?, ¿y que me dices de Teresa de Ávila?, una mujer que fue acusada por un tribunal de hombres y se sentó en el banquillo de la Inquisición a defenderse de algo de lo que pocas mujeres o hombres salían bien parados en esa época. Teresa con su pluma, con su literatura, salió triunfante sobre el machismo de entonces que era muy fuerte, ella sola, con la transparencia de sus escritos y todavía fue más allá para reformar su orden por encima de intereses puramente masculinos. Yo creo que hay que quitarse el sombrero ante la mujer española a lo largo de la historia, porque como estos ejemplos hay muchos.

¿Al intentar hacer un justo rescate no se corre el peligro de magnificar ese papel?

Efectivamente se corre ese peligro, y muchos autores han caído en esa trampa. Un escritor histórico debe ser imparcial y no dejarse guiar por sus tendencias o pasiones. Valorar la realidad y plasmarla tal y como fue. Yo creo que eso lo he logrado en El Secreto de la Tritona, Gregoria nos cuenta en la novela lo bueno y lo malo, aunque a veces eso signifique colocarse en la posición del antihéroe, que no debe desagradarnos sino al contrario, nos hace ver al ser humano con todo su relieve.

Hace tiempo leí que las novelas de aventuras ya no podían estar ambientadas en nuestro presente, tan tecnológico y geolocalizado… ¿Es el pasado la última aventura?

No. El pasado está cargado de romanticismo, de aquello que ya no volverá, como decía Becquer, y eso lo hace muy atractivo, evocador, nos hace viajar a otros lugares y tiempos que ya no son. Pero el presente es un suceso fascinante, y esa debería ser nuestra mayor aventura, nuestra propia vida. Hay veces que el presente supera con mucho a las novelas.

En su novela recorre muchos espacios geográficos e históricos del siglo XVIII, de Cádiz a Manila, Méjico, Estambul; pero también la Expulsión de los Jesuitas… ¿Ha utilizado a Gregoria Salazar como guía para un recorrido por la España de la época de Carlos III? Tras escribir la novela, ¿cómo definiría aquella época?

Yo creo que un buen escritor no debe “usar” ni manipular a sus personajes, y si lo hace que no se note porque cuando eso se nota el lector inteligente se decepciona y el lector inteligente es un tesoro que los escritores debemos cuidar, porque es gracias a él que la novela vive en otras personas y corre con vida propia. Gregoria es Gregoria, es ella misma, es libre, es indomable, nadie podría utilizarla, ni siquiera el autor. Ella supo liberarse de todos. Lo único que hago es contarle al lector con detalle lo que sucedía en esa época, para que pueda entenderla mejor, cómo era su mundo, cómo se vestía, qué comía, qué pensaba, pero sin una necesidad exhaustiva por enumerar nada, si no la novela se confunde con una clase de Historia y las clases de Historia son muy aburridas. Yo definiría la época en la que vivió Gregoria como la época de las luces, aunque suene manido o lugar común, la Ilustración fue una época fascinante, revolucionaria, lástima que la historia es un péndulo y luego vino el siglo XIX con su oscurantismo cuasimedieval.

¿Cómo es relación de Manuel Pinomontano como escritor con la historia en la que ambienta su ficción?

En el momento en que la novela se publica uno se deslinda y se libera, la novela empieza a ser de los lectores. Es una sensación muy extraña, me emociona. Siento que el autor es un médium, los personajes están ahí, yo solamente los develo.

¿Debe tener el novelista que cultiva el género una responsabilidad social con el lector? ¿Tiene, por tanto, una cierta finalidad didáctica la ficción histórica?

Por supuesto, el escritor de novela histórica tiene muchas responsabilidades, la primera es ser imparcial, contar las cosas lo mejor que pueda en el sentido de veracidad, sin manipulación, sin sectarismos, y además mostrando al lector la historia dentro de su propio contexto, porque el pasado no se puede ni se debe valorar con las reglas del presente. Darnos cuenta de eso como escritor y saber apartarnos de nosotros mismos es difícil, y -sobre todo- dejar siempre que el lector tenga la última palabra al respecto, que él decida. Sí hay una cierta finalidad didáctica, pero eso depende de cada autor como quiera llevarla a cabo, para mi es más importante la evolución del personaje, para mí es más importante asomar al lector a la naturaleza humana, aprender de historia es secundario. Claro que hay escritores que piensan al revés y así lo plasman en su trabajo, yo creo que todo se vale.

Empezábamos hablando de historias de piratas, ¿qué tres historias de ese género recomendaría a los lectores de esta entrevista?

No me atrevería a recomendar una novela de piratas para adultos porque la mayoría están escritas para niños y distorsionadas por la visión de Robert L. Stevenson, que además también escribió la suya para entretener a sus propios hijos. Stevenson creó un cliché que el cine se ha encargado de propagar y afianzar: piratas tuertos, con garfios, pata de palo y un loro en el hombro, nada más lejos de la realidad, y lo peor es que nadie se ha atrevido a investigar la veracidad del contexto histórico, ningún autor de novela histórica ha ido más allá para mostrar al lector un retrato fiel de la piratería en el siglo XVIII. En El Secreto de la Tritona le muestro al lector como eran los piratas en realidad, el cuento chino de la izada de las banderas con calaveras y húmeros, el hecho de que los piratas tenían que estar verdaderamente en forma y si no, se retiraban a abrir una taberna en cualquier puerto. Un hombre que dispara con un ojo tapado difícilmente va a alcanzar su objetivo con el disparo por falta de perspectiva ocular, eso es un hecho, y un hombre con pata de palo es presa de cañón o de montante al primer abordaje, ¿cómo se va a subir por los obenques? ¿cómo nada en caso de que caiga al agua?

Quizá recomendaría a Salgari que es el que menos se aparta de la realidad, en cualquier caso, es literatura para niños también. Mi novela es una novela de piratas para adultos, con el rigor histórico que merecen también los piratas, aunque tradicionalmente se haya considerado tema infantil. Trato de revelar como eran en su contexto apartándome de los conceptos de Walt Disney, de forma fidedigna y real, eso es muy difícil y uno corre el peligro de que el lector medio no sepa reconocer la realidad en la novela, pero es mi deber para con el lector, es ese deber del que hablamos antes, el deber del escritor de novela histórica: la verdad por delante.

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1 comentario

  1. Dice ser Manuel Pinomontano

    David ha sido un placer la entrevista, gracias por tus interesantes preguntas, poner en perspectiva la Piratería en la Historia y permitirme hablar sobre mi trabajo en tu blog. Un Saludo.

    22 mayo 2018 | 02:30

Los comentarios están cerrados.