Alfonso el Batallador, según los Corral: rey guerrero, misógino, homosexual y uno «de los personajes más manipulados en la historia de España»

Detalle del cuadro Alfonso I de Aragón, de Francisco Pradilla (WIKIMEDIA)

A José Luis Corral se le puede catalogar, sin mucha dificultad, como uno de los renovadores de la novela histórica española del siglo XXI, con novelas como las de El Cid o Numancia. El reputado medievalista, ademas, mantiene con bastante gracia y espíritu crítico esa dualidad entre historiador y novelista. En estos días, tras recibir el premio de las Letras Aragonesas, regresa a las librerías con una novela, Batallador (Doce Robles, 2018), escrita a cuatro manos con su hijo, el también escritor, Alejandro, que se centra en la figura de Alfonso I el Batallador.

Cuando se cumplen 900 años de la conquista de Zaragoza, los Corral fijan su lupa en este rey de aires míticos, de porte combativo y caballeresco, un comandante que solo perdió una batalla en su larga carrera militar -la última-, de espíritu cruzado, comparable en muchos aspectos al célebre Ricardo Corazón de León, pero también lleno de recovecos y matices -su misoginia, su supuesta homosexualidad…- y marcado por un testamento inviable, y rechazado por sus súbditos: el de legar sus dominios a las órdenes militares de los templarios y los hospitalarios.

¿Por qué elegisteis para esta novela la figura de ese monarca?

Es un rey tan complejo y las visiones que hay de él son tan contradictorias que daba mucho juego: si lees las crónicas aragonesas es un héroe; las castellanas es un hombre violento, canalla, felón; una crónica musulmana lo tilda de homosexual… La figura del Batallador me interesaba desde hace tiempo y ya había escrito cosas académicas sobre él, de esas que no lee nadie. Era fascinante: misógino, homosexual, se casó con Urraca de León, fue la primera vez que se unió dinásticamente los reinos de León y Aragón, mucho antes de los Reyes Católicos; tenía la idea de irse a Jerusalén… Es un personaje con unas contradicciones tremendas: era un señor feudal que concedió a los pobladores de Aragón y otros lugares unos fueros extraordinarios e inimaginables para el siglo XII, era homosexual… Tenía tantas cosas que era obligado construir una novela sobre él.

Además, queríamos usar su figura para mostrar en novela, que los documentos históricos son tremendamente contradictorios. Es como un reto para los historiadores: ved como las fuentes históricas, unas y otras, mienten. El novelista, en cambio, puede reescribir e imaginar cómo pudo ser todo aquello.

Con todo esos elementos, los lectores van a hacer muchas lecturas contemporáneas de la figura del Batallador…

Cuando se publica una novela, ya es del lector. Siempre digo que la historia es maestra de vida, y además es un arma ideológica formidable que ha servido para justificar el presente, lo que se llama presentismo. Ahora lo hacen algunos en Cataluña, País Vasco o Galicia. O antes en Castilla: fíjate que el Batallador fue rey de Castilla y murió siéndolo. En cambio no lo encontrarás en la lista de los reyes castellanos. Burgos, Segovia, Ávila, Soria son conquistas suyas o de contingentes aragoneses, pero lo han borrado de la historia. Alfonso el Batallador ha sido uno de los personajes más manipulados de la historia de España.

Estas reflexiones sobre las fuentes, en la época de las fake news, vienen al pelo…

Hace un año y medio, di una conferencia en León y conté que la batalla de Covadonga no existió, que fue una invención de los cronistas del rey Alfonso III de León unos 150 años después de la presunta contienda. Se lió la mundial, salió e la prensa asturiana, de León, en algunos nacionales, como el vuestro. Pero yo solo hice ver que las fuentes mienten. Virgilio escribió La Eneida al dictado o a instancias de Augusto para justificar que era descendiente de Eneas. Eso que se hacía hace 2000 años, se hacía en la Edad Media y se hace ahora. Intento con mis libros y novelas desmontar esa mitificación de la historia para justificar el presente.

El historiador y escritor José Luis Corral en Tordesillas (©CARLOS RUIZ B.K. / CEDIDA POR EDITORIAL PLANETA)

Hace unas semanas que has recibido el Premio de las Letras Aragonesas, y eso que a los autores de género suele ser difícil que os reconozcan literariamente….

Sobre todo a los autores de novela histórica, pese a que este género es, con muchísima diferencia, el más leído y demandado en España, como el doble que la novela negra tan de moda. Parece que la novela histórica no convence por un lado a los críticos y por otro a los historiadores. Pero por los lectores sí: el 27% del público elige novela histórica frente al 13% de la negra, según los datos de Cultura. El público prefiere el género, pero los críticos parece que lo consideran casi ajeno a la literatura. Este premio rompe esa tendencia de considerar la novela histórica algo ajeno a la literatura y la historia. Estoy contento, no tanto por mi, que ya estoy amortizado, sino porque es un reconocimiento a la novela histórica.

Esta novela ha sido escrita a cuatro manos con tu hijo, ¿cómo ha sido la experiencia?

Fantástica. Mi hijo no es historiador, es escritor (autor de El cielo de Nueva York en Minotauro). Hace dos años me dijo: papá, escribir novela histórica es muy fácil. Le dije: anda listo, escribe una. Se puso y llegó a la conclusión de que era más difícil de lo que pensaba. Estuvimos hablando y le dije medio en broma de hacerla a medias. Y así empezó la novela: como broma, pero ha sido un año y medio de trabajo fantástico. Y a pesar de haber 30 años de diferencia y ser padre e hijo no ha habido ningún roce generacional, histórico o literario al escribir.  Ha sido una experiencia fascinante.

¿Vais a repetir este tándem literario?

Mi hijo tiene preparados otros trabajos que espero que salgan el año que viene. Yo ahora estoy con la serie de los Austrias, cuya tercera novela espero que salga en el febrero o marzo próximos: ya la tengo muy avanzada y será sobre la muerte del emperador Carlos. No sé que pasará después. En el 2020 o 2021, a mí sí me gustaría repetir porque ya te he dicho que ha sido algo fascinante. Tenemos muy buena relación, no de amigos porque ser padre e hijo es otra cosa, pero sí muy estrecha.

Habéis sacado esta novela en una editorial pequeña, en Doce Robles…

Soy un poco Quijote. Esta novela la habría publicado Planeta, creo que sin problemas, pero quería apoyar a Doce Robles, una editorial pequeña y aragonesa que nació hace unos años. A mi no se me caen los anillos por publicar en una editorial pequeña o escribir un artículo en el boletín de mi pueblo. Hay que apoyar a los que se han atrevido a montar una editorial en plena crisis. Y además, los editores son amigos míos.

También estás metido en el grupo Escritores por la historia y en el curso que van a organizar este verano en Santander

Sí, hemos fundado este grupo Antonio Pérez Henares, José Calvo Poyato y yo -soy vicepresidente- con Javier Sierra, Santiago Posteguillo, Eslava Galán y algunos más y vamos a organizar cursos y jornadas. El de Santander va a ser la puesta de largo. Con todo eso queremos mostrar que la novela histórica puede contribuir en dar a conocer la historia de España. Labor divulgativa que los historiadores, y hablo ahora como tal, han dejado de lado. La novela puede servir para desmontar tantos mitos que se han montado sobre nuestra historia.

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