Jesús Hernández: «La Segunda Guerra Mundial está más presente en nuestras vidas de lo que creemos»

El historiador Jesús Hernández.

Jesús Hernández (Barcelona, 1966), historiador y periodista, sigue cabalgando con pasión la montura de la divulgación de la Segunda Guerra Mundial. Para los que le seguimos desde que arrancó con sus primeros títulos en la extinta Inédita, le notamos con más ilusión y más ojo certero y oficio. Vuelve Hernández, incansable, a las librerías con Eso no estaba en mi libro de la Segunda Guerra Mundial (Almuzara, 2018). Charlo sobre esta nueva apuesta suya y acabamos hablando, claro, de la Segunda Guerra Mundial, pero también de Cataluña, el cine y lo políticamente correcto en la historia

Después de 21 títulos de divulgación, la mayoría ambientados en la Segunda Guerra Mundial, ¿qué te queda por contar del conflicto? ¿Todavía es posible sorprender al lector habitual de esta materia?

Lo que hace que ese conflicto sea tan fascinante es que, por mucho que leas sobre él, siempre surgen nuevos temas que resultan sorprendentes. Para esta obra he recogido un buen número de historias que, realmente, no están en los libros habituales sobre la contienda, así que el llamativo título no es un gancho comercial para vender las historias de siempre; estoy convencido de que responde a las expectativas que puede crear en el lector. Hay tantas historias de este tipo todavía que incluso he tenido que descartar bastantes para no hacer el libro demasiado extenso.

La Segunda Guerra Mundial sigue siendo objeto de reenfoques y revisitaciones constantes. En ese panorama tan complejo y lleno de debates académicos, ¿cómo te planteas tu posición como divulgador para el gran público?

Mi intención es poner los elementos a disposición del público para que pueda llegar a sus propias conclusiones, tratando de exponerlos de la manera mas fiel a la realidad posible. No me interesan los enfoques sensacionalistas, como aquéllos que sitúan a Hitler en Sudamérica por poner un ejemplo, que me podrían atraer más lectores, pero que irían en detrimento de mi credibilidad, la que sea que tenga. Lo que escribo es fruto de un esfuerzo por conocer lo mejor posible lo que sucedió. Cuando las fuentes no coinciden, señalo al lector esas discrepancias o, si no se sabe a ciencia cierta lo que ocurrió, así lo digo, antes de apostar por una versión que me despierte dudas sobre su veracidad.

Desde cuándo te interesa este periodo. Cuéntanos cuál es ‘tu historia’ con la Segunda Guerra Mundial.

Formo parte de una generación que, con trece o catorce años, se dedicaba a hacer maquetas de tanques y aviones, veía con fascinación la serie documental El mundo en guerra, disfrutaba con Doce del patíbulo o La cruz de hierro y leía con fruición las novelas de Sven Hassel. Esa combinación letal te echa a perder de forma irremediable, y a la vista están las consecuencias.

Hace poco, publiqué en XX Siglos un texto tuyo en el que nos hablabas sobre novelas sobre el III Reich y sentenciabas que en este caso, la ficción nunca podía llegar a superar la realidad. Sin embargo y como bien acabas de comentar, en generaciones como la tuya y la mía, que hemos crecido rodeados de ficción (literarias, pero sobre todo audiovisuales) sobre el conflicto… ¿Cómo podemos sacarnos ese sesgo ficticio a la hora de abordar este conflicto? O mejor dicho, ¿podemos?

El mayor riesgo de haber crecido rodeado de esa ficción es idealizar la guerra, pensar que es algo emocionante y heroico. Dejando a un lado los muertos y heridos que provocó, los soldados tenían que luchar contra el frío, el hambre o los piojos, y los civiles padecían todo tipo de privaciones. Personas normales y corrientes acababan, llevados por las circunstancias, matando a sangre fría a soldados enemigos que querían rendirse, sin contar con los que cometían crímenes contra la población civil. A uno le puede fascinar la guerra como hecho histórico, pero no hay que perder de vista todo el horror que lleva aparejada.

En este libro das cuenta de los avances, por ejemplo, en materia alimentaria con los que vivimos día a día y que tuvieron su origen en el conflicto…

Sí, el capítulo en el que hablo de ello es uno de los que, sin duda, más van a sorprender al lector. Alimentos como las barritas energéticas, el zumo de naranja concentrado o el queso en polvo de los populares ganchitos fueron creados para cubrir las necesidades del ejército norteamericano durante la guerra. Otros artículos, como el papel film o el papel de aluminio, tienen también su origen en el conflicto. La industria alimentaria en Estados Unidos dio un salto de gigante, forzada por la necesidad de dar de comer a un ejército de doce millones de soldados, diseminados por los cinco continentes. Como vemos, la Segunda Guerra Mundial está más presente en nuestras vidas de lo que creemos.

Y también tratas temas peliagudos como los soldados aliados muertos por fuego amigo…

Sí, ese es un capítulo escalofriante. No sólo hubo muchos soldados aliados que cayeron bajo las propias bombas, también miles de prisioneros aliados murieron ahogados cuando los buques japoneses que los transportaban hacinados en sus bodegas fueron torpedeados. Los norteamericanos sabían lo que estaba ocurriendo, pero siguieron adelante, ya que la prioridad era cortar el tráfico marítimo nipón. Igualmente, miles de civiles franceses murieron en los bombardeos aliados contra las fábricas o vías de comunicación.

Esto me lleva a pensar, ¿existe mucha corrección política cuando hablamos de la Segunda Guerra Mundial, aún a día de hoy?

Sí, aunque poco a poco se van destapando algunos capítulos oscuros referidos a los Aliados que han sido obviados, como la controvertida política de bombardeos estratégicos, la represión estalinista sobre grupos étnicos, el aprovechamiento de los experimentos japoneses con humanos, el racismo en el ejército norteamericano, la expulsión de millones de civiles alemanes… Como vemos, la historia de la guerra es más compleja de lo que hemos venido leyendo.

¿Cuál de esos mitos o conocimientos erróneos sobre la Segunda Guerra Mundial popularmente aceptado te molesta más?

El papel jugado por España sigue carente de un análisis objetivo. Se ha impuesto la tesis de que Franco deseaba entrar en la guerra pero que Hitler no quiso, lo que me parece un sinsentido, aunque lo defiendan historiadores muy prestigiosos. Por ejemplo, España sostuvo un intercambio comercial mucho mayor con Gran Bretaña que con Alemania, y mantuvo a los alemanes lejos de Gibraltar, soportando una presión tremenda. Si Franco hubiera deseado la victoria del Eje, habría permitido el paso para que Hitler se apoderase del Peñón, es evidente. Aunque suene a boutade, estoy convencido de que Franco fue el mejor aliado de los Aliados, valga la aliteración.

Se dice habitualmente que el mundo en el que vivimos es hijo de la Segunda Guerra Mundial, ¿en qué lo podemos percibir a día de hoy?

Sin ir más lejos, el conflicto de las dos Coreas, que está de actualidad con los Juegos Olímpicos de Invierno, tiene su origen en el reparto de su territorio entre norteamericanos y soviéticos tras derrotar a Japón. También hemos visto recientemente la controversia que ha levantado una ley del gobierno polaco que castiga a quien sugiera que el país fue cómplice del exterminio judío. Igualmente, la revelación de los experimentos que Volkswagen ha realizado con humanos para estudiar la inhalación de gases ha despertado mucha polémica por motivos obvios.

Como autor catalán que eres no me resisto a preguntarte sobre cómo estás viviendo el llamado ‘procés’…

Respeto a quien piensa de otro modo pero, en mi caso, puedo decir que me siento a la vez catalán y español, no veo ninguna incompatibilidad en ello. Cuando leo que Blas de Lezo y sus hombres derrotaron a los ingleses, siento que algo me une a ellos a través de los siglos y aquel orgullo pasa a ser mío también. Es un sentimiento de pertenencia a una comunidad al que me resultaría imposible renunciar.

¿Qué papel crees que tiene la historia y su utilización política en este debate?

La historia se utiliza continuamente como arma política, en éste y otros debates, como el de la Guerra Civil, el franquismo y, ahora también como novedad, la Transición. Siempre habrá historiadores, reales o presuntos, dispuestos a rendir esos servicios que son generosamente retribuidos por el poder de turno. En la facultad de Periodismo tuve un profesor magnífico de Historia de España que ahora lo veo en los medios defendiendo una memez tras otra, siempre en la misma línea, pero supongo que debe tener motivos importantes para hacerlo.

Sé que has visitado muchos lugares de la contienda en tus investigaciones, ¿cuál ha sido el que más te ha sorprendido y cuál el que más te ha impactado?

He visitado seis campos de concentración nazis. Me gustó mucho, si se puede decir así, Buchenwald, y Neuengamme también me sorprendió, ya que es un campo enorme y muy poco conocido. En cambio, Auschwitz y Dachau responden al cliché. Hace poco he estado en Gdansk, la antigua Danzig, en la que se ha inaugurado un increíble museo de la guerra, recomiendo hacer una escapada a esta ciudad. Curiosamente, el lugar que más me ha impactado, con diferencia, es uno que no es de la Segunda Guerra Mundial: la prisión de la Stasi de Hohenschönhausen, en Berlín. Salí muy tocado de allí.

Te pido que hagas alguna recomendación a tus lectores: ¿qué historiador sobre el conflicto recomiendas leer? ¿Una novela y una película?

Lo mejor que he leído de la Segunda Guerra Mundial es la trilogía de Rick Atkinson, cualquier calificativo que pueda decir se queda corto ante ese monumento de cerca de tres mil páginas. Y después, todos los libros de Max Hastings, sin excepción. En cambio, Antony Beevor me parece sobrevalorado. No soy muy dado a la novela, ya que prefiero las historias reales; entre ellas destacaría La estepa infinita, de Esther Hautzig, una niña polaca que fue deportada junto a su familia a Siberia. De las últimas películas, me gustó la danesa Bajo la Arena, sobre los prisioneros de guerra alemanes obligados a desactivar minas, y también me agradó El hombre del corazón de hierro, sobre Reinhard Heydrich. En cambio, me han decepcionado mucho Dunkerque y El instante más oscuro, no soy capaz de entender el porqué de las buenas críticas.

¡Buenas lecturas!

Puedes seguirme en FacebookTwitter y Goodreads.

Si te ha gustado esta entrada, quizá te interese…

Los comentarios están cerrados.