Recordad Baler

Fotograma de 1898, los últimos de Filipinas, película histórica dirigida por Salvador Calvo (SONY PICTURES)

Raúl Borrás San León (Valencia, 1974), es autor de Esclavos del honor (Ediciones B, 2017), novela que incluí entre los debut más interesantes del año. En este artículo reivindica la memoria del hecho histórico que narra en su novela: la epopeya de los Últimos de Filipinas.


Recordad Baler

Por Raúl Borrás | escritor | @RBorrasSanLeon

El dos de junio de 1899 se arrió la última bandera española en Ultramar. ¿Quién lo recuerda? Hacía meses que había terminado la guerra, pero no para ellos, que mantuvieron su honor más allá del deber y de lo humano. Esa tozudez tan española les hizo perseverar donde tantos abandonaron, pero ¿quién lo recuerda? Cuando empecé a documentarme para escribir Esclavos del honor, allá por el 2009, pregunté a mi núcleo más cercano y nadie conocía Baler. De aquel asedio tan solo les sonaba la expresión “los últimos de Filipinas”, pero la mayoría no sabía ubicarla, tan solo suponía una frase hecha sin mayor significado.

En Estados Unidos se enorgullecen de El Álamo y su resistencia tan solo duró treces días. Fueron masacrados y mejor no mencionaré que una de las razones de la su lucha era permitir la esclavitud en Texas, el mismo Jim Bowie era traficante de esclavos. En 1863, durante la intervención francesa en México, se produjo la batalla de Camarón.  Una de las hazañas más mitificadas de la Legión Extranjera Francesa. En ella, un grupo de sesenta y cinco legionarios, apenas una quincena más que los de Baler, resistieron en una hacienda a fuerzas mexicanas muy superiores. El capitán Danjou, al mando del destacamento llevaba una prótesis. Hoy en día se considera un honor acarrear en los desfiles la urna que la contiene. Pues bien, tan solo aguantaron doce horas y apenas sobrevivió un puñado de hombres. En 1879 durante la guerra anglo-zulú, en Rorke’s Drift, la batalla donde más cruces Victoria repartió el ejército británico, los asediados, aunque rechazaron a los zulús, tan solo lucharon durante dos días. En 1900, durante el levantamiento de los bóxers, las fuerzas occidentales refugiadas en el barrio de las delegaciones diplomáticas resistieron durante cincuenta y cinco días.

Más allá de estos hechos tan mitificados, los hombres destinados en Baler del Segundo Batallón Expedicionario de Cazadores se defendieron a lo largo de trecientos treinta y siete días. Durante casi un año se alimentaron con alimentos putrefactos, bebieron agua salitrada, soportaron la lluvia y la humedad, el confinamiento y el tedio, la soledad y la añoranza, el olvido y la traición. Sufrieron heridas, enfermaron. Muchos dejaron su vida en el empeño. Sobrevivieron treinta y tres. Algunos quedaron en tan mal estado que fallecieron al poco de su llegada a España, otros volvieron lisiados, los más volvieron a sus pobres vidas. Azorín decía que no se ha repetido gesta igual desde Numancia. A la vista está que no le faltaba razón. Durante los días posteriores al asedio la opinión pública se dividió, para unos eran héroes, para otros un hatajo de malhechores. En su bajeza moral no podían entender tal sacrificio. Solo lo concebían por encubrir un asesinato o el robo de un tesoro que jamás existió. Con el tiempo, aclarado el asunto, se les concedieron medallas pensionadas tanto a tropa como a oficiales. El capitán Las Morenas y el teniente Martín Cerezo consiguieron ascenso y la Laureada de San Fernando, nuestra más alta condecoración. Pero su actuación había levantado muchas ampollas, ellos lucharon donde otros se rindieron, y aquí cesó todo reconocimiento. En nuestro país cainita no se le perdonó su gallardía. Martín Cerezo nunca volvió a tener mando efectivo sobre tropa y tras la promoción a capitán tubo que pelear administrativamente por todos y cada uno de sus ascensos. Llegó a general, y fue el más viejo del ejército, pero tuvo que pelearlo con ese carácter impertérrito suyo. El teniente Juan Alonso recibió un ascenso, una pensión y sepultura en el mausoleo a los héroes de Cuba y Filipinas en el cementerio de la Almudena de Madrid. Fue el gran olvidado. Al doctor Vigil de Quiñones le negaron La Laureada y recibió dos cruces de primera clase de María Cristina. Sin duda fue uno de los baluartes del asedio, rindió tanto a nivel médico como militar. Sus servicios fueron extraordinarios. Si Alonso es el gran olvidado, Vigil, sin duda alguna, el ninguneado.

La hazaña de los mal llamados Últimos de Filipinas, objeto de estudio en academias militares como ejemplo de resistencia a ultranza, pronto fue olvidada en España. Desde luego no es algo extraño. Este país nuestro vive atascado en su presente, no mira hacia el futuro y apenas recuerda su pasado. Y cuando lo hace es de manera traumática y esperpéntica, recordando nuestras miserias. ¿Qué país celebra sus derrotas? Gran parte de la culpa la tiene la leyenda negra, que magnificó nuestras derrotas y enturbió y trucó muchos acontecimientos. Y aunque hoy día ha sido ampliamente rechazada, una gran mayoría la da por buena y continua creyendo sus patrañas. No idealicemos nuestro pasado, aprendamos de nuestros errores pero celebremos nuestros éxitos.

En los años cuarenta una película y su canción, reavivaron la llama de la leyenda de Baler, pero de nuevo fue cubierta por una pletina de polvo y caspa y el gran público no tardó en olvidarla. Más esta hazaña desprendía tal grandeza que, y sin coincidir con una efeméride, cosa rara en España, en apenas dos años han salido varias obras inspiradas en el sitio. En el 2015 Prada editó una novela, protagonizada por una mujer y el año pasado salió una segunda película española sobre el asedio. De buena factura y con un gran cuadro de actores, no trataba a los protagonistas del suceso histórico con demasiada justicia. Cuando hace ocho años me planteé escribir Esclavos del honor tenía claro que no quería ni parecer un episodio del NODO ni ser un panfleto antiespañol. En definitiva, es una novela escrita para disfrutar con nuestra historia. Lo hemos hecho durante años con la de Grecia y Roma, disfrutemos ahora sin complejos de la historia de España.

*Las negritas son del bloguero, no del autor del texto.

Puedes seguirme en FacebookTwitter y Goodreads.

Si te ha gustado esta entrada, quizá te interese…

5 comentarios

  1. Dice ser Jose carlos

    El fin de semana pasado. En la cadena COPE se hizo un programa para que la gente respondiera quienes eran los «ULTIMOS DE FILIPINAS». Y para nuestra desgracia no lo sabian. Daban unas contestaciones de pena. En EEUU los dos militares que evitaron en europa el atentado en el tren al desarmar a los terrorristas ya tienen pelicula. Y nosotros?
    Blas de lezo?
    Batalla de cuba?
    El maine? La gran mentira
    La batalla de pensacola?
    La guerra de la oreja?
    Etc etc

    Nadie sabe nada de nosotros mismos

    Un saludo

    16 enero 2018 | 08:03

  2. Dice ser Patriota

    Tanto reconocimiento y honores deben recibir los héroes españoles que allí lucharon y derramaron su sangre, como desprecio y asco la estirpe borbona que ha conducido a España a lo más bajo de Europa, del Mundo, desde que pusieron sus zarpas en el trono, ayudados por los vagos de las clases altas que les trajeron y acomodaron en lo más alto de la pirámide del latrocinio, y que se encargan de mantenerlos en los tiempos hoy en día.

    Referendum sobre la monarquía ¡Ya!

    16 enero 2018 | 08:53

  3. Dice ser UNO

    Jose Carlos y Patriota : no puedo estar más de acuerdo con vosotros. No se pueden decir mejor las cosas.

    16 enero 2018 | 10:28

  4. Dice ser Pepe Pérez

    En poco tiempo hemos tenido varios recuerdos de este episodio, aparte de los mencionados en el artículo, el magnífico episodio «Tiempo de valientes» de El ministerio del tiempo.

    16 enero 2018 | 13:08

  5. Dice ser Ronald Psmith

    Completamente de acuerdo con lo que se dice en el comentario nº 1, lamentablemente los españoles somos palmeros de todo lo antiespañol que se dice donde sea y nos avergüenza reconocer nuestras gestas (de aquellos). Somos los primeros entusiasmados en aplaudir el supuesto genicidio en América, teniendo para comparar lo que hicieron los anglosajones en Norteamérica. Ahora, unos científicos alemanes descubren en Méjico que el supuesto genocidio en América fue obra de… la salmonella. Por cierto, y para los que siempre dicen lo mismo, soy de izquierdas y votante de izquierdas.

    16 enero 2018 | 15:26

Los comentarios están cerrados.