Sandra Parente: «Calígula carga con una de las leyendas negras más importantes de la historia»

Sandra Parente debuta en la novela histórica con una arriesgada, y pienso que solventada con éxito, apuesta: un juicio post mortem del emperador Calígula. En El rey de Nemi (Evohé, 2017), Parente, historiadora y arqueóloga, se adentra en la historia de uno de los emperadores con peor leyenda negra y repasa su vida para «comprender sin justificar» a ese monarca de la Antigüedad al que cariñosamente prefiere llamar Cayo desde un juicio en el infierno romano.

¿Cómo nació la idea de la novela El rey de Nemi?

De alguna manera, todo empezó cuando era estudiante de Historia. Recuerdo un trabajo en el que invertí bastante esfuerzo sobre, basicamente, la idea de que había buenos y malos emperadores (optimi y pessimi prínceps) en la Historia Augusta. Por aquel entonces, me dí cuenta del importante grado de manipulación e intereses que existían por parte de los autores de las fuentes clásicas. Años más tarde, retomando un poco las ideas que había abordado en aquel trabajo, se me ocurrió un relato sobre uno de esos emperadores poco conocidos de los que nos habla la Historia Augusta, un tal Marco Didio Juliano que es recordado por haber alcanzado a ser emperador después de adquirir esa dignidad de forma muy poco ortodoxa: en una subasta. Las fuentes hacen un verdadero escarnio de este hombre y se me ocurrió la idea de hacer un juicio post mortem a Juliano. Sólo era un pequeño relato pero lo cierto es que ahí está el embrión de El Rey de Nemi. Cuando me convencí de dar el paso del relato corto a la novela, un día viendo uno de esos reportajes sobre Calígula que aportan poco o nada, recordé aquel relato. Pensé entonces que a diferencia de Juliano, Calígula tiene una historia que puede dar para una novela (o dos). Carga con una de las leyendas negras más importantes de la Historia y, a pesar de que desde el mundo académico su figura se aborde con espíritu crítico respecto a lo que nos transmitieron en la antiguedad, la imagen común de Calígula en la novela histórica no se había apartado casi nunca de los clichés.

La novela histórica es un género popular, pero en esta novela has apostado por una narrativa que, aunque se lee con gusto e interés, requiere una cierta exigencia del lector: por su estructura, por sus saltos temporales y espaciales… Incluso por tu apuesta por ese juicio celestial / mitológico que hace coquetear a la novela con el fantástico.

Es cierto que la estructura no es la habitual. No es lineal sino circular, pues la historia arranca y, de alguna forma, acaba en el mismo punto: la muerte de Calígula. Sin embargo entre medias, las escenas de los recuerdos aparecen de forma bastante cronológica y el desarrollo del juicio va de la mano con ese avance desde la niñez de Calígula hasta su asesinato. Busqué cierta originalidad para salirse de algunas convenciones habituales dentro del género. Por otra parte, creo que intercalando las diferentes escenas del juicio en los infiernos y los recuerdos de la vida de Calígula, podía conseguir de forma bastante sencilla rupturas narrativas para evitar caer en escenas monótonas e indigestas para el lector. De hecho, creo que se consigue cierta agilidad a la hora de introducir diferentes tramas y eso es también lo que me han dicho la mayoría de los lectores de los que me ha llegado la opinión.

En cuanto a lo que sucede en el prólogo o en el juicio en el Hades, es cierto que tiene una reminiscencia fantástica que quizás pueda espantar a algunos lectores de novela histórica. Sin embargo, me parecía que la idea del juicio post mortem me permitía introducir diferentes matices entorno a la figura de Calígula sin que resultara forzado y eso, creo, es una cuestión fundamental. Como lectora, no me gusta ver el andamiaje que hay detrás de la construcción de una novela y esa idea me permitía ocultarlo. Por otra parte, intenté crear un infierno romano, basándome en buena medida en las fuentes clásicas e introduciendo ideas y mentalidades propias de Roma para no perder verosimilitud histórica. Y finalmente, respecto a esta cuestión, creo que el Hades tiene ese halo de misterio, esa atracción y rechazo que genera la muerte. La muerte además, lleva a los diferentes personajes que aparecen en el Hades a recordar su vida con la perspectiva de lo que ya ha terminado y aporta una mayor dosis de reflexión.

Lo comentabas antes, y lo que decías me recordaba a que hace poco leía a Mary Beard sobre que probablemente nunca llegaríamos a conocer cómo fueron realmente los primeros emperadores romanos y a Tom Holland reflexionar sobre si Calígula y Nerón habían sido tan locos y sanguinarios, o simplemente habían sido unos monarcas crueles vilipendiados por la propaganda de sus sucesores…

Tal como te decía antes, es una de las ideas alrededor de las que se fraguó la novela. Hasta el siglo XIX, no se introdujo realmente a gran escala la idea de la Historia vista como una disciplina profesional que pretendía ser objetiva. Los escritos romanos, nuestras fuentes, fueron redactadas con una finalidad y perspectiva marcada. Casi siempre fueron escritas por miembros del orden senatorial y por lo tanto, favorables a esta institución. Si uno empieza a acercarse a las fuentes clásicas verá como, como por arte de magia, la aplastante mayoría de los emperadores que fueron poco favorables a esta institución eran despojados de todas las virtudes que caracterizan el ideario romano de un buen gobernante (clemencia, decisión, piedad, moderación etc.) y se convertían, por lo tanto, en pessimi prínceps. Por lo contrario, los emperadores que sí eran favorables al Senado resultaban poseerlas en ocasiones de forma casi tan grotesca y caricaturesca como sus opuestos malvados y depravados. Es el poder de la palabra escrita, de lo que permanece y de quién lo escribe. Poniendo un ejemplo más contemporáneo y llevado al extremo ¿Qué pasaría si dentro de dos mil años, todo lo que se supiera sobre los Estados Unidos de la Guerra fría fuera escrito desde la Unión Soviética o viceversa? ¿No estaría distorsionada nuestra visión de la Historia?

Entiendo que estas reflexiones sobre los grandes ‘monstruos’ de la historia lo podemos hacer, y más en ficción, gracias a que los rodea una cierta nebulosa en cuanto a los hechos contrastados y, sobre todo, gracias al tiempo pasado (sin desvelar nada, entiendo que la ‘sentencia’ final va también en esa dirección)… Sería impensable hacer algo parecido como, por ejemplo, Hitler. ¿O quizá es la literatura quién debe jugar ese juego?

No creo que sea impensable, aunque cuanto más cercano es un personaje o hecho, más difícil es ese juego. Respecto a la figura de Adolf Hitler tenemos un buen ejemplo de Hitler humanizado en la película El hundimiento. Muchas veces se sobreentiende que al humanizar a un personaje se le convierte ipso facto en lo que la moral común aprueba como una buena persona. Sin embargo, me parece que la palabra humanizar entraña tanto lo bueno como de lo malo de lo que es capaz nuestra especie. En el caso de estos grandes monstruos de la Historia hay que tratar, creo, de otorgarles una coherencia en su propia moral y psique que niegan muchos relatos que tienden a caricaturizarlos. El estudio histórico nos permite entender que la Historia no es una serie de hechos inamovibles pero no nos permite sin embargo, arriesgarnos a bajar al barro de la realidad o de la subjetividad como el intentar crear a un personaje de carne y hueso. Eso es algo que sólo nos permite la literatura o el cine.

Como historiadora y arqueóloga, ¿cómo has llevado ese difícil equilibrio entre historia y ficción que requiere tu historia?  ¿Te ha supuesto alguna tensión esta actividad literaria con tu labor profesional?

Mi respuesta puede parecer curiosa teniendo en cuenta el punto de partida de mi novela: un juicio post mortem. A pesar de ese carácter fantástico, personalmente intento ser todo lo verosímil posible en mi novela, tanto en el uso de materiales como sobre todo en las mentalidades o hechos. Sin embargo y a pesar del interés e importancia que tiene para mí la parte histórica, no creo que el lado literario deba ser sacrificado, ni aprovechar que el Tíber pasa por Roma para perdernos en detalles sobre la Historia del desarrollo de la navegación en el Tíber y su influencia en la de Roma. Considero que este tipo de disgregaciones pueden hacer perder el foco de la narración y personalmente, como lectora de novela histórica, no me gusta encontrarme con este tipo de cuestiones. Si quiero leer una monografía histórica leo una, pero si leo una novela histórica, estoy leyendo una obra de carácter literario. Creo que hay que mantener ante todo un equilibrio entre ambas cuestiones.

En cuanto a mi actividad como arqueóloga, la realidad es que no he tenido ninguna tensión por escribir una novela. En todo caso, algunas excavaciones pueden llegar a ser muy absorbentes y dejarte sin tiempo para compaginar ambas vertientes. Son actividades que en realidad son bastante opuestas. La arqueología es una disciplina de carácter muy técnico, en la que, en todo caso, se tiene que usar la facultad de abstracción para la faceta interpretativa y apelar en la mayoría de los casos a la fría lógica. Hay que conseguir atar cabos, estudiar el contexto que rodea el yacimiento para tratar de entenderlo. Cuando se novela, si bien se tiene que usar la abstracción creo que también son necesarias, entre otras cosas, la imaginación y la empatía. Sin empatía no puedes crear personajes creíbles y para mí, este es uno de los pilares de una novela. La ambientación puede ser excelente pero si los personajes son planos y no son creíbles, la novela se viene abajo por su propio peso.

¿Cuánto tiempo tardaste en documentarte y escribir la novela? ¿Cómo fue tu convivencia íntima con un personaje como Calígula?

La verdad es que cuando empecé a planear esta novela, acababa de ser madre, así que al principio me lo tomé con bastante calma. La falta de sueño, no ayuda a concentrarse en una lectura. En total, tardé algo más de año y medio en documentarme, pero realmente los últimos seis u ochos meses fueron los productivos. Hubo un momento en el que pensé que a pesar de poder seguir leyendo, ya tenía el suficiente bagaje para empezar a escribir y debía dar ese paso. A partir de ahí tardé otro año y medio en redactar el primer borrador de la novela y seis meses más, luego, con correcciones y cambios. En cuanto a mi convivencia con Cayo, pues así prefiero llamar al hombre que hay detrás del monstruo creado, fue interesante. Lo cierto es que más que condenarlo, a pesar de su poder o incluso crueldad, ante todo lo compadezco. La solución fácil es creer que simplemente estaba enfermo, a mi me parece que su vida le llevó a ser el que finalmente fue y la clave de la novela está en intentar comprender (que no justificar) su forma de ser y de actuar.

No sé si eres gran lectora de novela histórica. Antes te decía que tu novela es una apuesta más arriesgada, exigente y atrevida. ¿A la novela histórica actual le falta un poco de riesgo? ¿Cuáles son tus referentes en el género? ¿Cómo valoras lo que se hace actualmente en España?

Ante todo soy una lectora de novelas. Leo muchos géneros y autores diferentes. Mi abanico abarca desde Huxley a Camus pasando por Maupassant, Barjavel, Saramago, Graves y muchos más. Este último año leí novelas muy dispares desde La isla de las sombras: la batalla de Esfactaria de Juan Luis Gomar Hoyos a Cien años de soledad de García Márquez, pasando por El nombre del viento de Rothfuss, libros que poco tienen que ver entre sí realmente.

Me decidí por el género de la novela histórica porque me gusta escribir y me apasiona la Historia, en particular la de Roma, pero no sólo leo histórica. Para mí, uno de los problemas que tiene la novela histórica en algunos autores es que la Historia, con máyusculas, por momentos se come las pequeñas historias de las que se componen una novela. Hace unos meses leía un libro cuyo argumento me atraía mucho. Estaba ambientado en la primera parte del siglo XX pero me resultó tedioso. ¿Por qué? Porque el autor parecía estar grabando un documental. Veías los personajes desde fuera, sin llegar a entender sus motivaciones, simplemente acumulaban acciones y además, tras cruzarse con una farola, el autor empezaba a contar toda la historia de las farolas en el primer tercio del siglo XX español. Personalmente, tal como comentaba anteriormente, no es lo que me interesa leer.

Creo que hay diferentes tipos de novela históricas, tanto en España como en el extranjero. Entre otras, novelas que son placebos de monografías y novelas históricas que primero son novelas. En todo caso, hay un público para estos diferentes tipos de novelas históricas.

Quizás, por otra parte, en la novela histórica, falta a veces atreverse a salir de algunos moldes, profundizar algo más en el carácter literario o en la personalidad de los personajes para acercarlos a nosotros, sin traicionar el contexto histórico. A pesar de los años, estamos ante personas que, en el fondo, más allá de algunos importantes cambios en las mentalidades, se asemejaban mucho más a nosotros de lo que a priori puede parecer. La Historia la crearon las personas del pasado con sus miedos, ansias, conflictos y pasiones.

Mis referentes en literatura histórica, evidentemente, vienen marcados por estas cuestiones. Me quedaría, centrándome en el mundo romano, con el mencionado Graves y su Yo Claudio, Marguerite Yourcenar y sus Memorias de Adriano o Gore Vidal y su Juliano el apóstata. También podría destacar a Steven Saylor y algunas de sus novelas como Roma o Imperio. Son todas estas, novelas en las que existe un desarrollo muy interesante de los personajes o que, de algún modo, se salen de esos moldes. Quizás para algunas personas puedan resultar exigentes —sobre todo en el caso de Yourcenar—aunque creo que hay una gran diferencia entre lo exigente y lo diferente.

Hace poco escuché a una escritora hablar de las novelas de romanos como un género copado por los escritores hombres. Creo que es una apreciación errónea (ahora sois muchas las autoras que hacéis novelas con esa ambientación, y antes estuvieron desde Yourcenar a McCullough o Lindsey Davis), pero desde tu perspectiva como autora… ¿es así? ¿quizá el éxito de autores más centrados en lo bélico y épico del mundo romano os esté cerrando puertas?

Como bien dices muchas autoras escriben y han escrito novelas históricas ambientadas en época romana. Sí creo que, tal como apuntas, escriben más hombres que mujeres sobre temas bélicos. No sabría decirte el por qué. Como en la anterior pregunta, en este caso también creo que hay un público para el género bélico y otro para otros tipos de novelas de romanos. En el fondo, si alguien gusta de las etiquetas dentro de la novela histórica, hay muchos subgéneros: negra, romántica, misterio, fantástica etc.

Personalmente, no me interesa en exceso ver la forma en la que se mueven las tropas y su descripción, aunque hay un público al que le apasiona y no es ni mejor ni peor que otros. Hay novelas históricas de talante muy dispar y lectores con gustos diferentes. Lo que sí me parecería injusto, sería reducir a una sociedad tan rica como la romana al ámbito bélico. 

¿Te ha sido fácil encontrar editorial para esta obra?

Antes de empezar a escribir El rey de Nemi: el juicio de Calígula, ya tenía editorial. Gané el concurso de relatos históricos de Hislibris cuyo premio consistía en la publicación de una novela con la editorial Evohé. Así que esto me motivó a escribirla. Contrariamente a mucha gente, primero vino la seguridad de tener una editorial y luego la escritura de la novela.

¿Seguirás escribiendo narrativa histórica en el futuro?

Lo espero y lo deseo. Mi idea es seguir centrándome en la época romana. Tengo algunos proyectos en la cabeza y espero que en un par de años cobren cuerpo y alma.

¡Buenas lecturas!

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