Claudia Casanova: «Los comportamientos del siglo XII están vigentes: somos el mismo animal»

La escritora Claudia Casanova (FOTO: D.Y)

Venganzas larvadas durante años, robos imposibles, cofradías de ladrones, legados papales, intrigas de poder, cátaros, piratas, trovadoras (o trobairitz)… Todos estos elementos podemos encontrar en La perla negra (Ediciones B, 2017), el retorno de Claudia Casanova (Barcelona, 1974) a la novela histórica tras La dama y el león (Planeta, 2006) y La tierra de Dios (Planeta, 2009).

En esta nueva aventura (porque, sobre todo, esta es una buena novela de aventuras históricas), Casanova nos presenta a Isabeau de Fuòc, trovadora y ladrona, que urde su venganza contra todos aquellos responsables de la muerte de su madre, acusada de brujería. «Escribir sobre la venganza nace de una situación que yo viví muy mal», explica la autora,» y como lo que sé hacer es escribir, lo recreé en una novela. Es terapéutico». ¿Querías quemar a los responsables? pregunto. «No sé si tanto, pero la ira es la misma».

La perla negra tiene un gran marco histórico: la Narbona del siglo XII, regido por la vizcondesa Ermengarda. «Lo apasionante de Narbona es que estaba en un enclave bastante atractivo, también para historia de España, con la casa de Barcleona y Aragón, y siempre con Francia e Inglaterra jugando en, Aquitania, Narbona, etc. Esos pequeños condados tuvieron muchísimo mérito aguantando la presión de los poderosos señores circundantes. No debió ser fácil, de hecho Narbona inició un declive comercial más adelante. Pero, en su momento, Ermengarda aguantó como una leona«, explica Casanova de una poderosa (y real) secundaria de su novela, en el centro de las intrigas de poder que se viven en ella.


No olvido que escribo para lectores del siglo XXI y me apetece escribir sobre mujeres fuertes en el siglo XII y en cualquiera.


Así que… ¿dos mujeres fuertes en pleno siglo XII en la misma novela? «El siglo XII a veces nos llega a través de información crónicas tamizadas por el clero. Pero cuanto más se va trabajando en la historia se va descubriendo que las mujeres tenían cierto margen de maniobra: podían tener negocios, legar terrenos…», explica la autora. «Es cierto que estaba la figura de la Eva pecadora de la Iglesia, pero también en esa época se está transformando ese mito en el culto mariano, que también se trasladará al amor cortés y a su ideal de mujer», afirma. Pero lo más importante: «No olvido que escribo para lectores del siglo XXI y me apetece escribir sobre mujeres fuertes en el siglo XII y en cualquier otro; eso sí, mis protagonistas son fuertes, pero tienen su fragilidad».

Casanova explica que leyendo El renacimiento del siglo XII, de Charles Homer Haskins (publicado por la editorial de la autora Ático de los Libros) descubrió un siglo donde las mujeres tuvieron más papel de lo que se piensa. Y pone el ejemplo de las trobairitz, que no existieron en siglos anteriores, pero que en ese momento escribían con la «misma carga erótica y la misma calidad que los hombres». «En el siglo XII el aporte de las mujeres fue mucho más rico y libre que en el propio Renacimiento, donde el principal rol femenino era el de esposas, cortesanas o protestantes».


En una fiesta medieval, con música, vino,…¡Estoy segura de que habría idas y venidas de todo tipo!


Y también hay mucha pasión, hasta un triángulo amoroso, en La perla negra. «¿Por qué tenemos que descartar que en el siglo XII el comportamiento humano fuera muy distinto al nuestro?», se pregunta Casanova. «Nos llega el ideal, los preceptos… pero piensa en hoy, ¿todos vivimos así? En una fiesta medieval, con música, vino,…¡Estoy segura de que habría idas y venidas de todo tipo! Hasta te diría que el triángulo de mi historia está suavizado», aclara. «Los comportamientos de aquellos tiempos siguen vigentes, cambian las costumbres», dice, «pero seguimos siendo el mismo animal básico».

Le recuerdo que en su novela también aparecen, de pasada, los cátaros, un elemento que se hace algo más de una década fue una moda del género hasta llegar a cansar. «Me pasaba lo mismo que a ti, así que no me apetecía hacer una novela de cátaros«, asegura. «Quería hacer una novela entretenida, de aventuras, hablar de las trobairitz, de la poesía medieval… Pero todo eso son toques, detalles, no quiero hacer tratados. Y lo hago así porque creo que así vivían entonces: no me imagino a la gente andando por la calle y reflexionando sesudamente sobre el catarismo».

«Lo potente de la novela son los sentimientos, todos tienen impulso emocional, porque creo que todos somos así, y se trata de crear personajes de verdad, no clichés«, explica su visión de la obra.


La documentación tiene que contribuir a la sensación de goce, no es par que el lector se pare y aplauda: ¡Qué gran sabia!


Me gusta eso de no querer hacer «tratados» y le pregunto sobre si hay mucho «postureo histórico» en el género. «Si te encuentras dos o tres páginas que quieren exhibir el conocimiento que ha atesorado el escritor, es que algo falla. La documentación tiene que contribuir a la sensación de goce, no es par que el lector se pare y aplauda: ¡Qué gran sabia!«, contesta. Pero aclara que el proceso de documentación la encanta: «Es de lo más divertido: lees, buscas, viajas… Pero te sirve a ti, es el iceberg: sólo se ve la punta, pero debajo hay una gran masa de trabajo».

En esta novela, Casanova da una lección de cómo conjugar la novela de aventuras clásica con la más rabiosa literatura de disfrute moderna. «Dumas podías permitirse el lujo de pasarse tres páginas describiendo la entrada de D´Artagnan en la ciudad, pero hoy no», explica lo que ella ve de moderna en su obra. «Me gusta la esencia de la novela clásica y creo que hay que leerla más.  Son, aparte de mi educación literaria y sentimental, plenamente vigentes. Cuando oigo decir por ahí que Conrad, Verne, London, Dumas, Salgari… están trasnochados, salto ¿¡perdona!?», declara.

Le expongo una percepción mía al leer su novela, la del juego con la nostalgia del lector de esas novelas. «Es casi natural», contesta, «al escribir afloran las lecturas que yo he hecho. Pero no hay artificio, es lo que amo. Fueron la puerta de entrada la mundo de la lectura. En tu cabeza están aquellos personajes, aquellos valores… ¿Hay cierta inocencia en ellos? Sí, pero a mi me gusta recuperarlos, ¿a quién no le gustaría tener unos compañeros como los tres mosqueteros?».

Y, además de disfrutar como con las grandes novelas de aventuras, ¿se puede aprender historia? «Me gusta que los lectores se lo pasen bien y que piensen que conocen mejor el siglo XII, pero no que sientan que han asistido a una lección«, me dice y asegura que esa es «una de las grandes alegrías de leer: sus muchas recompensas».


La novela histórica española, por calidad, está a la par de lo que se hace fuera, pero falta músculo de la industria editorial


Como autora y editora, ¿qué cree que le falta a la novela histórica española? «Tiene buena salud, pero falta poder salir más fuera. ¿Difícil? Claro, es una cuestión de músculo de la industria, y los anglosajones llegaron antes a todo lo que es marketing y difusión. Pero por calidad, nuestras novelas históricas están a la par de lo que se hace fuera».

El público lector, ¿está interesado en el género? La percepción superficial, le digo, es que hay otros géneros más en boga. «Hay mucho interés. La novela histórica tiene muy buena salud, pero también su lector es más discreto, no es tan activo en redes sociales y hace menos ruido«, y aclara, «pero las cifras de venta nos dicen que la novela histórica vende mucho».

Así, con ese optimista mensaje, concluimos nuestra charla hablando no de historia, sino de futuro. «Estoy con tres proyectos a la vez; el que gane, se quedará» y confirma Casanova que uno de esas tres historias es la continuación de las aventuras de la Cofradía de Ladrones, esta vez en Constantinopla.

Mientras tanto, habrá que disfrutar de esta historia de aventuras medievales, a caballo entre lo moderno y lo clásico, y con sus redondos personajes.

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¡Buenas lecturas!

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