Gonzalo Giner rescata a los maestros del vidrio del siglo XIV: «Sin las vidrieras, las catedrales perderían un 40% de su efecto»

Gonzalo Giner, con su última novela (DAVID YAGÜE)

Gonzalo Giner, superventas de novelas históricas en nuestro país con obras como El sanador de caballos, El jinete del silencio o Pacto de lealtad, parece tocado con la varita. Cada novela se convierte en un éxito y hasta se intentó hacer un musical (¡) de una sus obras. Y ahora, tras menos de un mes en la calle, su sexta novela, Las ventanas del cielo (Planeta, 2017) se ha aupado como la novela histórica más vendida del mes pasado.

Me encuentro con este autor en pos de su secreto y me encuentro a un afable veterinario que, pese al éxito editorial, sigue en activo. «Ayer se me murió una vaca», comenta en un momento de la charla. Se nota su profesión: en sus grandes éxitos los animales (caballos y perros) han sido parte fundamental de sus tramas. ¿Y en Las ventanas del cielo? No, aquí el eje es el arte, el arte de los maestros vidrieros. ¿Y no hay animales? Sí, pero es secundario. En este caso, un halcón.


No me quería encasillar en plan, ¿qué animal toca en esta novela?


«No me quería encasillar en plan ¿qué animal toca en esta novela?«, explica Giner, «no tenía intención de sacar ningún animal como protagonista, pero en la fase de documentación sobre la parte de la novela que transcurre en Túnez, el personaje localiza un halcón y empecé a descubrir su relación vital con los beduinos y me dije: tengo que meter un halcón. Iba a aparecer de manera tangencial, pero se fue haciendo grande».

Pero es verdad que el halcón de marras no es el eje de esta aventura muy viajera que tiene a los maestros vidrieros de las catedrales góticas del siglo XIV como eje. Espere, best-seller, novela histórica, catedrales góticas, la mente se me va ineludiblemente a Los pilares de la Tierra, de Follet, y a La catedral del Mar, de Falcones.


Llegué a esta historia mucho antes del éxito de ‘Los pilares de la Tierra’ o ‘La catedral del Mar’


«Las he leído, claro», responde el autor, «pero no las tuve en cuenta. Llegué a esta historia mucho antes del éxito literario de las novelas sobre catedrales góticas». Y recuerda como, cuando tenía 25 años fue con unos amigos a París y visitó la Sainte Chapelle. «Fue el mayor impacto que he tenido en mi vida a nivel sensitivo: esas paredes de cristal, esos colores…», rememora.

«Las vidrieras son las que dan luz al templo, crean una magia sin la cual las catedrales reducirían su efecto en un 30 o 40%», explica. «Nos han contado de mil maneras cómo se construyen las catedrales, pero nadie habló sobre las vidriera y me di cuenta que había un material apasionante para la novela».

(FOTO: D.Y.)

Fascinado por esas «ventanas del cielo», Giner comenzó a adentrarse en la cultura de los vidrieros y las catedrales. «La espiritualidad de la época se traducía en concurso de ver quién levantaba la mejor catedral», afirma.

Cogió «diez libros buenos» -«soy usuario de Internet», confiesa,»pero para documentarme no puedo»-  y se hizo una composición de lugar. Pero seguía siendo un recién llegado a un mundo del que nada sabía. Así que contactó con maestro vidriero real, Luis García Zurdo, al que califica de «una de las personas más interesantes de España». «Pasé muchas horas en su taller: había leído mucho, pero es muy difícil hacerte una idea de cómo se sopla el vidrio sin verlo». Y, al entrar en ese arte, descubrió una injusticia: «Las vidrieras son un arte y no se le reconoce«. ¿Y en la época de la novela? «No», responde, «entonces eran artistas muy cotizados, su trabajo era vital».

¿Qué pretende un escritor con una novela así? «Que se lo pasen bien, que terminen el libro agarrando su corazón y estrujándoselo», afirma. «Quiero que los lectores se emocionen profundamente y que cuando vuelvan a entrar en una catedral no se queden en las paredes y su altura. Que miren sus vidrieras y sientan que allí hubo gente que trabajó años para que un rayo de luz les llegara de ese modo».

Le pregunto, como autor de novela histórica que… Y me corrige: «Esto no es novela histórica, es una novela de aventuras que transcurre en una época histórica«. Aunque en realidad el sabe que, aún así, es ficción histórica porque reconoce que disfruta «desplazando a la época» a sus lectores y que con las novelas siempre «se descubren cosas».

Estas novelas, en su opinión, «sirven para valorizar nuestra idea de historia»: «Me siento muy orgulloso de cosas que se hicieron aquí hace 300 o 400 años».

Giner, que se interesó por la historia gracias a su padre -«tenía la memoria que yo no tengo»- recuerda que la primera novela histórica que le atrapó fue Jeromín, de Luis Coloma y habla de los lectores jóvenes. «¿Su novela, de más de 700 páginas, la ve para chavales?», le chincho. «No es Juego de Tronos, pero se le parece«, responde, «habla su lenguaje… No quiero ir de autor culto, quiero entretener. Así que sí, creo que este es un género del que los jóvenes pueden disfrutar. No se van a aburrir, si se acercan con un poco de ganas».

¿Conocéis la obra de Gonzalo Giner? ¿Qué os parece?

¡Buenas lecturas!

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