¿Es necesario que la novela histórica tenga más humor?

Eduardo Mendoza recibe el premio Cervantes (AGENCIAS)

Hace más o menos un mes, el escritor Eduardo Mendoza recibía el premio Cervantes. En su discurso reivindicó el humor en la literatura. Él sabe bien de qué hablaba, pues lo ha mezclado con todas las variantes literarias posibles. Y casi siempre con acierto. Incluso con el histórico más canónico como en El asombroso viaje de Pomponio Flato (2008), sin ir más lejos. No es ni de mucho menos su mejor novela, pero resultó simpática.

El discurso de Mendoza me hizo pensar. ¿No es el género histórico demasiado dado a implementar un severo, a veces demasiado, sentido de la seriedad? ¿No ha descartado con demasiada ligereza el humor? La risa, el humor es una cualidad humana y, por tanto, ha estado presente en mayor o menor medida, de una manera u otra, en toda la historia.

Me decía Teo Palacios, autor, entre otras, de la reciente Muerte y cenizas (Edhasa, 2017) una novela policíaca con ambientación histórica en la Hispania del siglo I y con algunos elementos humorísticos, en una entrevista que pronto podréis leer aquí, que «la novela histórica suele ocuparse de momentos muy importantes y dramáticos y a veces tiende a olvidar el humor».

Me parece un error. No quiero decir con esto que ahora todas las novelas históricas deban ser una comedia. Pero algunas sí, ¿por qué no? ¿Por qué la ficción histórica va a poder casar con todo, lo negro, lo fantástico, el terror, menos con lo cómico? Y si no una comedia, que al menos pueda contener momentos de humor.

Confieso en que puedo intuir la respuesta. Lo cómico es uno de los ejercicios de ficción más fascinantes y a la vez complicados de hacer. Y si a eso le sumamos la dificultad de encajarlo con coherencia en un momento histórico y que a la vez sepa divertir al lector contemporáneo, la misión se endurece.

Afortunadamente, aunque minoritarios siempre hay buenos ejemplos. A los ejemplos ya citados de Mendoza o Palacios, se puede sumar el fino sentido del humor que Lindsey Davis ha exhibido con su Marco Didio Falco. Recuerdo varias ocasiones que me han hecho reír sus novelas y personajes. O más recientemente, Carolina Molina nos contaba el reinado de Carlos III en clave de comedia de enredo en su Carolus (Ediciones B, 2017).

Y ya sin ser histórico, me resulta original y atrevido el experimento del alemán Timur Vermer con Ha vuelto (Seix Barral, 2013) en el que resucitaba a Hitler en pleno siglo XXI.

Hay muchas más que me dejo en el tintero, lo sé, pero sirva de recordatorio… ¡No nos olvidemos del humor en lo histórico! Aunque sea difícil, que lo es.

¿Qué momentos de humor recordáis de novelas históricas? Yo, pensándolo, se me ocurren algunos pasajes de Yo, Claudio, de Juliano, el Apóstata, en Ladrones de tinta… ¿Estáis de acuerdo con lo que digo? Y vosotros, escritores y escritoras, ¿qué pensáis?

¡Buenas lecturas!

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1 comentario

  1. Dice ser Blas Malo

    Más novelas con dosis de humor: El ejército de Dios, de Sebastián Roa, o mi misma Lope, la furia del fénix.
    No es difícil incluir algo fe humor, lo difícil es que sea 100% humorística.

    18 mayo 2017 | 14:41

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