Sean Duffy: el detective ‘kamikaze’ de los años del plomo de Irlanda del Norte

Soldados británicos en las calles de Belfast, en 1981 (GTRES)

Soldados británicos en las calles de Belfast, en 1981 (GTRES)

La novela policíaca casa muy bien con la Historia y, mucho más y mejor, en situaciones de guerra o conflicto. Hay muchas buenas pruebas de ello, donde el policíaco (el investigar un crimen concreto) choca contra lo histórico (la barbarie y el sinsentido de la guerra donde mueren a millares). Una de las últimas pruebas, para mí ya un imprescindible de este subgénero, es la serie de Sean Duffy del irlandés afincado en Australia, Adrian McKinty.

Duffy es un agente católico en la Policía Real del Ulster (británica y mayoritariamente protestante), un auténtico outsider, sibarita en sus gustos musicales, proclive al alcohol y algún cigarrillo de cannabis y con un punto idealista bajo un caparazón de indiferencia que lo convierte en un auténtico kamikaze en la Irlanda del Norte de los furiosos años 80. Con cinco novelas (tres ya traducidas al español por Alianza: Cold Cold Ground, Oigo sirenas en la calle y la reciente Por la mañana me habré ido) a sus espaldas, Duffy ha intentado resolver crímenes (y ha pagado las consecuencias) en una maraña de delincuencia común, violencia sectaria, servicios secretos gubernamentales y animales de la peor calaña.

En la última entrega que nos ha llegado a los lectores españoles, la citada Por la mañana me habré ido (Alianza, 2016; traducción de Eduardo Hojman), McKinty eleva un escalón más esta serie y le añade un bien elaborado cóctel que supone su mejor novela hasta ahora. Duffy, en sus aparentemente últimos coletazos en la Policía, es requerido por el MI5: se ha producido una fuga masiva de miembros del IRA de una prisión y entre ellos está un conocido artificiero que fue compañero de clase suyo. Sin muchas esperanzas, el detective comienza una investigación tras un hombre al que todo su mundo de juventud considera tan héroe como a él un traidor. Sin embargo, tendrá una extraña y loca oportunidad de llevar la investigación a buen puerto: la exsuegra del terrorista, un mujer importante en los círculos republicanos norirlandeses, le ofrece el paradero de su objetivo si antes resuelve un asesinato. Su hija, dos años antes, apareció muerta dentro de un pub totalmente cerrado por dentro.

McKinty sabe combinar con precisión un clásico de la novela de misterio (la habitación cerrada), con el tono hardboliled de este detective oscuro, el thriller de terroristas y espías y una exquisita ambientación que mezcla al IRA, el MI5, y personajes históricos como Gerry  Adams, un Kennedy e incluso Margaret Thatcher.

Me caía bien Lee McPhail. No lo deseaba , pero no podía evitarlo. Era alegremente amoral y despreciaba a todos los bandos de las absurdas guerras religiosas de Irlanda del Norte. Para él, el nacionalismo era una resaca perversa del siglo XIX, y cuanto antes empezaran a pensar todos en sí mismos y menos en el país, mucho mejor (pag.237)

Los casos de Duffy discurren como una ametralladora, una ráfaga larga y violenta, que no deja prisioneros y que no deja al lector mucha más opción que dejarse conquistar. Yo no me la perdería, tanto si te gusta lo histórico como si lo tuyo es lo negro…

¡Buenas lecturas!

PD: si queréis ver una buena película sobre este conflicto, os recomiendo 71 (2014). Aquí tenéis una entrevista con su director.

Puedes seguirme en Facebook, Twitter y Goodreads.

Si te ha gustado esta entrada, quizá te interese…

Los comentarios están cerrados.