Luego llegaron más, claro que sí. Porque (como todo el mundo sabe) cuando algo funciona en Hollywood, todo el mundo hace lo mismo en Hollywood. Y probablemente todo el mundo recuerda ese Footloose con un adulto despreciable que impedía que la pobre chavalada se dedicara a bailar por el pueblo, pero antes de ese despliegue de locura capitaneado por Kevin Bacon hubo otra, considerada por muchos la original, la mítica, la auténtica e inevitable: Flashdance.
Son, de hecho, tan cercanas en el tiempo (apenas un año de diferencia entre ambas) que es imposible no confundir en el recuerdo algunas de las escenas de la una con la otra. Especialmente teniendo en cuenta que como la tercera parte del metraje son pies.
En esta cinta magnífica en su género que era Flashdance el personaje protagonista era femenino: se llamaba Alex Owens, una pluriempleada que era a la vez bailarina exótica y soldadora y que quería entrar en una escuela de ballet. Y la fabulosa mujer que la interpretaba era Jennifer Beals.
Quizá se entienda así mejor que, al final, prevaleciera Footlose sobre Flashdance: para el grueso del público es mucho más fácil identificarse con el papel de adolescente rebelde contra un adulto estúpido que con una mujer pluriempleada con un sueño (o, para qué vamos a engañarnos, con una mujer, así en general).
Beals, que por cierto había comenzado a hacer interpretación mientras estudiaba literatura estadounidense en Yale, hizo un magnífico papel en Flashdance, y fue nominada por él a un Globo de Oro. Fue una apuesta un tanto arriesgada, ya que se tomó un año sabático en sus estudios universitarios (que terminaría después) para rodar esta película que, aunque criticada en un principio por la crítica, fue la tercera más taquillera de su año (1983) y, sin duda, acabaría convertida en una película de culto.
Beals pudo haberse convertido en una gran estrella. ¿Por qué no lo hizo? Volvió a sus estudios y rechazó varios papeles importantes, entre ellos el papel principal femenino en el Purple Rain de Prince. En una entrevista dijo:
Creo en el arte y en las buenas historias. Nunca me he sentido atraída por algo en virtud de lo rica o famosa me hará. Rechacé mucho dinero; mis agentes estaban perdiendo la cabeza.
Pero Beals nunca dejó de actuar. Aunque ha protagonizado películas junto Nicolas Cage y Denzel Washington, como El demonio vestido de azul, de la práctica cincuentena de títulos que suma (y no pocos programas de televisión) casi ninguno ha sido muy sonado. Uno de los papeles más recientes destacando en solitario ha sido el de La pesadilla de una esposa, una cinta -de nuevo- con no muy buena crítica, pero por la que Beals fue nominada a varios premios, entre ellos el Canadian Screen Awards a mejor actriz.
En los últimos años, además de actuar y obtener varios reconocimientos, ha sido también productora ejecutiva, hasta hace poco en L: Generación Q y próximamente en The Edge. Es, además, budista practicante y, desde hace mucho tiempo, activista por los derechos LGTBI.
Si no lo dijese el titular, nadie creería que son la misma persona.
22 octubre 2021 | 6:20 pm