Los vampiros están de capa caída. Crepúsculo, sus secuelas, precuelas, mundos alternativos y todas las sagas postizas que se sumaron a la ola han logrado que aborrezca por completo el tema, yo, que soy rendida fan de Bram Stocker y Murnau.
Antes de que Stephenie Meyer convirtiera la figura del chupachangre en algo más tierno que el día de la madre, hubo otra escritora vampírica que me eclipsó por completo: Anne Rice.
Lestat merece un podio en el Olimpo de grandes figuras de la literatura fantástica, una figura tan inquietante como atractiva, tan maléfica como arrolladora. Pero yo no solo amaba las Crónicas Vampíricas, Anne Rice también me cautivó por completo con sus Brujas de Mayfair y especialmente con un libro independiente que no fue de los más conocidos, pero que a mí me dejó mucha huella: La momia.
Con veinte añitos recién cumplidos me sacó los colores con su trilogía BDSM de la Bella Durmiente (publicado con el seudónimo A. N. Roquelaure) en el que incluso se atrevía a coquetear con cosas tan moralmente discutibles como… Bueno, mejor lo leéis. Os prometo que cualquiera de sus páginas deja al sadomasoquismo para dummies de Christian Grey a la altura del betún.
¿Qué pasa, Chris? ¡Es la verdad! Anne Rice era una gran escritora. Me encantaba por su narrativa y especialmente por esa forma tan desenfadada de mezclar lo erótico y lo sobrenatural. Y un día, dejó de estar ahí para mí. Se hizo un vacío, y no fui consciente de su pérdida hasta que de pronto ya no había en el mundo más vampiros que Edward Cullen y compañía.
¿Dónde estás Anne Rice? Clamé a los cielos entonces. Y me quedé muerta al conocer la respuesta.
Anne Rice, agnóstica de pro, abanderada de la libertad sexual, defensora del aborto y de los derechos de gays y lesbianas, se había convertido al cristianismo.
Sí, sí. Y no en un cristianismo progre. Se había convertido en una cristiana de armas tomar, acérrima, hasta tal punto que afirmó que no volvería a escribir otro libro de las Crónicas Vampíricas ni de las Brujas de Mayfair aunque estuviera completamente arruinada. «No tengo elección —dijo a una revista cristiana—. Sería una tonta para toda la eternidad por haberle dado la espalda a Dios de esa forma».
¿Qué le hizo cambiar de opinión? ¿Se le apareció de pronto un rayo de luz y una paloma?
En realidad fue mucho más simple. Anne Rice había sido cristiana en su juventud, lo fue hasta los 18 años, edad en la que una crisis existencial, unida a su inquietud natural por filósofos y otros librepensadores, hizo que «perdiera la fe en Dios», en sus propias palabras.
Años después sufrió la traumática pérdida de su hija de 5 años, que murió de leucemia y les sumió a su marido y a ella en el alcoholismo. Y entonces, en 1993, comenzó a sentir curiosidad por los inicios del cristianismo. Empezó a investigar y a documentarse, hasta el punto de llegar a ser algo obsesivo.
El golpe de timón definitivo llegó en 1998, cuando sufrió un coma diabético. Estuvo a punto de morir, y después su tratamiento con la insulina y la depresión por su enfermedad hizo que engordara sin remedio y llegó a pesar 113 kilos.
Por si fuera poco, en 2002 a su marido le diagnosticaron un tumor y falleció cuatro meses más tarde.
Al año siguiente, y debido a graves problemas derivados de la obesidad, Anne Rice decidió someterse a un bypass gástrico, una operación que estuvo a punto de costarle la vida una segunda vez, debido a una obstrucción intestinal derivada de esa intervención.
Con todo ello, y mientras se encontraba en una iglesia, Anne Rice tuvo una revelación: a partir de ese momento dedicaría su don de la escritura a Cristo. «Cada palabra será para Él», afirmó en una entrevista.
Dicho y hecho. Emprendió un proyecto faraónico: escribir la vida de Jesús. Aquí mi tocaya no debió darse cuenta de que la Biblia va de eso. Y si se dio cuenta, pues ella lo iba a escribir mejor.
Así nació El Mesías. El niño judio, que se publicó en 2005 y que incluso ha contado con una versión cinematográfica estrenada este mismo año, El joven Mesías. La segunda entrega, El Mesías. Camino a Caná llegó a las librerías en 2008. Ese mismo año también publicó su autobiografía, Called Out of Darkness: A Spiritual Confession (La llamada de la Oscuridad: una Confesión Espiritual), donde relataba sus inicios como católica, su posterior agnosticismo y vuelta al catolicismo.
Sin embargo el tercer volumen de su trilogía de Cristo se quedó en el limbo. ¿Por qué? Porque Anne Rice volvió a renegar del cristianismo. O más bien, de la institución cristiana.
El 28 de julio de 2010 Anne Rice anunció en su página de Facebook que dejaba de ser cristiana, porque seguir a Cristo no significaba seguir a sus seguidores. «Sigo comprometida con Cristo como siempre pero no voy a ser parte del cristianismo —explicó—. Simplemente es imposible para mí ‘pertenecer ‘ a este grupo pendenciero, hostil, litigante e infame. Durante diez años lo he intentado. He fallado. Ahora estoy fuera. Mi conciencia no me permite ninguna otra cosa».
«En el nombre de Cristo, me niego a ser anti-gay, me niego a ser anti-feminista, me niego a ser anti-control de la natalidad, me niego a ser anti-demócrata, me niego a ser anti-humanismo secular, me niego a ser anti-ciencia, me niego a ser anti-vida. En el nombre de Cristo, dejo el cristianismo y el ser cristiana. Amén».
Dicho y hecho. Tras dedicar un par de obras a los ángeles, Anne Rice regresó a la ‘oscuridad’. En 2014 publicó una nueva entrega de sus Crónicas Vampíricas, Prince Lestat, y se inició en la licantropía, con una nueva saga dedicada al hombre-lobo.
También se ha propuesto escribir una cuarta parte de su serie de la Bella Durmiente, quizás animada por Televisa, que en 2014 compró los derechos para llevar a la televisión sus libros erótico-festivos de La Bella Durmiente, un proyecto que aún está en desarrollo y no termina de arrancar.
Actualmente, a sus 74 años, Anne Rice capea como puede numerosas críticas que le acusan de estar agotada, literariamente hablando. Las reseñas de sus últimos trabajos no han sido precisamente buenas; afirman que sus argumentos y personajes son reiterativos y que está lejos del esplendor de sus grandes obras, esas que consiguieron vender 100 millones de ejemplares en todo el mundo.
Bueno, no ha sido J.K Rowling pero sin duda podrá vivir de las rentas… Para mí siempre tendrá un hueco de honor en mi librería.
La verdad es que Crepusculo, las peliculas, hicieron mucho daño a la moda del vampirismo. Los libros medio se podían leer, pero las películas eran empalagosas y repugnantemente dulzonas, insoportables.
Las Cronicas Vampiricas de Anne Rice estuvieron muy bien. Otras bastante interesantes son las Cronicas Vampiricas de L. J. Smith, especialmente los libros, por supuesto. La serie de televisión entretiene, pero no tiene nada que ver con los libros, salvo que aparecen vampiros y otros «seres», pero las historias no se parecen. No siguen el mismo hilo.
Por cierto, me apunto la trilogia de Bella Durmiente para leerla, ya que me niego a leer 50 sombras de grey por algunos motivos que no voy a comentar.
20 junio 2016 | 8:30 am
A mi me encantó durante una temporada, incluidas brujas de Mayfair, pero no acabé de leer todas sus crónicas vampíricas, se me repetía un poco y además considero que sus personajes eran un reflejo de su ego y me parecía demasiado grande.
Sí me leí hace mucho la trilogía de la Bella Durmiente, es interesante porque siempre me ha atraído la literatura erótica pero me pareció aburrida…
Habrá que buscar estos nuevos a ver qué tal.
20 junio 2016 | 12:15 pm
Hola, Ana.
Me he leído toda la saga de novelas que componen sus ‘Crónicas Vampíricas’, y en mi opinión, a partir de ‘Menoch el diablo’ la saga decayó en picado, no logrando recuperar su esencia ni haciendo un cruce con su espléndida trilogía ‘Las Brujas de Mayfair’, ni con las dos novelas de ‘Nuevas crónicas vampíricas’: ‘Pandora’ y ‘Vittorio’.
Coincido plenamente contigo con su novela ‘La momia o Ramsés el maldito’, y dos novelas que tampoco están mal (en mi opinión) y no has citado: ‘El sirviente de huesos’ y ‘Violín’.
Saludos.
http://listas.20minutos.es/lista/anne-rice-cronicas-vampiricas-378451/
20 junio 2016 | 12:17 pm
Me ha parecido curioso que nombres el libro de La Momia porque no suele nadie hablar mucho de él pero a mí me marcó bastante.
Me hubiera encantado que, en su mejor momento, hubiera escrito una continuación para saber como era la vida de Ramsés en el presente, pero sobre todo de Cleopatra y Elliot (de Julie no quiero saber nada, me pareció muy insoportable) pero después de leerme el último de los vampiros, prefiero imaginarme yo la historia y no leer otro libro sin sustancia suyo.
Qué lástima de deterioro de las Crónicas Vampíricas, para mi solo salvable la trilogía original y el de Marius (Sangre y Oro)
20 junio 2016 | 12:36 pm
Daniel, qué alegría encontrar a otro fan de La Momia, disfruté muchísimo con ese libro, esa ambientación victoriana, el personaje de Ramses… Siempre que veo un invernadero me acuerdo de ese libro, me encantó. Y me fascinó su manera de plantear la inmortalidad. Para mí es un libro redondo y creo que no me hubiera gustado que continuara, pero ¿quién sabe que aventuras depararían a los protagonistas? Un saludo, Ana. 😉
20 junio 2016 | 9:29 pm
Amiga, me encantó esta definición: » cualquiera de sus páginas deja al sadomasoquismo para dummies de Christian Grey a la altura del betún». Y aviso, no hiciste suficiente archivo para esta nota sobre nuestra amada Anne Rice, ya está la cuarta parte de la saga de la Bella Durmiente, «Beauty’s Kingdom». Salió el año pasado y aún no tiene traducción al castellano. No te perdés de mucho, sólo hay una nueva idea nueva y fuerte en este libro: la idea del poliamor. Más allá de todo, ¡buenísima tu nota!
21 junio 2016 | 3:17 pm
Ella lo dijo y no yo…..»Sería una tonta para toda la eternidad por haberle dado la espalda a Dios de esa forma”….que triste ..y sera por toda una eternidad..
29 agosto 2017 | 4:49 am
Me gustaron los dos libros sobre Cristo, lastima que no completé la trilogía, hubiera Sido fanático.
07 febrero 2021 | 5:58 pm