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Los chicos malos

Por Angélica Guzmán Angelica Guzmán

Hace algunos días, nuevamente volvíamos a ver algunas noticias sobre el aumento de la violencia de género durante el noviazgo entre las parejas jóvenes. ¿Cómo pueden permanecer o incluso aumentar las relaciones desiguales y los roles patriarcales en pleno siglo XXI?

La tecnología evoluciona, la sociedad evoluciona, y por qué no, las formas de maltrato y las desigualdades también. Bien lo expresa Pamela Valenciano en su representación “No sólo duelen los golpes”: Antes los príncipes venían a caballo, ahora vienen en moto.

Nos escandalizamos cuando una menor de edad es agredida por su pareja, pero no caemos en la cuenta de los valores de género y desigualdad que transmiten muchas de las series y películas que nuestros jóvenes ven. Series en las que, en muchos casos se reproducen y perpetúan los estereotipos de género. Historias en las que la chica (que bien puede ser la chica popular y envidiada por todas,  o por el contrario, la chica callada y tímida con escasas relaciones sociales) cae en los brazos del “chico malo”  con la convicción de que él cambiará por ella, o en su defecto, seguirá siendo el chico malo pero, en la intimidad, con ella, cuando nadie los ve, será el príncipe azul que tanto tiempo ha esperado. Bien es cierto que no aparecen agresiones (sería demasiado evidente), no suelen aparecer tampoco insultos, a no ser que los guionistas nos hayan convencido previamente de que en ningún caso son un ataque, sino una vía de escape del pobre “chico malo” ante la incomprensión manifiesta de su “amada”.

Guía 'No te líes con los chicos malos', de malostratos.org

 

Pero sí siguen transmitiéndose imágenes tan trilladas y repetidas como el chico triunfador y rompecorazones frente a la chica fácil y buscona. Relaciones insanas, en las que predomina no el amor sino al dependencia, no el apoyo sino la exclusión, no el tú y yo, sino el nosotros. Representaciones en las que siguen mostrándose los celos como algo no sólo natural, sino necesarios, y que incluso, en este punto, se observan diferencias de género: si el chico es celoso está demostrando su amor, si la chica es la celosa es una exagerada y  posesiva.  Además, a menudo los chicos aparecen reclamando su espacio y su independencia mientras las chicas reclaman el cariño y la atención. Todo ello bajo la falsa imagen evolucionada de personajes ataviados con tatuajes, piercings, peinados pintorescos y un lenguaje actual, muy a menudo utilizado para descalificar, en muchos casos, a padres o profesores por su incomprensión, algo que sin duda provoca en los jóvenes un sentimiento de identificación absoluta.

No podemos ni debemos negar los avances que se han hecho en igualdad y más concretamente, los esfuerzos dirigidos a modificar la imagen de la mujer en los medios de comunicación, pero de la misma forma, no podemos ni debemos dejar de ser conscientes de que la figura de “chico malo”, a pesar de su imagen evolucionada y actualizada,  sigue siendo una garantía de la continuidad de los roles y estereotipos de género.

Angélica Guzmán es trabajadora social y psicóloga, colaboradora de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, y por encima de todo, fiel creyente de que otro mundo es posible.

Los ojos vendados

Angelica Guzmán

Por Angélica Guzmán

Hace unos días, como es habitual, encendí el ordenador con la idea de ver con qué noticias nos despertaban, y sin duda fue desolador volver a leer por cuarta vez en esa semana como había un nuevo asesinato, un nuevo caso de violencia de género por confirmar. Lugo, Córdoba, Tenerife… diferentes puntos de la geografía española que de repente tenían un triste denominador común: haber sido testigos de una nueva víctima mortal de la violencia de género.

Portada de la Guía de Derechos de las Mujeres Víctimas de Violencia de Género. www.malostratos.org

Portada de la Guía de Derechos de las Mujeres Víctimas de Violencia de Género. www.malostratos.org

 

Desolador e indignante, pero casi aún más indignante que estos asesinatos, que esta evidente manifestación de la desigualdad que hoy en día sigue presente, es el trato que algunos medios siguen dando a este tipo de noticias. Aún podemos leer frases, o lo que es peor, titulares, del tipo ‘Una de las víctimas estaba boca abajo en un charco de sangre en el suelo y la otra en la cama en la misma posición‘, ‘Un cuchillo o un hacha, posibles armas de la muerte de dos mujeres en Cervo‘, ‘Las mujeres muertas en Cervo fueron golpeadas hasta morir en sus domicilios‘. Frases que serían más propias de cualquiera de las decenas de series televisivas sobre crimines por resolver y asesinos en serie, que de la consecuencia última de una lacra social que se hace más notoria en determinadas épocas.

Cuatro mujeres muertas en menos de una semana. ¿Qué está pasando? ¿Casualidad? ¿Efecto llamada? ¿Será la explosión tras la contención de las fiestas navideñas? Después de varias semanas de festividades, vacaciones y reuniones familiares; cuando todo eso parece que ya ha quedado atrás, cuando apenas podemos acordarnos de que hace una semana comíamos los últimos polvorones propios de tan sonadas fiestas, se destapa una secuencia de asesinatos sin freno. Fechas que debían ser de alegría y disfrute en muchas ocasiones se convierten en un caldo de cultivo con terrible final, conflictos sin resolver, obligación de mantener las ‘composturas’, la idea de familia. Fechas en las que a menudo se hace impensable una separación, momentos en los que muchas mujeres deciden permanecer en un núcleo familiar hostil ‘por el bien de los niños‘, sin saber que en mucha ocasiones este es el peor de los castigos, para ellos y para ella misma. Quizá a veces no somos conscientes de hasta qué punto las tradiciones y la cultura juegan en contra de nuestra vida, nos hacen presas de una cárcel de paredes invisibles, que nos permiten observar el mundo pero no ser parte de él, llegando al extremo de no poder ver que la llave a la libertad está en nosotras mismas, en nuestra voz, en nuestra opinión.

Angélica Guzmán es trabajadora social y psicóloga, colaboradora de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, y por encima de todo, fiel creyente de que otro mundo es posible