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Sentimientos ante la cámara

Charo Mármol

Por Charo Mármol 

‘Aislada en mi jaula de cristal’,  ‘anulada por mi familia’, ‘aplastada, pisoteada, humillada, denigrada’,  ‘luchando por tener lugar en una sociedad patriarcal’ ‘mi cárcel interna’… Estos son algunos de los sentimientos a los que las mujeres víctimas de la violencia de género, de la Casa de Emergencia de la Fundación Luz Casanova, han puesto imágenes a través de la cámara fotográfica.

Tomando como excusa la fecha del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer,  se organizaron unos talleres en los que las mujeres trabajaron  los estereotipos y prejuicios que encontramos en la sociedad actual, con los que ellas se han encontrado en su vida, intentando poner nombre a los sentimientos que esto les ha ido provocando.

'Aplastada, pisoteada, humillada'. Imagen de Fundación Luz Casanova

‘Aplastada, pisoteada, humillada’. Imagen de Fundación Luz Casanova

Son mujeres de toda clase social y de todas partes del mundo. Hay un hilo conductor que las une: el maltrato por parte de sus parejas:

María José  es licenciada en psicología y trabaja como auxiliar administrativo en la administración pública. Llevaba casada 20 años y siete de noviazgo. Su ex era arquitecto técnico, de cierto prestigio, muy religioso, muy sociable y muy educado, pero la sometió a maltrato psicológico hasta que un día decidió dejarle.

Cándida es de Paraguay vino a España hace 8 años por una amiga. Empezó a trabajar de interna. Conoció a un español, conserje en una comunidad y se casó con él. La convivencia se convirtió en un infierno. Primero fueron los insultos, el aislamiento, los celos. Pronto llego la violencia física pero sólo tuvo fuerzas para abandonarlo cuando también empezó a golpear a los hijos.

Esperanza viene de un país caribeño. Llegó a España para hacer un Master de Negocios Internacionales. Entre sus compañeros conoció al que en poco tiempo se convertiría  en su marido. Nada más casarse todo cambió y comenzaron los malos tratos y el asilamiento de todos sus amigos y conocidos, la humillación, cosificación… Ella no tenía aquí familia que la apoyase y la de su marido tomó partido por él anulándola del todo. Antes de pasar a ser una víctima más decidió denunciar y abandonarlo.

Ellas tres y otras mujeres como ellas son las que han ido entrando en contacto con sus historias personales, con aquellos sentimientos más profundos que les ha causado el dolor, el maltrato y el sufrimiento infligidos por la persona a la que un día unieron su vida, en muchas ocasiones el padre de sus hijos, casi siempre la persona con la que pensaron que podían hacer el camino de la vida y envejecer juntos. Una vez puesto nombre a estos sentimientos y cámara en mano salieron a la calle e intentaron captar las imágenes que transmitieran sus sentimientos, lugares que les evocaban los momentos donde se han sentido discriminadas o marginadas.

Posiblemente ninguna de estas mujeres ganará el Premio Pulitzer de fotografía pero al menos la valoración de toda esta experiencia ha sido muy positiva: han podido expresar  a través del arte de la fotografía, la luz y el color, sentimientos, emociones y vivencias que han sufrido.

Ahora sus fotografías, junto a las que han realizado, siguiendo el mismo proceso, las personas del Centro de Día de la Fundación Luz Casanova, pueden verse en Madrid durante todo el mes de mayo. Se inaugura hoy martes 5 de mayo en el Restaurante Subiendo al Sur, de la calle Ponciano 5, de Madrid (Metro Noviciado).

Charo Mármol es comunicadora, feminista, militante de causas perdidas y autora del blog La mecedora violeta.

Maltratadores que no necesitan pegar

Por Irantzu Varela Irantzu Varela n

Un día le escuché a Miguel Lorente -que de esto sabe mucho- decir que no existen diferentes tipos de maltratadores. Que los maltratadores físicos son, simplemente, maltratadores ‘poco eficientes’. Que los ‘buenos’ maltratadores son los que maltratan tan bien, que no necesitan pegar.

Y es que no hay diferentes tipos de maltrato. Sólo hay grados.

Evidentemente, las mujeres que sufren torturas físicas en su pareja están expuestas a una brutalidad extrema que pone en peligro sus vidas. Pero las mujeres asesinadas a manos de sus “compañeros” son sólo una muestra ínfima -por intolerables que sean las cifras del feminicidio– de la situación de tortura a la que se encuentran expuestas muchas mujeres en el espacio de seguridad y complicidad que debería ser la pareja.

Los maltratadores someten a sus compañeras a un desgaste psicológico tal, que ellas llegan a creer que tienen lo que se merecen, que todo es culpa suya, que nunca, nadie -que no sea su torturador- las va a querer.

Los maltratadores que no necesitan pegar torturan psicológicamente a sus compañeras, les minan la autoestima hasta hacerlas creer que él es el único hombre que podría aguantar a una mujer inútil, insoportable y carente de todo atractivo, como ellas. Insultan, humillan en público, desprecian a sus compañeras, hasta hacerlas creer que no valen para nada.

Esos hombres que no necesitan pegar alejan a sus compañeras de todas las personas que las quieren. Las enfrentan a su familia, a su gente, encuentran argumentos para desprestigiar y espantar a cualquiera que pueda querer a su presa.

Su estrategia es, precisamente, hacer creer a su compañera que está sola, que nadie la quiere, que necesita su protección. Pero, a cambio, se quedan con su libertad. Y esta sociedad que legitima el binomio hombre-protector, mujer-protegida da cuerda a ese juego.

Elementos del maltrato

Elementos del maltrato

Y así, las mujeres que viven con un maltratador que no necesita pegar, no encuentran el momento exacto en que poder decirle a su gente, al teléfono contra el maltrato, a la policía, que están viviendo en una situación de tortura. Porque esta sociedad que identifica la violencia contra las mujeres con muertas y ojos morados, no es capaz de ver las heridas que te hace quien dedica cada día a hacerte creer que le necesitas para vivir, pero te hace la vida imposible. ¿Cómo explicar que te ha dejado sin libertad, sin autoestima, sin vida?

Las mujeres que viven con un maltratador que no necesita pegar, como las que viven con uno que las pega, no son tontas. Son mujeres fuertes, optimistas y sensibles, que -influidas por la forma en que esta sociedad desigual ha inventado e impuesto el amor- se aferran a ese hombre seductor y detallista que las convenció de que sería un buen compañero. Recuerdan esos tiempos, antes del primer insulto, del primer silencio impuesto, de la primera mirada intimidatoria, del primer desprecio, cuando todavía no habían entendido que ése que grita, insulta, humilla, desprecia es, en realidad, el hombre que han elegido como compañero.

Asumir que el hombre al que has elegido como compañero es un maltratador es muy difícil. Pero es mucho más difícil explicárselo a un entorno que te preguntará: ¿pero, alguna vez te ha pegado?… Pues no, nunca me pegó. No le hizo falta.

Irantzu Varela es periodista, feminista, experta en género y comunicación, y (de)formadora en talleres sobre igualdad en Faktoría Lila.