Mujeres migrantes en la frontera sur española

Por Júlia Trias

Ella llegó en patera a España desde Marruecos en 2016. Se fue sola de Costa de Marfil con poco más de veinte años, dejando a medias su carrera en Periodismo y Comunicación, después de que le dijeran que se tenía que casar con un hombre que no había elegido. Pasó un año en Marruecos antes de poder coger una patera, donde se convivió con otras muchas mujeres forzadas a prostituirse durante el tiempo que estuvieron allí. Ella se presenta como Binta pero dice que también podría hacerlo como María, Paula o Marta. ‘Es la historia de esas mujeres que deciden irse, que toman la decisión un día porque ya no pueden más. Son mujeres que tienen ganas de cambiar las cosas y que se han atrevido. Y hoy hablo porque ya basta de tratarnos como si fuéramos débiles’.

No solo el trayecto es mucho más duro y difícil para las mujeres, sino que cuando llegan a territorio español deben seguir afrontando situaciones de discriminación muy graves. El discurso oficial de la victimización de las mujeres migrantes como víctimas inocentes y obligadas a trabajar e incluso a migrar contra su voluntad ha llegado a constituir un mito cultural que tiene un gran impacto hacia ellas. Repercute directamente en su seguridad y en el no reconocimiento de su capacidad de agencia y de sus proyectos emancipadores.

Llegada a Motril. 8 de febrero de 2018. @Fotomovimiento»

En este sentido, es muy importante que las autoridades competentes tengan clara la distinción entre la trata y el tráfico de personas. El discurso victimizador hacia las mujeres migrantes las vincula muy frecuentemente con la trata, contribuyendo directamente a la perpetuación del estereotipo y de la discriminación. A diferencia del tráfico de personas, en la trata no hay consentimiento o, en el caso de que lo haya habido se ha producido mediante la coacción, el engaño o el abuso. Además, las redes de trata tienen una finalidad ulterior al cruce de fronteras: el beneficio económico a través de la explotación laboral o sexual.

Desde Irídia, Centro por la Defensa de los Derechos Humanos, junto con Novact y Fotomovimiento, hemos podido entrevistar a distintas mujeres que han llegado en patera a España. La mayor ofensa que recuerdan es, siendo entrevistadas por las autoridades españolas, que dieran por supuesto que habían llegado en contra de su propia voluntad y que pudieran estar siendo explotadas sexualmente. Pero, además, para las mujeres que sí están en redes de trata, los protocolos de identificación tienen un resultado prácticamente nulo que las deja en una grave situación de desprotección. En España, para que los protocolos de protección en casos de víctimas de trata se activen es necesaria una denuncia por su parte. En un contexto como el que se encuentran es muy difícil que puedan relatar su situación y denunciarla, y mucho menos cuando frecuentemente faltan intérpretes adecuadas y personal femenino con formación especializada en la materia. La prevalencia de la lucha contra la trata por encima de la protección de las mujeres migradas las deja en una situación de grave desprotección y además contribuye a la estigmatización de las que son madres. En los casos en los que las autoridades detectan posibles indicios de que una mujer pueda ser víctima de trata y lleva a un bebé consigo, las madres son sometidas a pruebas de ADN para constatar el vínculo biológico. Cuando lo hay, si la madre no se autoidentifica como víctima de trata, las autoridades lo interpretan como un factor de riesgo para el/la menor y la mujer pasa a poder ser expulsada a su país de origen.

En comparación con las situaciones relacionadas con los hombres, existe un gran vacío en la información de las implicaciones que supone el proceso migratorio para una mujer. A pesar de que la migración por parte de mujeres representa el 50% de la población migrante mundial, la visibilización de sus estrategias de emancipación y supervivencia sigue quedando en segundo plano. Es fundamental que las autoridades reconozcan que las mujeres migrantes son agentes activos de los procesos migratorios que emprenden y dejen de vincular sus experiencias a las de los hombres para así poder empezar a hablar de un sistema de protección efectivo.

Mañana presentamos en Madrid, el informe #DDHHFronteraSur sobre estas terribles realidades. será en la C/Alameda, 22, a las 18.30 horas.

Júlia Trias es politóloga, especializada en migraciones. Directora técnica de Irídia – Centro por la Defensa de los Derechos Humanos

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