Mi lista de mujeres escritoras

Por Raquel Moraleja

Querido señor Javier Marías,

Me pide una buena amiga que le recomiende algunas escritoras, de ayer y de hoy, cuyas dotes literarias las hagan merecedoras de formar parte de su famosa biblioteca, esa de la que dicen todos los periodistas culturales –una y otra vez después de cada entrevista después de cada nuevo libro- que cohabita con un fax y un Nokia de los que no reciben Wifi. Puede que ya las haya leído a todas. Puede que las páginas de sus libros estén gastadas de tantas veces que ha vuelto a sus voces. En ese caso, esta breve carta sólo servirá para refrescarle la memoria a todos los “Angry Old Men” de su generación que, habiendo leído a muchas grandes escritoras –porque lo han hecho, porque, obviamente, son muy cultos-, sufren pérdidas de memoria momentáneas cuando han de enumerar las listas de los mejores escritores sobre la faz de la Tierra. Curioso que más de la mitad de la población que habita dicho Planeta, por mucho que se esfuerce, se reduzca a un apéndice al final del capítulo donde se habla de señores listísimos como usted.

Virginia Woolf en 1902. Retrato de Charles Beresford. Fuente: Wikimedia (Creative Commons)

Creo que sería una ofensa recomendarle a Virginia Woolf, una de las dos o tres mujeres que tenían el honor de aparecer en el libro de texto de Literatura Universal del que estudié en el colegio. De una de las creadoras de la literatura moderna –aunque usted prefiera antes recordar a Joyce- seguro que ha leído Al faro y Las olas. Sin embargo, este es buen año, gracias a la minuciosa tarea de varias editoras –y algún que otro buen editor-, para acercarse a otras de sus obras exquisitamente reeditadas, como el Orlando ilustrado de Lumen; o a sus pensamientos más íntimos en 600 libros desde que te conocí (Jus ediciones), El diario de Virginia Woolf Vol. I (Tres Hermanas ediciones) o Las mujeres y la literatura (Miguel Gómez ediciones).

Sin duda le aconsejo este último, que además de explicar de forma clara, elegante y sencilla –para los más duros de cabeza- por qué era un milagro que existiesen mujeres escritoras antes del siglo XX y cómo se las ha olvidado en favor de sus coetáneos, viene acompañada de una lista de esas autoras que no debería volver a olvidar: Charlotte Brontë, George Eliot, Jane Austen, Mary Wollstonecraft (madre e hija), Elizabeth Gaskell, Katherine Mansfield… Le invito a adivinar cuántas de ellas aparecían en mi libro de literatura universal.

Pero no vayamos a quedarnos en las recomendaciones de siempre. Virginia abrió el cerrojo –ese que impusieron a la libertad de nuestras mentes-, y después llegaron muchas más. Le reto, señor, a que encuentre un narrador en lengua inglesa –sí, sí, la misma que su adorado Faulkner- con mejor estilo y dotes para el lenguaje que la grandísima Angela Carter, a la que acabamos de descubrir –porque, ¡que sorpresa!, siempre estuvo ahí- hace dos veranos como quien dice, gracias a las ediciones de sus cuentos por parte de Impedimenta y Sexto Piso. En este último sello también puede encontrar Apegos feroces, de Vivian Gornick. Es la mejor narración autoficcional que yo jamás haya leído, aunque parezca que de esto sólo sabe Karl Ove Knausgard, aquel que le dijo a la ensayista Siri Hustvedt –otra para su biblioteca- que las mujeres nunca seremos competencia para los hombres.

La cuestión es que, al contrario de lo que le pasa a Knausgard o al honorable Tom Wolfe –que dijo no recordar a una sola mujer que hubiese escrito una palabra que mereciese ser recordada-, se me agota el espacio y necesitaría muchas horas para recomendarle a todas las mujeres que hacen palidecer a sus siempre mejor considerados compañeros. Toni Morrison, Chimamanda Ngozi Adichie, Margaret Atwood, Ursula K. Le Guin, Zadie Smith, Marguerite Duras, Iris Murdoch, Margaret Drabble, Christa Wolf, Arundhati Roy, Svetlana Alexievich, Leila Slimani, Samanta Schweblin… O, quedándonos más cerca, sus compatriotas Cristina Fernández Cubas, Pilar Adón, Belen Gopegui, Elvira Lindo, Marta Sanz…

Espero que mi humilde lista ayude a refrescar su memoria la próxima vez que algún periodista le pregunte si las mujeres servimos para la literatura.

Atentamente,

Una admiradora –de todas las anteriormente nombradas-.

Raquel Moraleja es periodista y autora de la novela corta Sin retorno (Verbum, 2016). Actualmente se decida a la comunicación editorial. Escribe en litarco.blogspot.com

3 comentarios

  1. Dice ser juliabege

    No hace falta decir «mujeres escritoras»,si se dice «escritoras» ya sabemos que son mujeres.Es un error común que hace que luego se achaque al el lenguaje inclusivo el ser más largo y redundante ,cuándo es cuestión de ingenio el elegir las palabras.Un saludo.

    23 febrero 2018 | 08:09

  2. Dice ser Carlota

    Dile a tu amiga que antes de quedarse con los titulares sobre Javier Marías, indague en su obra, tanto en libros como en artículos periodísticos, y verá que a muchas de esas novedosas recomendaciones, Javier Marías ya las ha recomendado, estudiado y alabado en infinidad de ocasiones.

    Qué fácil es quedarse con un titular y qué difícil es, o parece ser, contrastarlo con la realidad.

    23 febrero 2018 | 11:06

  3. Dice ser Carlota

    Gracias por borrar mi comentario anterior. Aparentemente, ser feminista no implica escuchar a otras mujeres, solo criticar a hombres de cuya obra no tenemos ni idea. Felicidades.

    23 febrero 2018 | 11:21

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