Hermanas

Por Rosel Murillo Lechuga

Es más fácil llegar a entenderse que ver una ola en el desierto.

Al menos así debería de ser, pues somos la raza evolucionada, con capacidades que otros seres de la tierra no han llegado a alcanzar, hemos desarrollado un idioma para comunicarnos, pero el don no lo es todo, hay que saber utilizarlo. ¿será que no estamos tan evolucionados? Será que nuestras emociones se quedaron en Atapuerca.

Las actrices Andrea Hermoso y Lucía Esteso en una imagen promocional de la obra ‘Perdóname cuando me haya ido’, de Rosel Murillo Lechuga.

La obra de teatro Perdóname cuando me haya ido dibuja la profunda incomunicación de dos hermanas que hace casi una década que no se hablan. ¿Y por qué no se hablan? Pues como casi la mayoría de las personas que conocemos enfadadas, o como nosotros mismos con otros. No se hablan porque no se escuchan, porque no se entienden, porque no se han puesto en el lugar del otro. Emma (interpretada por Lucía Esteso) decidió vivir su vida y marcharse de casa para buscar fuera lo que dentro no podía conseguir. Marta (interpretada por Andrea Hermoso), más pequeña, permaneció en la casa desempeñando las tareas que por obligación, tras la ausencia de su hermana, le había tocado asumir.

Un golpe en la puerta y las palabras al aire. Es curioso como entorpecemos a la facilidad y somos capaces de hacer ligeras las cosas más complicadas. Ese es el ser humano. Es complicado retomar una conversación después de diez años, ¿pero cómo acabar con la ausencia de palabra entre dos personas que no se hablan desde hace una década? Sólo una palabra es liberadora de todo el peso que nos acompaña la mayoría de las veces.

Un perdón es capaz de aliviar la carga más pesada, reponer el corazón más dañado.  Hemos construido palabras cortas, fáciles de pronunciar para arreglar los mayores daños y que así no sean tan difíciles de pronunciar, como perdón, gracias, te quiero… Prueben delante de un espejo primero, y luego prueben a mirar a los  ojos que fijamente te miran, y pide perdón. No es tan difícil, y la recompensa es mayor.

Marta tiene un gran camino que recorrer en esta obra hasta que es capaz de aceptar y entender el perdón de su hermana. Pero no son caminos opuestos. Emma debe deshacer el camino cuando se arma de valor y pide perdón por ser, por vivir su vida. Perdonar es un acto valiente, arriesgado, pues los ojos que te miran tienen que querer perdonar. Nada viene sólo, ¿no sentís rabia cuando es la vida la que os fuerza a pedir perdón? Es lo que le sucede a Emma, pues necesita el perdón de su hermana para irse libre, en paz, y con ello hacer libre a su hermana de toda la culpa de estos años.

Este mundo no está preparado para la fuerza de la libertad, tiene miedo de abrir sus presas y ser inundados por el mar. Pero es eso lo que quizás necesitamos, bañarnos en el mar, sentir la libertad y la sensación de mirar al horizonte y no ver el final.

Perdóname cuando me haya ido es el marco poético en el que se encierra el dolor de las personas incomunicadas.

 

Rosel Murillo Lechuga es directora, dramaturga y productora. Desmenuzar la vida con las manos y exponerla ante el publico es el fin que persigue con cada nueva pieza que compone. Su obra Perdóname cuando me haya ido se representa todos los miércoles de enero a las 20.30h en el Teatro del Arte. Calle San Cosme y San Damián 3, Madrid.

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