Archivo de marzo, 2020

Más que un brazalete azul, hace falta más sensatez y educación desde ventanas y balcones

Este sábado tuve una charla en directo con mi amiga es estupenda divulgadora Boticaria García. Se lo sugerí yo, pedí su ayuda para tener más alcance porque es necesario que todo el mundo sepa que las personas (niños y adultos) con discapacidad o con trastornos de conducta como el autismo pueden salir a pasear cuando sea imprescindible. Y ese paseo puede ser acompañado. De aquella charla ha nacido está informado, elaborada por ella, que acompaña este post.

Todo el mundo debe saberlo, igual que se conoce la excepción de pasear al perro o bajar a comprar, porque hay familias que se están encontrando en esos paseos con insultos desde las alturas.

Es preciso concienciar de la necesidad de dejar de ejercer como policías de balcón increpando a la gente. Nada justifica el increpar. Nada. Si se ve un comportamiento que puede ser delictivo la única acción sensata es avisar a la policía o guardia civil.

Tenemos que entender que hay más realidades que no conocemos, que se nos escapan; debemos ser humildes y entender que no sabemos todo y que podemos malinterpretar muchas situaciones. Hay discapacidades invisibles.

Y vuelvo a mi primer párrafo. Ese paseo terapéutico debe darse solo cuando sea imprescindible. Que una persona con esas dificultades enferme o necesite ser ingresada en las circunstancias en las que estamos puede ser una fiesta, de las feas horribles. Tener que esperar en una sala de espera o que les extraigan sangre puede ser muy complejo, que estén solos en esa misma sala o en una habitación de hospital sería imposible. Si mi hijo de trece años con autismo enfermase, sería imposible mantener un mínimo aislamiento en casa. Es como un niño pequeño que no entiende que no puede beber de todos los vasos o mantener cierta distancia.

Nosotros no hemos salido con él de casa y no pensamos hacerlo a no ser que no quede más remedio.

Está difundiéndose en las redes desde hace unos días como medida/escudo contra estos improperios que las personas que hacen paseos terapéuticos vayan señaladas con brazaletes azules o chalecos amarillos. Entiendo a los que quieren hacerlo para evitarse malos tragos, pero también a los que se niegan a ir marcados para dejar contento al vecino del turno que se siente shérif del condado desde su ventana o terraza.

Están ejerciendo un derecho y no tienen necesidad de identificarse de ninguna manera. Confederación Autismo España lo deja bien claro.

La solución es difundir la excepción publicada en el BOE el 20 de marzo y que todo el mundo sepa que existe. También evitar los juicios rápidos y los linchamientos verbales.

Ojalá entre todos podamos lograrlo.

El peligro de los policías de balcón y las deducciones rápidas (si ves dos personas paseando, puede que tengan todo el derecho a hacerlo)

Tenemos que estar encerrados en casa, es importantísimo para frenar el coronavirus y que volvamos a la normalidad cuanto antes, Por supuesto que sí. En mi casa somos cuatro personas, dos niños y dos adultos, y solo yo salgo lo mínimo imprescindible. Una vuelta a la manzana por la mañana para que mi perra se alivie y comprar el pan. Otra por la noche igual de rápida para bajarla de nuevo y sacar la basura. Y una vez por semana a llenar el carro de la compra.

Mis hijos no pisan la calle desde el jueves pasado. Uno de ellos, el de trece años, tiene autismo. Como de momento está tranquilo, no hemos salido con él. Pero si se pusiera muy nervioso, si empezara a darse una situación incontrolable, saldríamos con él a pasear. Sanidad permite a las personas con discapacidad y alteraciones conductuales salir a la calle acompañadas desde el pasado viernes.

Ya hay familias en esa situación, con esa necesidad imperiosa de salir con ellos un rato a pasear, a las horas y por los lugares menos transitados. El problema es que esas familias se están encontrando con policías de balcón mal informados que están convirtiendo en pesadillas estas pequeñas y necesarias válvulas de escape.

Gente apostada en sus ventanas, balcones y terrazas, autoproclamados vigilantes ciudadanos que se indignan al ver pasear a dos personas (un niño y un adulto o dos adultos) que no tienen una discapacidad aparente, porque el autismo no tiene ningún rasgo singular por mucha afectación que haya, aunque la persona que lo tiene no sea ni siquiera capaz de lavarse los dientes sola.

Esa indignación hierve y se transforma en una llamada a la verdadera policía en el mejor de los casos y en el peor, en el injustificable, en gritos e insultos desde las alturas. Y no solo a personas con discapacidad y sus cuidadores.

Guardianes sin educación, que no atienden a razones, que están empujando a a que surjan distintas iniciativas para intentar que la gente entienda desde lo alto que esas personas que pasean están en su derecho de hacerlo. Iniciativas como llevar un chaleco amarillo o algo azul encima.

Pero no estoy segura de que algo así vaya a funcionar. No veo que sea algo unificado; muchas familias se niegan a ir con distintivos caseros por la calle «como si estuviéramos señalados, como si tuviéramos que llevar una nueva estrella de David en el pecho» y están en su derecho al pensar así; pero sobre todo porque la única receta es la información, que todos entendamos que existe esta excepción, que contribuyamos a difundirla desde nuestras redes sociales.

Es preciso llegar a cuanta más gente mejor para que las familias con una persona que necesita imperiosamente salir a la calle por tener autismo, síndrome de X frágil, de Phelan-Mcdermid, de lo que sea…, puedan hacerlo tranquilas, sin que nadie les increpe.

Y así a ver si, ya de paso, aprendemos de una vez por todas a no juzgar con ligereza.

Recordad que no están saliendo a la calle porque quieran, están saliendo porque no les queda más remedio. El miércoles pasado, cuando hablé con Ruth Vidriales, directora técnica de Autismo España, me contaba que el confinamiento supone «un incremento del riesgo de que se intensifiquen las conductas desafiantes, que pueden llevar a un riesgo real. Ya se nos ha transmitido de casos de personas con dificultades importantes para regularse en casa y algún episodio de agresión o autoagresión. Y estamos solo al principio».

Hoy es el día de ponerse calcetines desparejados y presumir de ello en redes sociales

El Día Mundial del Síndrome de Down se celebra el 21 de marzo desde el año 2012 por un decreto establecido en las Naciones Unidas. Y hoy, por muy extraños que sean los días que estamos viviendo a cuenta del coronavirus, es ese día señalado para tener presentes los retos y necesidades de las personas con síndrome de Down y sus familias.

Retos y necesidades a los que el estado de alerta y al crisis sanitaria no ha ayudado precisamente. Muchas personas con Down, aunque sean niños o jóvenes, son población de riesgo porque su condición tiene con demasiada frecuencia añadidos cardiopatías o problemas respiratorios, así como la necesidad de acudir a los hospitales y centros de salud para controles e intervenciones que en estos momentos de saturación están siendo relegados o gestionados con riesgo añadido.

Desde hace tiempo la manera de usar las redes sociales para visibilizar este día, para apoyar de esta manera la inclusión, la riqueza de la diversidad, la necesidad de aceptación de todos los individuos que conforman esta sociedad, es subir fotos con calcetines desparejados.

Así que si veis muchas fotos en Twitter, Facebook o Instagram de gente presumiendo de llevar calcetines diferentes, ya sabéis por qué es y podéis sumaros usando hashtags como #DiaMundialSindromeDown, #LosVerdaderosInfluencers, #Lotsofsocks o #AuraDownsDay

En estos momentos del #yomequedoencasa, una medida imprescindible para volver cuanto antes a la normalidad, es un reto sencillo al que sumarnos y mostrar así nuestra solidaridad.

Sanidad permite a las personas con discapacidad y alteraciones conductuales salir a la calle acompañadas. Ahora nos toca demostrar que somos responsables

La petición que llevaban peleando desde que se dictó el estado de alarma Cermi y Autismo España para permitir que las personas con autismo pudieran salir de casa cuando esa medida fuera necesaria para evitar conductas disruptivas, una ansiedad elevada que se tradujera en lesiones o autolesiones, finalmente ha llegado a buen puerto.

Este jueves el ministro de Sanidad ha firmado una instrucción (aquí la podéis consultar en PDF) que establece criterios interpretativos que permiten que salgamos con las personas con autismo. Y no solo con autismo, sino con alteraciones conductuales asociadas a la discapacidad.

Se permite desde ya, porque ya ha sido publicado en el BOE, y lo que habilita estas salidas “a las personas con discapacidad, que tengan alteraciones conductuales, como por ejemplo personas con diagnóstico de espectro autista y conductas disruptivas, el cual se vea agravado por la situación de confinamiento derivada de la declaración del estado de alarma, y a un acompañante, a circular por las vías de uso público, siempre y cuando se respeten las medidas necesarias para evitar el contagio».

Mi hijo de trece años con autismo aún no ha salido a la calle.
Ni lo hará a menos que no quede más remedio. Pero si la situación se pone fea, saldremos con él lo mínimo imprescindible, a las horas de menos afluencia y por las calles menos transitadas. Debemos ser responsables y mantener el confinamiento en la medida de lo posible, haciendo uso de esta excepción si no queda más remedio.

Y lo haré llevando el certificado de discapacidad de mi hijo y la carta que los profesionales de su colegio especial me mandaron explicando sus circunstancias, para poder acreditar nuestra situación si es preciso.

Ahora nos toca a las familias con personas así a nuestro cargo demostrar nuestra responsabilidad social.

Como bien apunta Autismo Madrid, «recomendamos seguir las instrucciones del estado de alarma y de las autoridades sanitarias de confinamiento domiciliario y aislamiento social como medidas de protección a las personas con TEA, como personas vulnerables a la infección, y a la sociedad en general. Y solo utilizar esta medida de flexibilidad normativa como excepcionalidad para salir únicamente en el caso de que existan «alteraciones conductuales» graves, cuando sea absolutamente imprescindible, y no exista otra alternativa».

Esta crisis sanitaria la tenemos que parar entre todos, es obligado que nos la tomemos muy en serio.

No dejemos de celebrar el día del padre (y del abuelo), aunque estemos confinados

Estaremos en estado de alarma, confinados, pero sigue siendo el día del padre. Un día para celebrar esas redes familiares tan propias de nuestra sociedad y que nos han mantenido, nos mantienen y nos mantendrán a salvo de distintas maneras.

Cualquier reto, cualquier crisis, es más fácil de superar si hay un «nosotros».

No dejéis de celebrar el día del padre, no dejéis de felicitar a los ‘josés’, no dejéis de hablar con vuestros abuelos, un colectivo especialmente en riesgo estos días.

La tecnología que nos desinforma, nos llena de bulos, nos satura, también nos permite estar en contacto aunque estemos aislados y separados. Puede ser una simple llamada de teléfono, puede ser una videoconferencia por Facetime, Whatsapp o Skype. Da igual, todo vale. Escuchar la voz de la persona a la que queremos, verle la cara, felicitarle porque es su cumpleaños, el día del padre o del abuelo, simplemente charlar un ratito sin necesidad de excusas para mostrar nuestro aprecio, para sentirnos juntos y mejor.

En un día como hoy tal vez haya regalos si fuimos previsores comprando, puede que hayamos podido fabricar algún detalle con lo que hubiera por casa, pero no hacen falta los objetos para demostrarnos que nos queremos, que nos acordamos unos de otros, que nos tenemos presentes y deseamos que esta crisis sanitaria acabe lo antes posible.

Si cooperamos, si nos lo tomamos en serios, tal vez podamos celebrar el día de la madre saliendo a la calle a comprar unas flores y visitando a nuestras madres y abuelas para darles un abrazo sin miedo.

No sé vosotros, pero para mí no habría mejor regalo.

La modificación del Real Decreto que regula el estado de alarma aún no garantiza que las personas con autismo o discapacidad intelectual puedan salir a la calle

No lo digo yo, lo dice Autismo España. Ayer por la tarde publicaron las aclaraciones a la modificación del real decreto, que ya llevaba toda la mañana recorriendo los grupos de whatsapp integrado por personas relacionadas con el autismo o con la discapacidad y, en demasiados casos, malinformando que ya se permitía salir a pasear con ellos por la calle.

No es así. Aún no es posible. Si salimos a pasear con ellos, aunque lo hagamos provistos del certificado de discapacidad y de una prescripción de un profesional sanitario o social que recomienda que salgamos y nos sepamos el artículo 7 del real decreto de memoria, estamos jugándonos el volver a casa con una sanción. Lo que pase va a depender mucho del policía o guardia civil que nos encontremos, de su sensibilidad, conocimiento de las necesidades del colectivo y comprensión.

La modificación del Real Decreto 465/2020, de 17 de marzo, sigue sin especificar que las personas con TEA puedan salir a la calle con fines terapéuticos y con todas las garantías.

En dicha modificación se matiza que “la circulación de las personas permitida debe realizarse de manera individual, salvo que se acompañe a personas con discapacidad, a menores, a personas mayores, o exista otra causa debidamente justificada.” Autismo España reconoce las necesidades de todas las personas a las que representa dentro de esta multitud de casuísticas justificadas pero necesita una instrucción que garantice el derecho a la libertad de circulación (con fines terapéuticos) aportando el certificado de discapacidad y/o prescripción de un profesional sanitario o social.

Jaime de momento está tranquilo, aguanta en casa, así que no saldremos. Incluso aunque se permitiera salir, aguantaríamos salvo que no quedase más remedio. Pero hay familias en las que la situación es muy distinta, que están viendo como las personas con TEA o discapacidad a las que cuidan están teniendo mucha ansiedad, muchos episodios de desregulación, autolesiones e incluso conductas agresivas. Situaciones que se podrían mitigar si pudieran salir a pasear.

Por otro lado, lo que sí ha aclarado el decreto son «los supuestos y servicios de atención domiciliaria» para permitir el trabajo de nuestros profesionales que atienden a “personas con discapacidad o personas especialmente vulnerables”. Aún así, estos servicios y terapias deben mantenerse solo si son esenciales. En nuestro caso y en todos los que tenemos alrededor, todas las terapias se han suspendido.

Cermi pide al Gobierno «precisión», para saber si las personas con autismo pueden o no salir a la calle

En mi anterior post os planteaba una necesidad de muchas familias en las que hay una personas con TEA, la de salir a la calle con ella. Hay casos en los que un encierro prolongado puede dar lugar a una importante desregulación interna, a muchos problemas de conducta, incluso autolesiones.

Nadie está proponiendo hacer locuras, solo salir el mínimo indispensable en lugares sin gente, sin acercarse a otros, por el bienestar de estas nuestros familiares, para los que poder pasear un rato en nuestra compañía es mucho más necesario que salir a comprar el pan.

Tras publicarlo, me llegaron muchos testimonios.

Maestradelasestrellas: «Yo bajo al atardecer, que no hay casi nadie por la calle. Damos un paseo, saltan y trepan un rato por los árboles. Yo creo que si nos para la policía, le podemos enseñar la tarjeta de discapacidad y explicar. Entiendo que no habrá problema…»

Vanessa del blog Y de verdad tienes tres: «A Rodrigo los cambios de rutina le afectan enormemente y la epilepsia es un agravante. Si no fuera por las salidas a la calle con su perra Kiara su ansiedad estaría por las nubes.. Como nosotros tantas y tantas familias».

Patricia: «Por ahora es un fin de semana más, pero qué pasará cuando vea q el lunes no hay cole, ni terapias, ni ocio… Tendré que llenar el coche de gasolina y dar vueltas varias a lo largo del día, ya que el coche es lo que más le gusta y calma. Pero digo como tú, no descarto salir a pasear por alguna zona de campo tranquila. No es fácil hacer encierro con un niño que difícilmente se entretiene con algo. Sólo con la tablet y no más de 15 minutos. En fin… Mucho apoyo a las familias que se encuentran en nuestra situación».

Fe: «Tengo una niña con autismo severo y discapacidad intelectual. Si la encierro en casa, se autolesiona. En casa no se puede entretener con nada Necesita salir x salud. Espero que las autoridades lo entiendan y este texto tuyo se difunda. Visualicemos el autismo y sus grandes dificultadesW.

Y acompañado de testimonios también comenzaron a pulular por internet mensajes sobre si se podía, si no se podía, si en determinados ayuntamientos habían dado permiso, con un gráfico con recomendaciones de Plena Inclusión empleado y entendido erróneamente como si las administraciones públicas hubieran permitido claramente los paseos de las personas con discapacidad intelectual.

Lo más interesante de ese gráfico a mi parecer es transmitir la idea de que no se puede juzgar alegremente. Tal vez la deducción más obvia sea equivocada. Hay personas con discapacidad que a simple vista parecen no tener nada, pero son altamente dependientes.

La realidad es que sigue sin estar claro. Por eso distintas entidades centradas en apoyar a las personas con discapacidad están solicitando esa aclaración y por eso Autismo España ha publicado un comunicado titulado ¿Que dice el Real Decreto del Covid-19 sobre la continuidad de las intervenciones de profesionales y la posibilidad de salir a la calle para las personas con TEA?, cuyo contenido quiero ayudar a difundir desde este blog en aras de que todos estemos lo mejor informados que sea posible.

Leedlo entero, con atención, que veréis que además de faltar precisión, recomiendan que siempre salgamos a la calle con el certificado de discapacidad y el artículo al que invocar bien aprendido. 

Desde Autismo España aclaramos algunos aspectos fundamentales del Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, por el que se declara el estado de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19, que afectan directamente a las personas con trastorno del espectro del autismo (TEA) y sus familias; la posibilidad de seguir recibiendo intervención profesional y de salir a al calle.

Posibilidad de intervenciones profesionales
Según se establece en el artículo 7 de dicho Real Decreto, durante la vigencia del estado de alarma están permitidos los desplazamientos, tanto para «asistencia a centros, servicios y establecimientos sanitarios» como para «Asistencia y cuidado a mayores, menores, dependientes, personas con discapacidad o personas especialmente vulnerables».

Posibilidad de salir a la calle
Al no estar definido de manera expresa, en el artículo 7 del Real Decreto 463/2020 esta posibilidad para las personas con discapacidad en general y de manera especifica para las personas con TEA, desde Autismo España no podemos sugerir que tal práctica, pese a ser fundamental para muchas personas con TEA, esté garantizada por las Administraciones Públicas y coordinada con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

La Dirección General de Políticas de Discapacidad del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 ha pedido al Gobierno de España la precisión y concreción de esta normativa para dar amparo, sin ningún género de dudas, a las salidas a la vía pública que necesiten efectuar determinadas personas por motivo de su discapacidad, para las que la permanencia indefinida en su domicilio puede suponer alteraciones significativas de su comportamiento o afecciones graves a su bienestar psicofisico y personal, como es el caso de muchas personas con TEA.

Igualmente os informamos de que a través de CERMI hemos trasladado dicha problemática al Ministerio del Interior para que haga lo propio con la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

No obstante, pese al riesgo que supone esta situación de indefinición, en los casos en los que las familias voluntariamente quieran salir, desde Autismo España en colaboración con el CERMI, les recomendamos que:

  • Lleven consigo el certificado de discapacidad.
  • Invoquen el propio artículo 7 del Real Decreto, que en sus letras g) y h) avala la circulación por vía pública por causa de fuerza mayor o situación de necesidad, o por causa justificada.

Trece años, autismo severo, discapacidad intelectual y un largo encierro forzoso por delante

Ayer mi hijo estuvo todo el día encerrado en casa con los zapatos puestos. Es su manera de decirnos que quería salir a pasear a la calle, algo que le encanta y relaja. Jaime tiene trece años, autismo y no habla más allá de unas pocas aproximaciones a palabras como pan o agua.

Es un niño, que come y duerme bien, que está sano como un roble y al que no le cuestan especialmente los cambios de rutina y estar en casa le gusta. En ese sentido lo tenemos mucho más fácil que otras familias con personas con autismo (o discapacidad intelectual del origen que sea) a su cargo que tienen problemas de salud o conducta asociados o a los que los cambios de rutina les afectan más.

Aún así, la situación de clausura no es sencilla. De momento está contento, pero no sé cuánto tiempo durará así. Es un adolescente lleno de energía, por mucho que en muchos sentidos sea como un niño muy pequeño. Tenemos por delante muchos días de encierro y tendremos qué ver si no se acaba convirtiendo en un león enjaulado.

De ser así, de empezar a tener problemas serios para mantenerle en casa feliz y tranquilo, no nos va a quedar más remedio que sacarlo a la calle por muy creyentes y practicantes que seamos del #YoMeQuedoEnCasa. Pasear por algún sitio en el que no haya más personas que nosotros para que se relaje y poder volver al encierro hasta que resulte de nuevo imperativo encerrarnos de nuevo.

No somos ni mucho menos los únicos en esa tesitura.


Y si me encuentro con policías o guardias civiles durante esas caminatas espero que entiendan nuestras circunstancias; que igual de importante que bajar a por el pan es poder llevar a mi hijo a la calle algún que otro rato.

En casa las actividades que puede hacer están muy limitadas. Puede salir al balcón (convenientemente cerrado con rejas por su seguridad) y cotillear lo que pasa por la calle; escuchar música en su tablet o en la tele; jugar a sacudir su serpiente gigante de goma; desmontar el sofá; meterse en nuestra cama, que es más grande que la suya, para jugar a taparse entero abrazado a la almohada; o robar un rollo de papel higiénico para desmenuzarlo en pedacitos (y no está el patio como para andar desperdiciándolo). Poco más. Salvo comer, bañarse y dormir, no hay más opciones.

Con su hermana de once años
, aunque un encierro prolongado también se pueda hacer cuesta arriba, hay mucho que podemos hacer. Hay tareas del colegio que le llevan un buen rato todos los días, libros, películas, manualidades, juegos de mesa, largos ratos de charla con sus primas por Facetime, partidas con la Switch compartidas con algún amigo o en solitario… todo un universo al alcance de su mano entre cuatro paredes. Con ella es fácil.

Y más allá de las actividades, es capaz de entender el motivo por el que debemos permanecer en casa, podemos razonar con ella.

No es el caso de Jaime, no tiene capacidad para ello.

Habrá otros niños con TEA, con discapacidad intelectual, con los que las cosas serán diferentes en muchos sentidos.

Las actividades que les entretienen y sus dificultades serán otras, su capacidad de comprensión también y por eso hay recursos disponibles para intentar hacerles entender la situación.

Es un colectivo tan diverso, en el que cada individuo es tan distinto en sus gustos y necesidades, que no es fácil dar recomendaciones que ayuden a todo el mundo. Cada familia tendrá que improvisar, adaptarse, ser flexible y asertiva, intentando dar respuesta a los retos que se les presenten respetando las indicaciones que desde las autoridades nos hacen llegar para procurar que esta crisis generada por el coronavirus sea lo más breve en el tiempo, porque tiene unas repercusiones potencialmente gravísimas en distintos ámbitos si no colaboramos todos.

Responsabilidad, solidaridad, sentido común y cívico, calma y mirar el futuro con esperanza. Y pedir ayuda por teléfono o internet a los profesionales que normalmente nos ayudan con nuestros hijos o a aquellos que se están ofreciendo de forma altruista.

No se me ocurre otra receta aplicable a todos los que están en nuestra misma situación.

¿Estáis teletrabajando con niños pequeños? Todos los días a las 11 una estupenda cuentacuentos los entretiene gratis en Instagram #telocuentoendirecto

Es muy difícil trabajar en casa con niños. Mucho. Estos días hay mucha gente intentándolo como puede. Les ponen a dibujar, a hacer deberes, a jugar a la consola, a ver la tele, a todo lo que se les ocurre para poder compatibilizar su cuidado con el desarrollo de su cometido profesional.

Hoy les traigo una pequeñita ayuda, porque en esa situación todo suma.

Patricia, conocida en el mundo infantil como @Trastadasdemamá o directamente Trastadas, es una estupenda cuentacuentos y experta en el fomento de la lectura desde hace ocho años entre niños y adolescentes. Doy fe, he acudido a algunas de sus sesiones en las que he visto como es capaz de fascinar y emocionar hasta las lágrimas incluso a los adultos más duros.


Normalmente trabaja recorriendo bibliotecas, colegios e institutos
con esa labor tan importante como bonita, pero el cierre de centros escolares la ha confinado en casa con sus hijos. Por solidaridad, por capacidad, porque sabe bien lo difícil que es teletrabajar con niños alrededor, ha comenzado a contar en directo desde su cuenta de Instagram todos los días a las 11 un cuento.

Es decir, que cualquier padre que lo desee puede entrar en esta red social y tener un ratito, unos 15 o 20 minutos, entretenidos a sus hijos con esta narradora de historias.

Y de paso que conozcan nuevos cuentos y cultiven su amor por la lectura aprovechando esta situación anómala que nos tiene sin guarderías y colegios, encerrados en casa por el bien de todos.

Situaciones de crisis como esta ayudan también a ver que hay gente solidaria, gente buena queriendo ayudar de la mejor manera que sabe.

¿Y ahora qué hacemos con los niños?

Julia cumplía once años este lunes. Estábamos celebrando su cumpleaños en un centro de escalada, de esos que tienen tres o cuatro cumples cada tarde, cuando uno de los padres allí presentes nos dio la noticia a los demás: “La Comunidad de Madrid cierra todas las guarderías y colegios durante quince días”.

“No puede ser”, fue la primera reacción. «¿Estás seguro? A veces llegan alertas que no son verdad”.

Pero y tanto que lo era cierto. Una rápida visita a las portadas de varios medios de comunicación lo confirmó. Los distintos grupos de WhatsApp de los colegios empezaron a echar humo al instante. Un rápido vistazo al resto de mesas ocupadas por padres arrojaban el mismo panorama que la nuestra: gente inmersa en el móvil, comentando la noticia a medio camino entre la incredulidad, el desconcierto, la preocupación y la guasa. Porque toda situacion es excusa para algún chiste.

A partir del miércoles no hay guarderías, colegios ni universidades. Confirmado. No queda tan claro lo que va a pasar en los centros de educación especial, que albergan a niños con discapacidad. Es probable que este mismo jueves salgamos de dudas, pero en estos momentos el panorama no está claro.

Los hay con niños que aún no están en edad de quedarse solos para los que el teletrabajo es una opción, o que tienen cuidadores o abuelos dispuestos a bregar con niños. Sobre todo esa última opción, que es la que ha propiciado muchos comentarios del más puro humor negro español. No parece que la mejor solución sea unir niños potenciales aspersores del coronavirus, con las personas a las que más y peor afecta.

El teletrabajo es ciencia ficción para muchos otros. Ya sea porque ser productivo con niños pequeños en casa es un reto complejo o directamente porque su labor no lo permite. En la mesa había una madre, científica, que explicaba como sus cultivos celulares del laboratorio no casan con eso de trabajar en casa. “A ver si con situaciones así al menos entienden la necesidad de financiar la ciencia”, comentaba.

“Una clienta me está recomendando a su hija como canguro, que está sin trabajo, le encantan los niños y jugar con ellos y hacerles pintacaras, para mí o para quien la necesite”, comentó en alto otro padre. Hay quien ve rápido la oportunidad de trabajo o negocio. Me pregunto si los campamentos de todo tipo que afloran en verano se reactivarán de cara a esta quincena de vacaciones escolares inesperadas. No parece que tengan mucho sentido como alternativa saludable.

Unos pocos padres tendrán la suerte de poder llevarse a sus hijos a sus trabajos, pensaba yo mirando a los trabajadores de ese centro de escalada en los que se celebran cumpleaños infantiles. Tampoco es la situación ideal. “Las mías tienen solo dos años, no pueden estar por aquí, que se me matan”, me explicaba luego la chica que me cobró el cumpleaños.

Está la opción de pedir licencias en el trabajo, sin cobrar por supuesto con todo lo que implica; o gastar días de vacaciones. Pero a ver entonces como se organiza uno en verano, aunque en esas fechas siempre hay campamentos.

Los hay también que se están organizando al modo de una tribu con amigos o familia que también tienen hijos, creando una suerte de miniguarderias en los que primos o amigos comparten espacio y cuidadores.

Me temo además que habrá niños aún pequeños, aún poco preparados para estar una jornada entera sin supervisión adulta, que se quedarán al cuidado de hermanos poco más mayores o directamente solos en casa. “Ya tienes diez años, no habrás la puerta a nadie, quédate leyendo o jugando y llámame si necesitas cualquier cosa”, les dirán sus padres cruzando los dedos para que no pase nada.

La tarde del lunes y todo el martes va a ser de encajes, de llamadas, de favores, de peticiones, de problemas para conciliar, para llegar a todo.

Como bien comentan muchos en redes, problemas que están sobre todo en el tejado de las madres. No es mal momento para plantear un verdadero ejercicio de corresponsabilidad siempre que resulte posible.

Y luego está el hecho de qué pasará con esos quince días sin clases. ¿Se intentará recuperar luego? ¿Habrá este martes centros mandando tareas a toda prisa para estas dos semanas no lectivas? ¿Se asumirá que no se va a impartir parte del temario?.

“Dicen a los centros que apuesten por la formación online”, dijo una de las madres del cumple. Y ese fue el mejor chiste de la noche. ¿Cuántos colegios están bien preparados para algo así?

Aunque no nos engañemos, para los padres de niños pequeños la gran preocupación no va a ser la pérdida de temario, sino qué hacer con ellos dos semanas seguidas. Sobre todo cuando una mayoría no ha interiorizado que esto del coronavirus sea para tanto: “si la gripe mata más gente”, “no entiendo la alarma que se está creando”, “a los políticos se les está yendo la pinza”.

Pero todo eso da igual. El miércoles no habrá colegios por dos semanas. ¿Qué hacemos con nuestros niños?

 

GTRES