Juan Fueyo: «Hay que evitar que aparezcan más Oppenheimers»

El científico y escritor Juan Fueyo (CEDIDA)

«Ambición, poder, sexo y bombas atómicas ¿Qué más se puede pedir?», explica el neurólogo español afincado en los EE UU cuando habla de su debut en ficción, El hombre que pudo destruir al mundo (Ediciones B, 2022). Una novela que, en clave de thriller histórico, se adentra en la vida Robert Oppenheimer, padre de la bomba atómica. Ha tenido ojo y ha sabido ver la ocasión Fueyo, que ya había publicado ensayos de divulgación científico, a la hora de debutar en la novela y el personaje elegido que, suponemos, Hollywood pondrá de moda en unos meses con el estreno de Oppenheimer de Christopher Nolan.

Mientras tanto, este escritor llegado del lado de la ciencia, propone una reveladora visión de aquel científico. «El concepto general sobre Oppenheimer está muy, muy lejos de la realidad», asegura.

¿Un científico puede entender mejor el alma de otro que un profano? ¿Eso pasa entre usted y su Oppenheimer?

Sí, o al menos creo que debería ser así. Entiendo el mecanismo de su mente y la lógica del abordaje de los diferentes problemas técnicos y de organización de equipos de científicos con los que se encuentra. «Escribe de lo que sabes», es el dictum de los escritores que han triunfado. Y por eso escribo novelas de ciencia cuyos personajes son científicos que se desenvuelven en laboratorios y universidades. Ese es mi medio ambiente: laboratorios, genios, ideas, discusión, sorpresas. También sé cómo de peculiares son los científicos, o al menos algunos de ellos y me es fácil plasmarlo en una novela. Porque en El hombre que pudo destruir el mundo hay muchos genios que se parecen a Premios Nobel que he conocido en persona, varios dandis, como algún que otro profesor con el que me ha tratado y me sigo tratando, y algún que otro espía… Y también en eso tengo algo de experiencia por haber conocido científicos extranjeros en los Estados Unidos que espiaban para sus gobiernos.

¿Qué le llamó la atención de este personaje para trasladarlo a una novela?

Oppenhemier es fascinante. Un tipo con mucha clase, al que le gusta vivir muy bien, que conduce un coche deportivo último modelo, un políglota que lee a Baudelaire, que tiene en su casa un Van Gogh. ¡Y todo eso es real! Y a ello se añade en la ficción que es un hombre que busca la amistad, pero que no está preparado para aceptar el fracaso de los demás, y que busca el amor, pero solo encuentra sexo, eso si tan sofisticado como él mismo. Y luego está la física nuclear y Hitler en el trasfondo. Ambición, poder, sexo y bombas atómicas ¿Qué más se puede pedir?

Y ¿por qué usar una ficción y no un ensayo divulgativo?

En este caso hay preguntas que las biografías pueden formular, pero no pueden contestar. Y sin embargo, se pueden debatir con sinceridad en clave de novela. Hay quien considera la novela más honesta que la biografía por eso mismo: porque el bisturí corta más profundo al personaje hasta descubrir por completo su anatomía ¿Quién era en realidad Oppenheimer? Esa pregunta, yo creo, se contesta mejor con una novela, porque su vida, sus opciones y sus decisiones fueron muy complejas, con demasiados ángulos. ¡Por eso hay tantas biografías y ensayos sobre él! Nadie ha encontrado todavía su ‘alma’. Aún no se ha escrito la biografía definitiva. El cemento de la Historia está todavía muy blando. En esta novela Oppenheimer se desnuda ante nosotros como nunca lo había hecho antes y así podemos entenderle de una manera más definitiva. La clave de novela da mucha libertad, pero también permite profundizar mucho más en aspectos clave sobre los que se encuentran solo retazos, y a veces diferentes, en las biografías, como por ejemplo los aspectos psicológicos, los análisis de personalidad, las creencias y los mitos que justifican sus acciones. La clave de thriller permite también hacer que la historia sea mucho más interesante que una biografía a palo seco. Porque en la novela cuando el lector está a punto de aburrirse puede entrar un tipo con una pistola y liarse a tiros o abrazar a quien menos te esperas o traicionar al amigo más fiel o desvelar un secreto sobre su pasado que nos explica de golpe el comportamiento que hemos seguido durante las diez o veinte páginas anteriores. Ah, la novela, ¡Da tanto de sí! En la biografía esas nos ocurren u ocurren a destiempo.

De Los Alamos National Laboratory – Charles Thorpe and Steven Shapin, «Who was J. Robert Oppenheimer? Charisma and Complex Organization,» Social Studies of Science, 30:4 (Aug 2000), 545-590. Primary source for the photograph: Los Alamos National Laboratory., Attribution, Enlace

Le he escuchado describir a su protagonista como un dandy…

Cierto. El Oppenhemier personaje se puede encuadrar en la estética del dandismo, donde cabrían no solo Oscar Wilde y Lord Byron o, en nuestra casa, Larra sino también Dalí y Fleming y Marañón. Un tipo al que solo le interesa lo más grande, lo más difícil, lo que nadie ha hecho antes, pero que si pone a hacerlo nunca lo haría sin clase. Para el dandy es tan importante cómo se hace, o mejor dicho hacerlo con estilo, que hacerlo. De ese dandismo proviene el carisma de los dos, el Oppehemeimer real y el carácter de la novela. Las mejores mentes le siguen al desierto porque admiran su cosmopolitismo, su manera de comportarse, su modo de ver las cosas, su elegancia en los gestos, tanto físicos como intelectuales, y creen a ciegas en su visión. Había científicos que caminaban como él, que se peinaban como él, que trataban de tener su mismo coche. La portada de la mejor revista de física en una ocasión sólo puso una foto de su sombrero. Y no hacía falta nada más: todos sabían que allí encontrarían un artículo de Oppenheimer: ¡tal era el poder de su imagen! Y el dandismo no se nota solamente en el campo de la ciencia, Oppenheimer era admirado por artistas y por políticos, que ven en él a un líder. Incluso los militares se ven seducidos por su savoir faire.

Tras escribir esta novela, ¿ha cambiado su forma de ver a Oppenheimer?

La documentación que realicé para escribirla fue tan intensa que ya tenía una idea clara de la persona y del personaje antes de sentarme a escribir. El concepto que tenía y que tengo de Oppenheimer no ha cambiado, pero sí que creo que muchos lectores cambiarán su modo de pensar sobre él cuando lean la novela. Espero que muchos se sorprendan. Incluso que se queden con boca abierta y que digan aquello de ¡No puede ser! Para luego concluir: ¡increíble, cómo es que no me lo habían contado antes! Esa es la intención. Porque el concepto general sobre Oppenheimer está muy, muy lejos de la realidad.

¿Cómo debemos valorar a este personaje en el siglo XXI?

Hay que evitar que aparezcan más Oppenheimers. Aunque eso es fácil decirlo cuando no nos enfrentamos directamente a ningún Hitler. El nazismo justificó las acciones de Oppeheimer, al menos parcialmente. Pero él nos ha dejado un mundo mucho más inseguro, donde un loco que se haga con el poder puede poner en peligro a toda la humanidad. Ya veremos que pasa con Ucrania, y con Irán, y si crecen los enfrentamientos entre India y Pakistán, dos potencias nucleares, o si Corea del Norte se decide finalmente a dar el primer paso. Oppeneheimer falleció, pero nos dejó un legado terrible. No, no sería bueno que apareciesen más hombres de ciencia como él. Genios o no.

Normalmente, la ciencia no suele protagonizar demasiadas novelas y menos históricas, ¿es otra barrera entre ciencias y letras que hay que derribar?

Las barreras están para derribarlas. Siendo neurólogo escucho siempre con una sonrisa aquello del cerebro bicameral que justificaría ciencias y letras. La verdad es que el cerebro funciona como un todo y que hay una sola cultura. La ciencia sin humanismo, sin influencias morales y éticas (y a veces incluso religiosas) se convierte en un instrumento extraordinariamente peligroso. No hay ciencia sin conciencia. Y sí el arte, la literatura en mi caso (pero el cine, la música o la pintura, por ejemplo, para otros) es fundamental para entender la medicina (y yo soy más médico que nada) y la ciencia. Lo dicho: una sola cultura. ¡Eliminemos barreras y fronteras!

Esta novela muestra también el lado oscuro de la ciencia, las consecuencias de lo que se crea, de la genialidad…

Sí. Hay un concepto fundamental: no todo lo que puede hacerse, debe hacerse. Lo que no es bueno para la humanidad no debería siquiera intentarse. Y luego, usted tiene esa profundidad de miras, está ese tema tan cierto: lo cerca que se encuentran la genialidad y la locura. Y cuando la locura es malévola, lo que ocurre en ocasiones, lo peor que puede pasar es que ese loco sea un científico que busca construir armas que pueden destruir el mundo. Me interesó mucho ver cómo la inteligencia en estado puro puede sentirse ofendida por el mundo. Cómo un científico enajenado puede buscar una revancha contra un mundo que, según él, nunca reconoció su genio. Pero en la novela hay genios que son muy buenas personas, con altos valores éticos, que han dado lugar a la energía nuclear con fines pacíficos y a la radioterapia del cáncer. Yo diría que los buenos son la mayoría. Es el contraste entre esos genios y Oppenheimer lo que mueve la novela, el conflicto y el misterio hacia adelante. La sombra del mal es el motor, el eje de la intriga.

Usted había escrito ensayo, trabaja como investigador… ¿Por qué adentrarse en los terrenos de la novela?

Un nuevo reto. Y ¿qué es la vida sin retos? He escrito cientos de artículos científicos, publicado cientos de artículos de opinión en la prensa y éste es mi quinto libro. Como a Sabina a mí cada mañana también me gusta resucitar, reinventarme. La fórmula de novela ha aportado sal a las teclas del ordenador, ha puesto pimienta en mi manera de ver la ciencia. Y también me ha quitado la red que tengo cuando escribo ensayos sobre ciencia. En El hombre que pudo destruir el mundo me sentía en caída libre. Eso ayudó mucho a crear suspense en la novela porque cómo yo no sabía que pasaría en la página siguiente creo que el lector tampoco podrá adivinarlo fácilmente, y así construimos un juego al que jugamos los dos. Y lo he encontrado más divertido y más emocionante que el resto de mis libros.

En estos días hemos visto un nuevo tráiler de Oppenheimer, la nueva película de Christopher Nolan, y que trata la misma historia que su novela, ¿qué espera de esta película? ¿qué impresión le da?

Un director increíble y un actor de primera clase, será un espectáculo, estoy convencido de ello. Espero que no caiga en el victimismo y la dichosa caza de brujas y cómo Oppenheimer era un trozo de pan, pero la sociedad americana era muy injusta y todos esos clichés. Espero que el director sea valiente y se atreva a mostrarnos al monstruo que vivía dentro del dandy, a la bella y la bestia. Y espero que pase otra cosa. Voy a repetir aquí un chiste que le contó Hitchcock a Truffaut, o viceversa: una vez dos cabras se encontraron en el monte un rollo de película y comenzaron a comerla a la vez. Cuando terminaron, una cabra le pregunta a la otra: «¿te gustó?» Y la otra cabra responde: «Me gustó más la novela». Ahí dejo el reto para los espectadores y los lectores. Ojalá que disfruten de las dos versiones. Porque al final se trata de eso: de disfrutar.

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