Novela histórica y ciencia

Fotograma de la película Ágora, sobre Hipatia de Alejandría.

Magdalena Albero, es profesora titular en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona. ganó la segunda edición del premio del Certamen Internacional de Novela Histórica Ciudad de Úbeda con su debut Los caminos del mar (Roca Editorial, 2014) y este año 2018 ha publicado su novela La corte de las estrellas (Stonberg Editorial), que gira en torno a la fascinante Praga de Rodolfo II de Habsburgo. En el siguiente artículo, la escritora reflexiona sobre la relación entre novela histórica e historia de la ciencia y las oportunidades que ofrece, un tema que ella ha tratado de forma recurrente en sus novelas.

[ENTREVISTA MAGDALENA ALBERO: “La ciencia es la gran olvidada de la ficción histórica” ]


Novela histórica y ciencia

Magdalena Albero Andrés | Profesora y escritora | @AlberoAnd1

Cuando empecé a escribir novela histórica opté, de manera inconsciente, por hablar de ciencia.  En Los caminos del mar, presento los avances que experimentó la medicina en el siglo III a.C., con la creación de la Escuela de Medicina en la Biblioteca de Alejandría.  En La corte de las estrellas, hablo del progreso de la astronomía a principios del siglo XVII en Praga.  En ambos casos ese paso de la superstición a la observación sistemática fue posible gracias a la labor de mecenazgo de dos gobernantes atípicos, que no se preocuparon en ampliar el territorio que dominaban y buscaron el poder a partir del conocimiento.  Mantuvieron la estabilidad necesaria y optaron por la paz cuando otros a su alrededor se afanaban por ampliar su poder político luchando entre ellos.  En el caso de la Escuela de Alejandría, al rey Ptolomeo I.  En el caso de Praga, al emperador Rodolfo II de Habsburgo.  Hasta hace muy poco no me había preguntado por qué la ciencia está presente en mis dos novelas.   Creo que la razón es que, al igual que otras temáticas dentro de la novela histórica, aúna historia, literatura y divulgación.

La pregunta habitual que guía una novela histórica sobre ciencia es quién, cómo, por qué y en qué circunstancias se plantea repensar aquello que ya se cree conocer, hacerse nuevas preguntas.  ¿Se puede entender el funcionamiento del cuerpo humano sin hacer disecciones? ¿Es la tierra el centro del universo? La respuesta a esas preguntas llevó inevitablemente al conflicto entre religión y ciencia.  Volviendo a mis dos novelas, en la primera se observa que egipcios y griegos, aunque por distintos motivos, prohibían que se hurgara en los cuerpos de los difuntos, a excepción de la momificación que practicaban los egipcios.  En la segunda vemos como ni protestantes ni católicos aceptaban que la tierra no fuera el centro del universo; preferían las explicaciones que daban poder a Dios y negaban a los hombres la capacidad de estudiar y comprender la naturaleza y llegar a conclusiones distintas a las defendidas por la iglesia.  Son sólo dos ejemplos de cómo la historia de la ciencia aporta los elementos necesarios para hacer buenas novelas. Es prolífica en conflictos de partida, personajes complejos, intriga, sentimientos universales y atemporales y elementos que nos remiten a situaciones que se están viviendo en la actualidad. Veamos cada uno de estos aspectos.

En relación con el conflicto podemos observar que los avances científicos suelen provocar una alteración en el orden establecido, un cambio ante el cual quienes tienen el poder reaccionan a menudo con violencia.  ¿Cuántas veces quienes han avanzado en el conocimiento han sido castigados porque con esos nuevos descubrimientos se cuestionaba la ideología dominante? Es un conflicto que se repite a lo largo de la historia.  Todas las novelas, históricas o no, requieren que haya un conflicto de partida, algo que ponga al protagonista en dificultades, que irá sorteando y resolviendo a lo largo de la novela.  El conflicto entre religión y ciencia está en la base de muchas narraciones que hablan de científicos, pero no es el único.  Tenemos también el conflicto personal, el que muestra a alguien diferente a quienes le rodean, incomprendido, acusado, que debe luchar para probar que tiene razón, que se enfrenta a grandes peligros, de los que no siempre sale airoso.  La novela histórica ayuda a entender que su paso por la historia no ha sido en vano.  Miguel Servet o Giordano Bruno, por ejemplo, han sido y serán protagonistas de novelas históricas, aunque el suyo no sea un final feliz.  Las novelas pueden dar a conocer su tiempo, su lucha y su legado.

Fotograma de la película ‘Una mente maravillosa’

Y si lo que queremos es ofrecer personajes complejos, las novelas sobre ciencia y científicos dan muchas posibilidades para el desarrollo de personajes que se sienten inseguros en un mundo que no los entiende, y al mismo tiempo convencidos de que deben seguir adelante.  Esa contradicción es una buena base literaria.  También es un gran argumento de novela el ataque al que fueron sometidos científicos no sólo por sus ideas y descubrimientos sino por sus características personales.  Por ejemplo, Alan Turin, el creador de las bases de computación de la que todos los ordenadores actuales son herederos fue duramente atacado a causa de su homosexualidad, hasta que acabó suicidándose. Las novelas pueden hablar también de científicos que deben enfrentarse a problemas de salud, como John Forbes Nass, gran matemático, cuya vida recrea la novela de Sylvia Nasar Una mente maravillosa.  De otros que perdieron la salud por avanzar en el conocimiento como Marie Curie.  O de mujeres científicas a quienes nunca se les reconoció sus aportaciones, como María Winkelmann-Kirch que en el siglo XVII descubrió el cometa C/1702-H1.  O Henrietta Swan Leavitt, quien en el siglo XIX estableció un método para medir las grandes distancias del universo. Sin sus aportaciones Edwin Hubble no habría podido probar la expansión del universo.  Creo que la vida, la época en que vivieron y la lucha de cualquiera de los científicos aquí nombrados, y de muchos más, puede dar elementos suficientes para trabajar también la intriga, ese otro elemento esencial en toda novela. Ese querer saber cómo solucionará el personaje sus problemas, que mantiene el interés del lector hasta terminar el libro.

La novela histórica es un viaje al pasado para entender el presente, y la lucha de la ciencia por comprender nuestro entorno y mejorarlo es un tema de actualidad.  ¿Con qué dificultades se encuentran quienes muestran los efectos del cambio climático y cómo van a conseguir que los políticos hagan caso de sus advertencias? ¿Qué dilemas morales presentan avances científicos como la clonación y cómo pueden solventarse? ¿Qué ocurre con los científicos que, todavía hoy, se ven obligados a abandonar sus países de origen para poder trabajar en condiciones que les permitan avanzar en el conocimiento?  La ciencia no suele ser noticia en los medios de comunicación tradicionales ni en las redes sociales.  Tampoco es un tema habitual en las novelas históricas.  Por algún motivo muchos novelistas, editores y libreros tienden a pensar que sólo se puede hablar sobre ciencia a través del ensayo, o de las biografías de los grandes científicos.  ¿Por qué no hacerlo también utilizando la ficción histórica como vehículo para llegar a más lectores?  Al fin y al cabo, cualquier descubrimiento científico parte de esa necesidad humana de hacernos preguntas. Pero sólo unos cuantos van más allá, observan de manera sistemática la realidad y encuentran respuestas nuevas, que a menudo se contradicen con las que ya se han asumido como verdad.  Y esos pocos pueden ser protagonistas de buenas historias, que nos ayuden a entender los grandes avances no sólo en el estudio de la realidad física sino también en la comprensión de quiénes somos, cómo somos y cómo nos organizamos. No olvidemos que en la antigüedad clásica y en el Renacimiento italiano, disciplinas que ahora estudiamos de forma separada, como la filosofía, la medicina y el arte, estaban unidas. Recordemos que Aristóteles era médico a la vez que filósofo y Leonardo da Vinci no sólo pintaba, sino que hacía disecciones, estudiaba el movimiento de los pájaros o inventaba máquinas, entre otras muchas cosas.

Creo que escribir sobre ciencia y científicos ayuda a dar a conocer la importancia del pensamiento en la evolución humana y las dificultades que tuvieron quienes se atrevieron a ir más allá en sus preguntas y observaciones y nos hicieron la vida más fácil a todos. La novela histórica puede mostrar de una manera entretenida y atractiva el momento, el lugar y las personas que hicieron posibles distintos avances, porque lo hace contándonos una historia, con personajes que podemos llegar a entender porque compartimos con ellos muchas de nuestras emociones, que son universales y atemporales.  Aprendemos de ellos y de sus descubrimientos porque la novela nos invita a seguirlos en su peripecia vital.  Nos muestra sus aportaciones sin aburrirnos con explicaciones extensas, pero dándonos las herramientas necesarias para despertar nuestra curiosidad y ampliarlas por nosotros mismos si ese es nuestro deseo.

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