El valle de los Neandertales, por Antonio Pérez Henares

Pinilla del Valle (Cedida por el autor)

Antonio Pérez Henares, conocido periodista y escritor de novelas, ha cultivado con éxito varias obras ambientadas en la Edad Media y la Prehistoria. Su última novela La canción del Bisonte (Ediciones B, 2018) nos adentra en la época en la que convivieron neandertales y cromañones. Pérez Henares se suma a nuestras postales de Vacaciones en la Historia con esta estampa del yacimiento del Valle de los Neandertales, en Pinilla del Valle (Madrid).

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El Valle de los Neandertales

El yacimiento que está destinado a ser, lo es ya, uno de los más importantes del mundo en lo que a descifrar a la otra especie humana que en la tierra ha existido, los neandertales, está a un paso del mismísimo Madrid. En el Alto Lozoya, en de Pinilla del Valle, se halla lo que Juan Luis Arsuaga, coodirector de las excavaciones junto con Enrique Baquedano, llama el Sangri-La de la especie pérdida. Ese lugar oculto, ese último refugio, ese Valle Escondido, feraz en animales y plantas, recorrido por el río que le da vida, que dio cobijo a quienes nos precedieron  y algunos de cuyos genes aún perviven en nosotros. Ese 2-3% suyo en nuestra impronta genética, debida a la hibridación, que personalmente me consuela pues en su desaparición nuestra especie tuvo, desde luego, mucho y conociéndonos, violento, que ver.

El Valle de los Neandertales dista unos 60 km de Madrid. Lozoya arriba se alcanza la población de Pinilla y allí los indicadores conducen hasta el yacimiento. Este se concreta en el sopié de una amplia y plana plataforma rocosa, desde la que se domina todo el entorno y en cuyas laderas se abren los refugios y las cuevas. Allí vivieron y dejaron lo que hoy está dando las claves para demostrar que eran un seres tan plena y fieramente humanos como nosotros, que poseían una mente simbólica bien desarrolla, que tenían lenguaje, que conocían las plantas medicinales, que poseedores del humano don de la compasión, cuidaban de los miembros del clan inválidos o enfermos, que se hacían las grandes preguntas que siempre se ha hecho el hombre desde que descubrió su propia mortalidad, que enterraban a sus muertos, que celebraban ritos y hacían ofrendas al más allá. Todo eso está allí, mucho se ha descubierto pero mucho más queda por descubrir.

Antonio Pérez Henares con Juan Luis Arsuaga, coodirector del yacimiento.

Son un total de cinco los lugares donde por ahora se está excavando. Algunos son cubiles de hienas que han permitido conocer la fauna de aquel lugar, cuyos restos acabaron en la cueva de los carroñeros. De algunos fueron ahuyentadas por los neandertales que ocuparon su lugar y utilizaron  también otros lugares que son ahora donde se centran las investigaciones. El gran abrigo central donde están los diferentes estratos, fuegos y restos continuados del clan en su vida cotidiana y, lo último y trascendental, la galería que han bautizado como la Des-Cubierta, jugando con que su techumbre se hundió. En secreto, que poco a poco y según va ratificándose científicamente, desvelan, me contaron su enorme significado. Aquello no había sido habitacional. Era un santuario. Con toda lo que ello supone: la plena humanidad neandertal.

En la Des-Cubierta se alinean tres decenas, al menos, de fuegos rituales, encendidos con esa intención y sobre los cuales reposan ofrendas. Aquellas gentes depositaron sobre los túmulos cuernas de uro, de bisonte y de ciervo y cuernos de rinoceronte. Todos herbívoros. No hay carnívoros allí. Pero aún se ha producido un hallazgo mucho más excepcional. Algunos restos y la mandíbula de una niña de tres años en una especie de hornacina de piedra. Una niña pelirroja, de piel clara, de un metro de altura cuya muerte, sin duda, llenó de dolor y consternación al clan, la escasa fertilidad y las muertes en el parto pudieron ser otra de las causas de su declive, que quiso rendir recuerdo dándole aquel trato singular. Sobre su tumba se colocó un cuerno de rinoceronte.

Ese es el Valle de los Neandertales, en mi novela La Canción del Bisonte, el de los Primeros Hombres, flanqueado y rodeado por completo de montañas, el Sistema Central, presidido por Peñalara, cuya punta es lo que emerge al frente mirar desde el refugio neandertal, y por el otro lado la algo menos alta Sierra de Hontanares, de Fontanares, por su numerosos manantiales y fuentes. Recorriendo transversalmente todo el territorio, el río Lozoya, que busca la salida entre las dos cordilleras. Es donde he querido recrear la existencia de Nublo y de la Jara, de la Callada y del Mellado, de los hermanos El Mayor y el Menor, jefes del clan y del clan mismo que miraba como yo miré al paso de Navafría con la aprensión de que por allí, desde el Norte, vinieran los Oscuros, o sea nosotros, los Cromañones, los terribles negros, porque aún no habíamos decolorado, recién llegados, a asaltar su último refugio. Su Sangri-La.

Vacaciones en la Historia: postales desde el pasado.

2 comentarios

  1. Dice ser MANFREDDO

    ¿Eran los neandertales iguales a nosotros?
    https://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/102011413#h=9

    26 julio 2018 | 02:36

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