El Nueva York español de los años 30, por María Dueñas

Vista del Skyline de Nueva York en 1936. (GOBIERNO DE EE UU / DOMINIO PÚBLICO)

María Dueñas, la exitosa autora de El tiempo entre costuras, ha regresado este 2018 con su novela Las hijas del capitán (Planeta). Una novela que se adentra en la colonia de inmigrantes españoles que residían en el Nueva York de los años 30. No había una autora más indicada para unirse a las Vacaciones en la Historia que hemos organizado en 20minutos para enviarnos una postal desde aquel lugar y tiempo…

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El Nueva York español de los años 30

Al inicio de los años 30 del siglo XX residían en Nueva York más de tres decenas de miles de inmigrantes españoles que faenaban como camareros, estibadores, fogoneros, tabaqueros y albañiles, porteros de edificios, conductores, obreros industriales, paleadores de carbón… Habían abandonado un país atrasado y empobrecido con la intención de trabajar de sol a sol, ahorrar lo posible y, con el tiempo, volver. Inicialmente partieron los hombres solos, a menudo les siguieron las mujeres; sus hogares los establecieron en modestos apartamentos siempre abiertos a compatriotas. De su variada procedencia dan testimonio las numerosas organizaciones regionales de la época: Centro Asturiano, Centro Vasco Americano, Casa de Galicia, Círculo Valenciano, Centro Andaluz, Círculo Balear, Círculo Aragonés, Centro Montañés… Muchos se hicieron además miembros de alguna de las tres grandes sociedades españolas de beneficencia que por entonces funcionaban y que posteriormente se aglutinarían en una única, La Nacional. Heroica frente a los embates del tiempo, todavía pervive en el 239 de la calle 14 como un entrañable centro de reunión para los expatriados españoles, más ahora con su nuevo restaurante recién abierto.

En esta calle 14, en el tramo comprendido entre la Séptima y la Octava avenida, se situó durante décadas el epicentro de la colonia española. Chris Tortosa recuerda: “para nosotros era como la Puerta del Sol”. Entre sus negocios hubo numerosas casas de comidas y comercios legendarios como Casa Moneo, donde se compraban turrones, chorizos y jabones de Heno de Pravia; otros establecimientos de la época fueron la perfumería Gómez, la librería Galdós o el Banco de Lago. La iglesia de Guadalupe, donde montones de españoles se casaron y bautizaron a sus hijos, está ya desacralizada pero sigue en pie.

Anuncios, dos de ellos españoles, del Nueva York de la época (cedidos por María Dueñas)

El enclave más antiguo de la colonia, activo desde finales del XIX hasta los años 40, estuvo situado sin embargo más al sur, en el Lower East Side, a orillas del East River y entre los puentes de Brooklyn y Manhattan. En el cercano Pier 8 se encontraban el muelle y los hangares originales de la Compañía Trasatlántica Española, conocida allí como la Spanish Line. Repartidos por Cherry Street y sus calles cercanas se abrieron numerosos hospedajes como La Valenciana o la pensión Garay, las sastrerías Fajardo y La Elegancia, o tiendas de comestibles como La Competidora Española y La Ideal.

Un tercer núcleo de residentes se instaló al sur de la hoy cotizadísima zona de Brooklyn Heights; muchos de ellos eran tabaqueros y gente vinculada a la actividad portuaria de los muelles y astilleros. Cerca, en Park Slope, hubo otro cogollo memorable. De la presencia española en la zona hoy sólo sobrevive un local lleno de gracia y memoria: el célebre Montero’s Bar & Grill en el 73 de Atlantic Avenue, cerca de donde se ubicaron el antiguo teatro Flora, el Ateneo Hispano, la bodega de Paco o el almacén de José A. Pidal.

¿Qué fue de aquella vieja colonia de los primeros años 30 que yo rescato en mi novela Las hijas del Capitán? El final de la Guerra Civil supuso una brecha insalvable: la mayoría de esos inmigrantes eran activos partidarios de la república y, tras su derrota, optaron por asentarse del todo y no retornar. Siguieron trabajando con tesón, prosperaron, se mudaron de barrio y criaron a sus hijos sin dejar nunca de añorar la patria que dejaron atrás. “He visto a hombres grandes como armarios soltar lagrimones al escuchar a Juanito Valderrama cantar El emigrante”, me contó Chris Tortosa con la voz quebrada. Él sí regresó a España tras jubilarse, más de sesenta años después de haber abandonado su pueblo de Almería. Sus padres, sin embargo, quedaron enterrados en la ciudad gigantesca y generosa que los acogió.

Vacaciones en la Historia: postales desde el pasado.

3 comentarios

  1. Dice ser Republicano de izquierdas

    En un reportaje que vi hace poco y que está en Youtube sobre los inmigrantes refugiados nada menos de Libano y Siria en Suecia pues resulta todo lo opuesto, se les da casa, educación gratis, tienen parques y locales de reunión y de ocio y se quejan y están creando muchos problemas a la sociedad sueca que cada vez va a peor y cuando les preguntan cual es el problema dicen que hace frío y no hay sol y eso los pone nerviosos, cía cuervos y ya sabes lo que pasará. A esos españoles nadie les regalo nada y bien agradecidos están al país que los recibió. En Suecia también se han incrementado las violaciones a chicos boys o niños no se como traducirlo por el aumento de inmigrantes de Afganistan me parece que también salía en ese reportaje y bueno en Londres para robarte una bicicleta los inmigrantes usan acido para desfigurarte y una enfermera de 40 años murió al caerle encima ese acido de un hombre que se defendió cuando lo iban a robar. Que bonito que pinta el futuro gracias a la inmigración y la sobrepoblación que es un problema que acabará un día u otro por rebentar en Europa.

    09 julio 2018 | 20:57

  2. Dice ser Sobre mí...

    Pasé diez meses en el vientre de mi madre para saltar a una casa abarrotada de libros… ¿Cómo? Pareces adoptado! No quiero ofenderte pero pensaba que eras adoptado en China o algún lugar parecido.

    10 julio 2018 | 01:06

  3. Muy bueno, un saludo.

    11 julio 2018 | 08:42

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