‘Una columna de fuego’: Ken Follet sigue siendo el rey del ‘best seller’ histórico

Ken Follet, en Sevilla (Penguin Random House Grupo Editorial)

«Lo ahorcamos delante de la catedral de Kingsbridge…» Leer ‘catedral de Kingsbridge’, sin el menor género de dudas, llevará a millones de lectores a pensar en el galés Ken Follet (Cardiff, 1949) y en Los pilares de la tierra. O lo que es lo mismo, en el rey del best seller histórico mundial. Y ¿por qué lo es? Por lo que vuelve a demostrar con su nueva novela, tercera del ciclo de la ficticia ciudad inglesa de la citada catedral, Una columna de fuego (Plaza y Janés, 2017, traducción de ANUVELA).

Si algo siempre he dicho de este autor es que es un escritor honesto. No vende lo que no es ni se da ínfulas que no tiene. «Soy mainstream» aseguraba certero en una reciente entrevista en El País en el que reconocía que su obra no era «intelectual».

Y tiene razón. Así que siguiendo su propia sinceridad, podemos asegurar que sus grandes virtudes son los que algunos señalarán como sus grandes defectos: que es folletinesco (y no es un chiste fácil por su apellido; aunque unos lo digan con connotación peyorativa, yo no lo hago), que es facilón, que simplifica, que sus protagonistas son buenísimos y sus villanos malísimos, que tiene algo de literatura de fórmula… Algunos dicen que es fácil lo que hace, pero no lo es. Tantos autores del mundo que buscan ser calificados como el Ken Follet propio, pero no lo logran pueden asegurarlo.

¿Qué nos ofrece nuevo en Una columna de fuego? Una narración fácil, llena de eventos, en la que no paran de ocurrir cosas (venganzas, intrigas, batallas, amoríos, sexo) y llena de dramatismo que lleva al lector en volandas a lo largo de sus 935 páginas. Lo que los anglosajones llaman un pageturner. Tan fácil. Tan difícil.

Follet nos traslada al siglo XVI y condiciona la historia de Ned Willard, principal protagonista de esta obra coral y futuro espía de la reina Isabel I de Inglaterra, al conflicto entre católicos (los malos, en esta historia) y los protestantes (los buenos), la guerra de religiones. El galés simplifica la historia hasta hacerla un tanto maniquea, pero tanto su contextualización como su representación resultan eficaces, sin necesidad de recurrir a los extensos didactismos a los que son tan aficionados otros autores de éxito del género histórico (lo que algunos llaman infodumping).

Quizá el gran logro (para algunos defecto) de Follet en torno a lo histórico sea su aproximación la historia con los ojos del siglo XXI. El lector viaja con él al siglo XVI de manera efectiva, pero sin dejar de estar en su tiempo. Es ficción histórica, por tanto, para los lectores del mundo de los EE UU de Trump, del ISIS, de la crisis de refugiados con su nada sutil mensaje sobre tolerancia religiosa.

El propio narrador (que en la parte, por ejemplo, de Sevilla hace una comparación entre la similitud de fundamentalistas católicos y protestantes, ciertamente moderna) o sus héroes (tolerantes, abiertos, inteligentes,que evitan en lo posible la violencia, héroes para el lector actual) son las gafas que mantienen el anclaje al tiempo presente en este viaje al pasado. Sus villanos (en este caso Pierre), en cambio, concuerdan bien con el fanatismo de la época, son machistas, crueles y tienen gustos sexuales algo turbios, algo que es marca de la casa Follet. Los personajes ‘folletianos’ son casi herramientas, que funcionan eso sí a la perfección, y que, casi, casi podrían ser intercambiables de una novela a otra.

Por cierto, aunque Follet simplifique y no arriesgue demasiado en lo histórico no hay que desdeñar la labor de documentación histórica. Si os pica la curiosidad, hojead los agradecimientos finales y fijaos en los historiadores que cita como sus asesores: Geoffrey Parker, Robert Hutchinson, Mercedes García Arenal…

Así que en ese espacio nos esperan aventuras y pasiones continuas y una cascada de lugares y hechos históricos: Londres, Escocia, París, Sevilla, la Española, Flandes, por un lado; y el ascenso de Isabel I al trono, la historia de María Estuardo, la matanza de San Bartolomé (¡cómo no pensar en La reina Margot! Más viendo en Follet a una especie de Dumas del siglo XX), la derrota de la Armada Invencible o incluso la Conspiración de la Pólvora. Como lector, me sorprende que siendo una novela donde el eje es lo inglés, lo más logrado e interesante sea la parte relacionada con la corte francesa.

Una columna de fuego no es la mejor novela de Ken Follet, pero sí es otra de sus novelas de oficio innegable, que buscan y logran entretener al gran público. Que arrasará, que muchos disfrutarán y muchos también criticarán. Con razones y sin ellas. Para mí Follet es uno de los autores mal llamados comerciales o best seller mejores y uno de los más honestos. Y habría que reflexionar sobre cuántos miles de personas se interesaron por la Edad Media y el gótico o por la historia del siglo XX gracias a él.

Sin deslumbrar, Follet demuestra que sigue siendo el rey de la novela histórica mainstream.

Y a vosotros, ¿qué os ha parecido?

¡Buenas lecturas!

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1 comentario

  1. Dice ser Caradoc

    De todos los títulos que salían este año en el mundo anglosajón y que trataban el siglo XVI este era de los que menos me interesaban, pero claro, en el negocio editorial el nombre pesa mucho, y el de Follet pesa un quintal. Ojalá hubiese más traducciones de las obras de Sharon Kay Penman, Susan Higginbotham, Elizabeth Freemantle… Por no hablar de ciertos títulos de no-ficción que se leen como novelas pero son muy instructivos e interesantes. Me da algo de pereza el libro por el grosor y porque se dice que Follet se apoya demasiado en la Leyenda Negra, cosa que no me suele gustar (y ojo, lo dice alguien a quien le gusta infinítamente más Isabel Tudor que Felipe II).

    28 septiembre 2017 | 18:36

Los comentarios están cerrados.