La espía que surgió del Miño: los Garbo, los espías españoles que engañaron a Hitler

El estornudo de la mariposa
Una de las figuras españolas relacionadas con la Segunda Guerra Mundial es la del espía Juan Pujol, conocido como Garbo. Aunque su papel en las campañas de desinformación que ayudaron al éxito del Desembarco de Normandía han sido conocidas (y reconocidas) de un modo muy tardío, lo que no teníamos tan en mente era el papel desempeñado por su esposa Araceli, que se está descubriendo en los últimos años.

Una de las personas que mejor conoce esta historia es el periodista y escritor gallego José de Cora que hace unos años rescato el papel de Araceli en el documental Hitler, Garbo… y Araceli y ahora narra la peripecia vital de este matrimonio de espías infrecuentes en la novela El estornudo de la mariposa (Edhasa, 2016). El autor se acerca a XX Siglos para bosquejarnos las vidas de estos espías, tirando, esta vez, más del lado de Araceli…

 


La espía que surgió del Miño

Por José de Cora, escritor y periodista (@JosedeCora)

Donde le haya pillado la Parca, el último acto de Hitler en esta tierra fue escupir sobre el nombre de Juan Pujol, no solo por interponerse en su camino, sino por ser la única persona que logra engañarlo de principio a fin, porque a sus ojos es un insignificante personaje y porque para derrotarlo le bastó con provocar el estornudo de una mariposa. Ése es el reto. Explicar quiénes son estos dos españoles de novela que concitan el odio de Hitler, Juan y Araceli.

Juan Pujol García nace el 14 de febrero de 1912 en Barcelona. Araceli González-Carballo González, el 6 de julio de 1914 en Santa María Magdalena de Coeses, a pocos kilómetros de Lugo. Ambos vivirán la guerra española en circunstancias muy dispares,  pero al final de la misma unirán sus trayectorias durante seis apasionantes años pasados en Burgos, Madrid, Lisboa y Londres.

Lo ocurrido en ese tiempo constituye una aventura tan peculiar e inverosímil, que solo penetrando en ella hasta el fondo, se admite como cierta. La novela trata de suplir las lagunas y hacer comprensible cuanto les ocurre.

Sin saber con exactitud a qué se obligan, optan por ofrecerse a los ingleses para luchar contra Hitler. La negativa de éstos a admitirlos, su afán de aventura, la necesidad de dinero, su cabezonería, las ganas de evitar la posguerra, una habilidad extraordinaria para el fingimiento, así como el miedo a que el nazismo acabe por dominar el mundo, se suman para dar como resultado una actividad que no se puede calificar de espionaje, pues ni Juan ni Araceli jamás han espiado nada.

¿Qué fueron entonces?

La trayectoria de los Pujol se divide en tres etapas bien diferenciadas, como los capítulos de El estornudo de la mariposa (Los Garbo contra Hitler). En la primera solo cabe distinguir dos españoles en expectativa de destino, poco más. Su boda es el preámbulo de la segunda etapa, la más asombrosa, pues tras ser rechazados como colaboradores del bando aliado, confían en que pueden lograrlo si Alemania los cree fieles agentes a su servicio, aunque no conozcan ni un solo dato de interés; y lo más sorprendente, diciéndoles que se encuentran en Londres, cuando en realidad viven en Lisboa. En ésta ejercen de fabulosos farsantes.

Finalmente, cuando Inglaterra los descubre, Juan se convierte en Garbo, un funcionario de los servicios de contraespionaje. La nueva situación es mucho menos romántica que la anterior, pues él es un agente oficial a sueldo y Araceli, un ama de casa tan aburrida y llena de morriña, que presiona con irse de la lengua si no la dejan volver a España.

El primer paso se produce en enero de 1941. Se trata de una entrevista mantenida en la Embajada británica en Madrid, al mando del prestigioso político conservador Samuel Hoare. De acuerdo con los informes del MI5, es Araceli y no Juan quien la lleva a cabo. No les hacen caso.

El sobrino de Araceli y diputado del PSOE en las Cortes constituyentes, Fernando González Vila, considera que “está clara la diferencia entre Juan Pujol y Araceli en cuanto a la iniciativa. Araceli es mucho más decidida que Juan. Juan era muy buena persona, un hombre extraordinario, pero no tenía esa capacidad de energía, de vitalidad, de arranque que tuvo Araceli”.

Dada la negativa inglesa, los Pujol contactan con los servicios secretos alemanes y tras mucho pelear, consiguen que la sección española de espionaje alemán tome en consideración su oferta. El 26 de abril viajan a Lisboa para hacerse con un visado que les haga creer a los alemanes que puede entrar en Inglaterra. Lo logran y los admiten, pero lejos de trasladarse a Londres, fijan su residencia en la capital lusa.

La casualidad y la necesidad hacen que finalmente Inglaterra conozca su caso y lo aproveche para hacer posible la campaña de desinformación que facilitará el desembarco de Normandía.

Desembarco de Normandía (GTRES)

Desembarco de Normandía (GTRES)

Ante una posible venganza alemana, los Pujol adoptan precauciones. Araceli regresa a España el 1 de mayo de 1945, a una semana del fin de la guerra, y Juan vuela un mes más tarde desde Southampton a los EE. UU. El director del FBI, J. Edgar Hoover, quiere conocerlo. En este viaje Pujol mantiene otra entrevista con Allen Dulles, que en poco tiempo será nombrado director de la CIA.

Finalmente reside en Venezuela: “Buscaba un lugar que fuese seguro y cómodo, exento de extremismos nacionalistas, y con un futuro próspero. Quería encontrar un país democrático en el que pudiese establecerme con carácter definitivo”. En Madrid se reúne con Tomás Harris y Desmond Bristow. Su prioridad es saber si los alemanes siguen confiando en él. A tal fin visita a quienes fueron sus contactos; Knappe, en Gerona, y Kuhlenthal, en Ávila. Este último le anuncia que pronto cobrará el dinero que le deben, unas 35.000 ptas. Más tranquilo, regresa a Londres para informar que los alemanes lo siguen considerando fiel. De esa manera termina su relación directa con el MI5 inglés.

El 18 de octubre, cuando Pujol ya está en Caracas, Araceli cobra en Ávila de manos de Kuhlenthal las últimas deudas. El alemán le pregunta si podría pasar una temporada en Lugo acogido en la casa familiar, pero la mujer salva el compromiso con evasivas.

Días más tarde, Araceli y sus dos hijos se reúnen con Pujol en Caracas, donde residirán en una lujosa casa de la avenida de Bolivia, en la Quinta Gerardo de Los Caobos. Con ellos viven también, Salvador, hermano de Araceli, su mujer, Leoni Vila, y sus dos hijos –uno de ellos, el citado diputado socialista–, así como Mercedes García Guijarro, madre de Juan.

No existe ninguna evidencia de que España sepa entonces las actividades de los Pujol. La Dirección General de Seguridad encarga a la Comisaría de Lugo varios informes. En el primero, datado el 30 de abril de 1946, el comisario jefe lucense comunica que el matrimonio carece de antecedentes, que Araceli realiza dos viajes a esta ciudad, y que su marido solo la visita anteriormente en dos ocasiones. El informe añade que la mujer manifiesta disponer de mucho dinero, ya que su hombre en Venezuela “gana lo que quiere con los pozos petrolíferos”. El 11 de octubre, la Comisaría de Lugo remite otro escrito a Madrid en el que señala que “desde hace unos días se encuentra en esta capital la esposa de don Juan Pujol García, doña Araceli González González, de 31 años […] esta señora llama extraordinariamente la atención por sus extravagancias y el género de vida que lleva. Frecuenta las sociedades de recreo procurando alternar con lo más selecto, viste elegantemente y adopta gestos para atraer las miradas de cuantas personas están a su alrededor».

En Venezuela el matrimonio acomete diversas actividades, como son la comercialización de madera y la puesta en marcha de una explotación agrícola para la exportación de fruta, que fracasa afectada por las revueltas sociales de 1948. Durante un tiempo Pujol regenta un puesto de venta de prensa en Maracaibo. También trabajará en la compañía petrolera Shell como profesor de inglés. Luego abre un pequeño comercio en Lagunillas y más adelante, un establecimiento hotelero y un cine en Choroní.

Araceli se traslada a Madrid con Juan y Jorge, que estudiarán internos en el colegio Ramiro de Maeztu. Sir Samuel Hoare publica Ambassadeur en mission spéciale (Ed. Le vent du large, París) donde recuerda sus años en Madrid y su entrevista con Araceli, pero nadie la identifica en España. El primer domicilio de esta nueva etapa madrileña es en Escosura. Después, con ayuda del MI5, alquila un ático en Hermanos Bécquer, 4, frente a la embajada americana y muy cerca de la inglesa.

Araceli trabaja de intérprete y cicerone para las dos embajadas. Así conoce a Eduardo Kreisler, un americano de origen judío que dirige un negocio de artesanía en la calle Barquillo y ostenta representaciones de productoras cinematográficas. Con él acuerda formar una nueva familia.

Por iniciativa de Araceli, abre sus puertas la Galería Kreisler en la calle Serrano de Madrid. La sala llegará a ser una de las referencias clásicas del galerismo madrileño.  En 1971, un periodista venezolano publica un reportaje sobre un importante espía español durante la II Guerra Mundial, que reside en ese país. Pujol lee el trabajo periodístico pero no hace nada por corregir sus errores, como que le llamen Jorge Antonio Pujol. Tanto los tres hijos habidos de Carmen Cilia, como los tres de Araceli crecen sin saber el destacado papel de su padre en la II Gran Guerra.

En su domicilio de Pedro de Valdivia, los Kreisler actúan de manera puntual como anfitriones de americanos en Madrid. Tal fue el caso del comandante supremo de la OTAN, Alexander Haig. El año 1972 John Cecill Masterman publica The Double Cross System in the War, donde expone la importancia de Garbo. Es la primera publicación en la que se alude al trabajo de Araceli y de Juan.

Un año más tarde, la embajada británica advierte a Pujol de la desclasificación de unos papeles en los que aparece identificado y el 10 de octubre de 1988 Juan Pujol muere en Choroní, donde es enterrado. Hoy se puede leer en una de sus posadas: “Aquí estuvo el mayor espía de la historia”. Tres días después Araceli concede una entrevista a El Progreso, en la que habla por primera vez de Pujol, pero niega su relación con los trabajos de espionaje. Araceli muere en 1990, tras sufrir un derrame cerebral cuando se encuentra en el Bingo Canoe de Marid. Hoy sus restos reposan en la Sacramental de San Isidro. En 1992 fallece también Eduardo Kreisler.

*Las negritas son del bloguero y no del autor del texto.

1 comentario

  1. Dice ser Casandra

    Una curiosidad el «mejor espía del mundo» por el 1949 vendió lápices en Venezuela en ‘La casa del regalo’ bajo el nombre de Juan vendía en su tienda: lápices, cuadernos, hojas de papel, tijeras y todos los llamados: utensilios de oficina.

    13 octubre 2016 | 15:33

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