Por Manolo Cabello Salazar
Desde hace tiempo se consiguió por ley obligar a que los dueños de perros recogieran sus excrementos. Un paso hacia la convivencia y el civismo; pero queda ensombrecido todo el trabajo conseguido por la falta de consciencia a la hora de dejar que los animales orinen en cualquier parte de la vía pública, sobre todo en los portales y fachadas de los edificios.
Está claro que no puedes impedir al animal que orine,ni puedes recogerlo como en el caso de los excrementos; pero sí intentar que no lo haga en sitios molestos para otras personas.
Si las personas tuvieran un poco más de civismo y educación, se evitarían problemas innecesarios para otras personas. Al final no habrá más remedio que, como en otros aspectos de la vida, legislar al respecto para evitar la vergonzosa situación que degradada y deteriora la vía pública.
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Por Sergio Fernández
En respuesta a la opinión de Manuel Cabello:
Estoy totalmente de acuerdo con el perjuicio que ocasionan los orines de perros en la ciudad. Cada vez hay más y cada vez menos plazas no enlosetadas y zonas verdes. Además, los orines están más concentrados.
Sin embargo, no estoy de acuerdo con que los dueños no pueden hacer algo al respecto.Hace unas semanas, al salir por la mañana me llevé una muy grata sorpresa con una vecina que tiene dos perros enormes.
Llevaba en la mano una botella de plástico llena de agua, y allí donde sus perros orinaban ella echaba un poco de agua. Eso sí que es civismo. No sé quién es, pero si lée este periódico, quiero desde aquí felicitarla. Si todos los dueños de perros actuaran así, la ciudad luciría mucho mejor. Todo sin entrar en cómo se gestiona la limpieza actualmente.