Ayer os contaba que iba a asistir a una clase magistral de Jaime Rosales sobre dirección cinematográfica (Goya de este año al mejor director por ‘La Soledad’). La charla formaba parte uno de los actos inaugurales de la X Semana del Cortometraje de la Comunidad de Madrid. Tenía mucha curiosidad por saber por qué, para su tercer largometraje, ‘Un tiro en la cabeza’ (sobre el asesinato en Capbreton de dos guardias civiles a manos de ETA) Rosales había optado por un filme mudo, sin diálogos, aun a sabiendas de que esa elección iba a disuadir a muchos espectadores de ir a verla.
Quería saber por qué había elegido la opción más arriesgada, y qué aportaba esa falta de diálogo a su filme y al mensaje que quería transmitir. Me quedé con las ganas de una explicación. Muy amablemente, pero sin posibilidad de réplica, Rosales me contestó que no quería hablar de su tercera película, la cual estaba tratando de manejar con mucha delicadeza.
En fin, habrá que esperar a la época de promoción, cuando los directores se vuelven más locuaces, para volver a preguntarle a Rosales.
En lo que sí se esforzó Rosales fue en intentar explicar cómo veía él el formato del cortometraje, algo que considera más «una herramienta de aprendizaje que una obra en sí misma». Animó a los futuros cineastas a asumir «el máximo riesgo en sus obras» y lograr el equilibrio que, a su juicio, debe tener cualquier buena película: «intensidad emocional, profundidad conceptual y originalidad formal».
En cuanto a los requisitos que debe reunir un buen corto:
– Partir de una situación fácilmente reconocible, porque si se necesita desarrollar la situación para explicarla se consume el poco tiempo del que se dispone.
– Estar resuelto con sencillez
– Tener un tono y un ritmo ligeros.
Teniendo en cuenta que la clase magistral se inscribía, como dije antes, dentro de la X Semana del cortometraje, me chocaron dos afirmaciones de Rosales. Una, que reconociera abiertamente que no es muy aficionado a ver cortos, porque no logran la intensidad emocional ni la profundidad conceptual suficientes como para conmoverlo y otra, que confesara que no cree en el cine a través del móvil. El presentador de la charla, Eduardo Cardoso, mantuvo la mirada fija en la mesa. Quizá miraba el programa, donde figura un flamante taller de distribución de cortometrajes en plataforma móvil.