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-No deberías llevar esa ropa. -¿Por qué? Sólo es una blusa y una falda. -Entonces no deberías llevar ese cuerpo. 'Fuego en el cuerpo', de Lawrence Kasdan

Semana de los Oscar: lo que se pierden los que no llegaron a la final

Debe de ser bonito pasearse estos días por Los Angeles, una ciudad que vive por y el cine. Si habitualmente, me cuentan los que han estado por ahí, la ciudad es una amalgama de talento, ilusión por triunfar, ambición, gente guapa, sucesión de castings y dinero, estos días Los Angeles vive acelerada, preparándose para la gran fiesta, la traca final que es la ceremonia de entrega de premios.

Me cuenta una amiga que el año pasado viajó a Los Angeles con el equipo de una de las películas con más nominaciones a los Oscar, que la ciudad literalmente se «paraliza» el día de la entrega de premios. Una nube de publicistas, agentes de prensa, periodistas, productores, distribuidores y agentes toman la ciudad.

Las distribuidoras que tienen películas nominadas en alguna de las categorías se encargan de organizar y acomodar a sus invitados. Los recogen en las limusinas, les procuran las invitaciones, los hoteles… las entradas a las fiestas. «Hay, me cuenta mi amiga, muchísimos controles de seguridad hasta que llegas al Kodak Theatre, eso sí, la ciudad está completamente despejada, sin tráfico, para asegurarse de que llegas a la cita a la hora«.

Pero no a todos se les espera al mismo tiempo. Los últimos en llegar son las estrellas, los nominados en las categorías principales y a los que todas las cámaras quieren grabar, pero cuatro horas antes han comenzado a desfilar por la alfombra roja del Kodak Theatre el resto de invitados, aquellos de los que rara vez se capta una imagen. Aquí la extravagancia del vestuario está permitida, hay manga ancha.

Después de los nervios, de las alegrías y las decepciones del premio llegan las fiestas, y en especial la fiesta con mayúsculas, la de Vanity Fair, esa que va asociada al eslogan «no eres nadie si no has conseguido invitación para ella». Aunque hay un truco, llegar con alguien que haya logrado una estatuilla. «Todo el mundo, absolutamente todo el mundo, te deja entrar si vas con un Oscar o con alguien que lo tenga. Te paran, te saludan, te felicitan«. Eso sí, las fiestas no son para desparramar, soltar adrenalina y hacer unas charlas con los amigos. «No hay nada fuera del negocio«, me comenta mi amiga. «Todo el mundo sabe quién es quién y se informan de lo que has hecho antes de hablar contigo. Todo tiene una atmósfera muy profesional».

Así que entre copa y copa se habla de planes, disponibilidad de fechas, posibles castings. Los agentes vigilan de cerca a sus pupilos mientras los productores perfilan nuevos proyectos. ¿Qué negocios se cerrarán la noche del 24 de febrero? Los veremos en los cines en dos años, aproximadamente.

4 comentarios

  1. Dice ser Versi

    Hace ya algunos años, cuando era más joven (14), tuve la oportunidad de estar en Los Angeles. No era en época de Oscar sino en verano.Aun así lo que recuerdo es que Hollywood es la zona más cutre y mejor anunciada del mundo entero. El mismo teatro donde se dan los Oscars se pasa el resto del año como una casa abandonada (no sé si lo habrán reformado) pero cuando yo lo ví fue decir: «¿Ahí dan los Oscars de verdad??? Pues que bonito se ve por la tele.»Y es que sinceramente LA es una ciudad de papel cuché.

    30 noviembre -0001 | 00:00

  2. Dice ser elzorro

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    21 febrero 2008 | 11:33

  3. Dice ser astrocito

    Ni oscars ni leches, LA está paralizada por la llegada del gran Pau.

    21 febrero 2008 | 13:01

  4. Dice ser Juegos Online

    Una pena, pero al final solo llegan los mejores, en los proximos premios, la gente se esforzara mas.

    21 febrero 2008 | 15:11

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