Debutó en 1979 y, aunque ya la habíamos visto en Canción triste de Hill Street y Los chicos del maíz, siempre recordaremos a Linda Hamilton como Sarah Connor, la mujer que iba a parir y, lo más importante, educar al líder de la resistencia contra las máquinas en el fin del mundo.
Aunque me veo obligada a hacer una parada en su papel protagonista, junto a Mickey Rourke, en Violación matrimoniall, un drama de 1980 basado en la historia real de Greta y John Rideout: un caso único por entonces (aún hoy extraño) en el que Greta denunció a su marido por violación y hubo un enjuiciamiento criminal en Oregon. Aparte de los veinte primeros y necesarios minutos de introducción, donde se establece el tipo de relación existente, a partir de este trozo que os dejo John Rideout persigue a su mujer, la encuentra, la arrastra a casa, le pega una paliza, la viola, se lleva a la niña y, cuando Greta va a la policía a poner una denuncia, la invitan a pensárselo un par de días a ver si cambia de opinión. Y esto se puso sobre la mesa en 1980, y 43 años después… En fin.
Su papel de Sarah Connor, que le procuró su popularidad, la llevó al cine en el 84 y el 91. Parece mentira que pasaran siete años entre ambas. Entre tanto, además de sus papeles más potentes, hubo otros que, con más o menos acierto, jugaron con la innovación, rayando a veces lo excéntrico como fue el caso, por ejemplo, de la serie de La bella y la bestia que protagonizó con Ron Perlman, y que es algo que NO DEBEMOS permitir que caiga en el olvido, porque Hamilton está magnífica siempre y la bestia parece Axl Rose.
Sus papeles a lo largo de los noventa en éxitos como Un pueblo llamado Dante’s Peak o Conspiración en la sombra la mantuvieron en el candelero, pero llegados los 2000, con los cuarenta bien cumplidos (Linda nació en el 56), huelga decir que las ofertas dejaron de llegar. Holywood y sus cosillas con las arrugas, ya sabéis.
Series, películas de televisión y papeles secundarios en producciones de poca repercusión poblaron su vida laboral, y su matrimonio con el director James Cameron (con quien estuvo casada entre el 97 y el 99) ocupó parte de su vida personal. Con Cameron, por cierto, tiene una hija: Josephine Archer.
Llegó a protagonizar películas navideñas de televisión tipo Lifetime o Hallmark. Pero, a partir de 2010, la cosa se puso ligeramente más interesante. Protagonizó Refuge, un drama en el que su personaje, Amelia, hace una suerte de road trip con el cadáver de su marido en el maletero (que, si bien no es demasiado buena, es interesante); participó en Defiance y en La reina de las sombras y, en 2017, en Curvature, con Lyndsy Fonseca: una de ciencia ficción con viajes en el tiempo incluidos que, personalmente, creo que tuvo peor crítica de la que en realidad se merecía.
Y entonces llegó 2019 y sucedió: por tercera vez, Hamilton fue Sarah Connor. En el capítulo de hoy de Mil maneras de enloquecer, Linda Hamilton es nuestra heroína en la sexta entrega de la saga: Terminator: Destino Oscuro.
Después de la gloria, ha aparecido en algunos episodios de Claws en TNT, y ha tenido uno de los recurrentes en Resident Alien, a la que se incorporó hacia el final de la primera temporada y en la que participó en casi todos los episodios de la segunda.
Por si no la conocéis, Resident Alien es una comedia de SyFy sobre un alien que cae en Colorado y adquiere la identidad de un médico. El título, obviamente, es un doble juego de palabras. En la serie, Hamilton interpreta a la General Eleanor Wright.