Habiéndolo traído a este blog no hace tanto, podría una pensar que poca sorpresa se podría esperar de este actor, no habiéndole dado mucho margen para novedades. Pero una nunca deja de sorprenderse, esto es así.
Vamos a repasar un poco la vida y obra de este hombre:
Ya era un actor consagrado y maduro en Las dos caras de la verdad (1996) cuando compartió reparto con un Edward Norton todavía chavalín, y sumamos que Gere es uno de esos actores que ha conseguido no llegar a estar nunca «pasado de moda»; no tuvo un boom para luego caer en el olvido para luego, con suerte, resurgir con más o menos gloria. No, no es ese el caso: Richard Gere siempre ha sido Richard Gere: la elegancia, la discreción, el caballero.
Puede que parezca fácil, porque ya nos pilla algo lejos y nuestra memoria anda regular, pero no olvidemos que incluso Sean Connery tuvo un momento muy bajo en su carrera, cuando ya era «demasiado mayor» para ser James Bond pero estaba demasiado encasillado para ser cualquier otra cosa. Gere no pasó por ahí.
Iniciado en cine en los años ’70, habiendo incluso tenido un pequeño episódico en Kojak, probablemente fue su papel en American Gigolo el que lo puso en el buen camino, y cuando interpretó a Zack Mayo en Oficial y caballero (1980) la cosa se confirmó: había nacido una estrella.
Cotton Club, Pretty Woman, o El primer caballero, donde encarnó a un magnífico Lancelot, fueron algunos de los grandes títulos que sumó en los años siguientes y, aunque yo casi diría que Novia a la fuga y El Dr. T. y las mujeres casi lo arrastran a ese vacío en que los actores empiezan a pasarse al lado de los olvidados, llegó Chicago en 2002 y Gere dejó claro que no se iba a ninguna parte.
Tal vez uno de los últimos taquillazos por el que lo recordamos sea Hachiko (Siempre a tu lado): una estupenda adaptación sobre la historia de vínculo entre un profesor de universidad y su perro, de esas que no puedes recordar sin emocionarte. Eso fue ya en 2009, y el goteo desde entonces ha sido incesante aunque más discreto, como ya se va mereciendo, digo yo, alguien nacido en la primera mitad del siglo pasado. Y es que, por si os lo preguntáis, el actor ha cumplido este verano 73 vueltas al sol.
De hecho, lo celebró prácticamente en España, ya que en agosto acompañó a su mujer, la publicista coruñesa Alejandra Silva (con quien lleva casado cuatro años) a recoger un premio en la gala Starlite por su labor solidaria.
Acaba de estrenarse (se esperaba en principio para 2022, pero se retrasó hasta el pasado 27 de enero) su última película: Maybe I Do (Quizás para siempre, en español), que es una especie de Los padres de ella, donde una joven pareja (Emma Roberts y Luke Bracey) reúnen a sus padres para comunicarles que piensan casarse, y hay diferencia de opiniones entre los futuros consuegros al respecto. ¿Quienes son los padres? Richard Gere, Susan Sarandon, Diane Keaton y William H. Macy. Parece imposible, pero a pesar de su reparto no está teniendo muy buena acogida.
Estos días, se ha filtrado por redes una foto robada al actor que causa auténtico furor y es que, si no fuera por esas gafas de sol que tapan su característica mirada, el actor sigue tan reconocible como a sus 30 años, incluso melena mediante.
El tiempo, no tiene favoritos.
Ni ricos, famosos, poderosos o pobres.
Para el tiempo, todos deben pagarle cada día.
Aunque no lo creas, es Richard Gere a sus 73 años. pic.twitter.com/JvKLVHoxe2
— Marianno Ramoretti (@MariannoR_00) January 25, 2023
Sabemos, además, que su último trabajo completado (Longing, o Anhelo en español) se encuentra en posproducción, aunque todavía sin fecha de estreno: un drama sobre «un soltero de unos sesenta años que descubre que una exnovia tuvo un hijo suyo hace veinte años, y que el niño falleció». Una adaptación de Ga’agua, del director y escritor Savi Gabizon.